Negar a San Martín es negar nuestra identidad
El Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano responde a las polémicas declaraciones de Emilio Ocampo, del equipo económico de Javier Milei, sobre la figura del prócer de la Independencia
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Por distintas vías, que en apariencia parecen contrapuestas, han adquirido actualidad propalaciones tendientes a minimizar al papel decisivo que tuvo el General José Francisco de San Martín, Padre de la Patria y Libertador de la Argentina, Chile y Perú, en las primeras páginas de nuestra Historia patria y sudamericana.
Los formatos pretenden presentarse como diversos: a veces se intenta poniendo en duda sus orígenes filiatorios. Otras, por medio de divulgaciones que ponen énfasis en comidillas que enfatizan ligeramente en aspectos de su vida privada. Y por último, desde hace algunos años, buscando minusvalorar las contribuciones que San Martín realizó a medio continente durante su vida pública.
Uno de los que más afanosamente insiste al respecto es un economista, que ha tomado protagonismo público en los últimos tiempos. Acaso esta subrepticia exposición pública lo haya convencido de que ha llegado el momento propicio (para él) de conseguir que el Libertador sea percibido como “un mito” y “un invento”.
Cuando el presente nos plantea tantos desafíos por resolver, ¿hace falta negar el legado que nos dejó San Martín? ¿Es justo poner en tela de juicio un ejemplo de coherencia, de ejercicio del poder limitado en el tiempo, mentor de una epopeya protagonizada por ejércitos de liberación (jamás de conquista), impulsor del establecimiento de bibliotecas y escuelas, convencido de las bondades de promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad y de un hombre que prefirió el exilio antes que tomar partido en una guerra civil, porque era un convencido de la necesidad de constituir la unión nacional y consolidar la paz interior?
La vida pública del Libertador se extendió por diez años, entre 1812 y 1822, concluidos los cuales se retiró. Sus gestiones ejecutivas fueron breves: alrededor de dos años y medio como Gobernador-Intendente de Cuyo y trece meses como Protector del Perú.
Un estudioso de la Historia no puede ignorar que en el siglo XIX, sobre San Martín, no escribió únicamente Bartolomé Mitre, sino que también lo hicieron Juan García del Río, Benjamín Vicuña Mackenna y que no puede soslayarse la Necrologie publicada por Adolph Gérard en el mismo mes de agosto de 1850. Tal temeridad implica soslayar y minusvalorar el vasto acervo documental y bibliográfico que han producido los autores más diversos, de las más variadas orientaciones historiográficas y políticas, que desde distintos enfoques han hecho un balance positivo de su figura. En este contexto, querer negar a San Martín es querer negar nuestra identidad.
Justo José de Urquiza supo calificar a San Martín como “uno de los argentinos más beneméritos de la Patria, que en la Guerra de la Independencia Americana le ha prestado servicios importantes, que ha sido fundador de la Libertad de las Repúblicas del Plata, Chile y Perú”.
La Historia Argentina, compleja, plagada de divisiones luctuosas, merece transitar por caminos de concordia y desapasionamiento, lo que no implica, de ningún modo, renunciar a nuestras convicciones e intereses nacionales. Los esfuerzos de San Martín por concretar la unión nacional en un país independiente, soberano, con progreso y en libertad, fueron comprendidos varias décadas más tarde, cuando enemigos enfrentados en luchas fratricidas las reemplazaron por el debate político civilizado entre adversarios, que podían disentir en forma firme, pero sin altisonancias vacuas.
El Instituto Nacional Sanmartiniano, la Academia Sanmartiniana, las Asociaciones Culturales Sanmartinianas y los Institutos Sanmartinianos en el exterior y nuestro pueblo sabemos perfectamente, y con mucho orgullo, cuánto le debemos al Primer Soldado de la Libertad. Estamos orgullosos de ser herederos de su legado y reafirmar el camino que nos propuso de paz, prosperidad, progreso y libertad.
El autor es el Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano