El premio Itaú agregó este año una categoría para textos realizados por algoritmos; “nos encontramos ante una nueva revolución de la tecnología”, dicen los organizadores
- 7 minutos de lectura'
Como Cervantes, Shakespeare y Flaubert, la inteligencia artificial (IA) un día podría volverse un clásico y un robot, ganar el Premio Nobel de Literatura. Eso presumen los organizadores de la 13ª edición del Premio Itaú de Cuento Digital en el que pueden participar humanos y, por primera vez, también los algoritmos.
Los interesados en participar del certamen ideado por las Fundación Itaú de la Argentina, Uruguay y Paraguay, con la coordinación de Una Brecha, pueden inscribirse online en este enlace. El concurso tiene dos categorías para seres humanos: una general, destinada a mayores de dieciocho años y cuya convocatoria cierra el 17 de julio, y una categoría sub-20 para estudiantes de nivel secundario de hasta veinte años, que se extiende hasta el 22 de agosto. Los jurados se anunciarán en mayo. En la edición anterior participaron más de cinco mil autores y hubo 4100 cuentos inscriptos.
Los ganadores de los tres primeros premios de la categoría general recibirán el equivalente en moneda local a dos mil, mil y quinientos dólares respectivamente (es absurdo hacer la equivalencia en medio de la zozobra económica) y, en la categoría sub-20, el autor del cuento elegido obtendrá una orden de compra por un dispositivo móvil. Además, los autores de los cuentos seleccionados para una antología internacional de ambas categorías recibirán tablets. También habrá premios que otorgan las organizaciones aliadas y órdenes de compra para equipamiento multimedial de hasta $ 600.000 para las escuelas argentinas destacadas, además de dispositivos móviles para los docentes argentinos con más estudiantes seleccionados.
No obstante, la novedad de esta edición es la mención especial de “Inteligencia Artificial (IA)”, que reconoce a cuentos tradicionales o digitales (que habilita la narración con imágenes, videos, chats, emojis) de temática libre, y coescritos entre una o varias personas que utilicen alguna herramienta de IA. La escritura colaborativa con IA recién comienza. A los autores de cuentos que utilicen los algoritmos se les pedirá indicar qué herramienta usaron y cómo la usaron.
“El Premio Itaú de Cuento Digital es un certamen internacional que se destaca por la innovación entre los certámenes literarios de mayor convocatoria de habla hispana del mundo -dice a LA NACION Clarice Bentolila, gerente ejecutiva de Fundación Itaú Argentina-. En esta edición nos encontramos ante una nueva revolución de la tecnología de la información de la mano de la inteligencia artificial generativa y de acceso masivo. En este contexto global, observamos que esa nueva inteligencia artificial está impactando en la producción artística y desatando nuevos desafíos en el campo educativo, en especial en el aprendizaje, la práctica y las producciones de Lengua y Literatura. El uso de la IA en la cocreación de textos literarios ya es una herramienta de uso público y corriente que avanza muy rápidamente y el marco de una mención especial nos permite conocer y explorar su alcance, impacto y aplicación en la generación de nuevas producciones literarias”. Las antologías con los cuentos seleccionados de ediciones anteriores se pueden descargar en forma gratuita en este enlace.
En diálogo con LA NACION, el escritor y docente Gonzalo Santos, autor de Únicos y repetibles: autómatas, robots, androides y cyborgs en la literatura argentina (Indómita Luz), señala que esta es una idea que está presente hace mucho en la ciencia ficción.
Hay gente que utiliza inteligencia artificial para escribir novelas realistas donde no existe la inteligencia artificial
— Gonzalo Santos (@gonzalosantos84) March 28, 2023
“Hay relatos de Fritz Leiber, Damon Knight y Clifford Simak con este concepto, y se utilizó como crítica a ciertos modos de producción de la literatura pulp de otras épocas, donde había un editor que pedía una novelita por semana y de alguna manera eso convertía a los escritores en máquinas -dice Santos-. Lo que está pasando ahora con el ChatGPT y el tema de la IA en la escritura puede ser bueno o malo, depende de para qué se la utilice. Si se la va a utilizar para escribir convencionales, tal vez no sea tan bueno, pero si la va a usar para hacer otro tipo de experimentos, como en el libro de Jorge Carrión [Los campos electromagnéticos, publicado por Caja Negra], que nos puede parecer bueno o malo, pero hay un intento de hacer otra cosa y en ese sentido está muy bien. Quizás la IA viene a cambiar la forma en que se escribe, así como la fotografía en un momento hizo que la pintura empezara a ir por otro lado, quizás el hecho de que haya una máquina de redactar hace que uno como escritor tenga que ir para otro lado, salir de las convenciones, hacer otro tipo de cosas y prestarle más atención al estilo y las formas literarias”.
