Museo hecho historieta
El arte
Por Juanjo Sáez
Juanjo Sáez es un personaje extravagante. Como dibujante no es un virtuoso; tampoco un escritor notable. Sin embargo, sus historietas noveladas son un secreto a voces del género. La clave de su éxito está en la combinación de las dos formas expresivas (gráfica y narrativa) que llega en forma directa a un público que pasó la adolescencia o está en ella. Sus ediciones se agotan y cuenta con fieles admiradores de su obra, que nació, como en casi todos los casos, en publicaciones under.
El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre, es el primer libro que se publica en nuestro país de este catalán nacido en un barrio obrero de Barcelona (La Segrera) en 1972, que ya dio a conocer Dentro del sombrero, Buenos tiempos para la muerte y Viviendo del cuento (que se distribuyó en la Argentina y fue best seller en España). Antes, publicó sus dibujos en una gran cantidad de fanzines de distribución gratuita.
La idea básica de este relato es explicar, de forma muy sencilla y descontracturada, algunos conocimientos sobre el arte. Pero el atractivo -el corazón de la obra- está en los conceptos que maneja el autor, que desafía constantemente la academia en un intento por acercar las grandes obras y los grandes artistas a los que él define como gente común, a aquellos que no se prepararon para analizar a Picasso, a Calder, a Miró, a Warhol. El resultado es un manual ágil y poco convencional en el que Sáez intenta derribar mitos y, por qué no, generar inquietud en quienes no se acercan a los museos por temor a "no entender" de qué se trata el arte pop o el cubismo.
A partir de la estructura de la historieta y con un lenguaje llano y de tono confesional, el autor consigue hablar para la gente no iniciada, representada aquí por su madre, y además lo hace con humor. El talento de Sáez se expresa en esa combinación de dibujos (ninguno de sus protagonistas tiene cara) y textos que nunca son excesivos y que se permiten todas las licencias (incluso las tachaduras) para lograr su cometido. Y ese cometido no es poca cosa si se tiene en cuenta que lo que quiere explicar es, justamente, el valor del arte. Y si para ello le resulta útil dar la receta del arroz con leche, lo hace.
Juanjo Sáez quiere que su madre se anime a entrar en un museo y que pueda decir que le parece feo lo que hizo Picasso, pero que a la vez entienda que esa fealdad, o belleza no convencional, también es parte fundamental del arte; o que la técnica es necesaria, pero que sin creatividad, sensibilidad e intuición, poco se puede lograr.