Días atrás trascendió que el artista alemán Boris Eldagsen había concursado en el Sony World Photography Awards (en el que la dupla de un argentino y una boliviana ganó en la categoría de medio ambiente) con una imagen que los jurados evaluaron como una foto en blanco y negro, de estilo antiguo, con dos mujeres de distintas generaciones. Con esa imagen ganó en la categoría creativa. Luego de revelar que había concursado con una imagen creada por IA, Eldagsen renunció al premio.
Escribir es maquínico, editar es humano
“Desde hace muchos años que el Premio Itaú viene premiando cuentos digitales, es decir, ‘un cuento en donde los recursos digitales funcionan como parte intrínseca de una obra’, según la definición que la institución propone -dice a LA NACION el escritor Martín Felipe Castagnet-. Que sumen una categoría exclusiva para narraciones realizadas mediante IA me parece natural: por un lado, continúa incentivando ese mismo espíritu de experimentación; por otro, la categoría implica blanquear el proceso, lo que vuelve inconducente el miedo atávico de que lo maquínico reemplacen a lo humano sin que podamos distinguirlos, muy representado en la cultura popular por Blade Runner, Terminator, Matrix y otros sueños especulativos”.
Para el autor de Los cuerpos del verano hay otro debate de fondo. “Es si podemos considerar arte o no a estas intervenciones, pero envejece al menos sesenta años -señala Castagnet-. Podríamos establecer como mojón la invención del arte pop, en 1962, sin siquiera considerar la relación entre arte y tecnología de las últimas décadas o el caos organizado de las vanguardias históricas. En todo caso, hay un problema que podríamos considerar de edición. Escribir vía el ChatGPT no difiere en lo esencial que la escritura en otras escrituras no creativas, sean digitales o artesanales, como los mecanismos oulipianos de Raymond Roussel. Cuanto más extenso sea, más va a requerir un trabajo de edición por parte del ser humano que teclea del otro lado. Sea para esconder su procedencia, o para que el resultado sea mejor en términos estéticos y que a alguien le interese leerlo, la edición es humana y eso corresponde a la visión del artista, que es el único interesado en generar la obra, y no a la máquina, que obedece. Las inteligencias artificiales son creaciones humanas, y todo lo que pueden hacer es resultado de nuestra inventiva. En todo caso, el intríngulis radica de dónde aprenden las máquinas, que no es más ni menos que un problema de derechos de autor”.
En el concurso de Fundación Itaú no falta la mención “Pasión mundialista”, para cuentos inspirados en las emociones vividas gracias al triunfo de la selección nacional en el Mundial de Fútbol de Qatar. Estas menciones se suman a las otras propuestas: una de la Organización de Estados Iberoamericanos con la temática de derechos humanos; de Unesco para cuentos que aborden la transmisión de saberes, tradiciones y culturas; del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para obras que retraten formas concretas y prácticas de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; y la mención de Fundación Esther Kolonsky/Ashoka para cuentos de la categoría sub-20 que cuenten historias de personas que luchan por un mundo más democrático. Cada obra podrá inscribirse en hasta tres menciones simultáneamente.
Cada autor puede presentar un solo cuento digital o tradicional de temática libre, y participar como colaborador en cuantos cuentos desee. El límite de extensión para cuentos digitales o tradicionales será de diez mil caracteres con espacios. Para profundizar en las diferencias entre cuento digital y no digital, clic aquí. Las bases y condiciones se pueden consultar en este enlace. Y para más consultas, hay que enviar un mail a premioitaucoordinacion@gmail.com.
Otras noticias de Arte y Cultura
- 1
El director del Museo de Bellas Artes actúa en “Queer”, la adaptación de la novela del ícono contracultural William Burroughs
- 2
Murió Beatriz Sarlo a los 82 años
- 3
“Blackwater”: la saga matriarcal de terror gótico que es un fenómeno global
- 4
El legado de Beatriz Sarlo se define entre el exmarido y los discípulos de la intelectual