Murió el periodista Marcelo Zlotogwiazda
Hasta el final de su vida, mientras peleaba contra el cáncer que terminó derrotándolo, Marcelo Zlotogwiazda siguió fiel a la vocación que abrazó desde mediados de la década del 80, cuando muchos creían que su futuro pasaba por la continuidad de una carrera como economista que asomaba muy promisoria.
Zlotogwiazda, uno de los más reconocidos periodistas especializados en economía de las últimas décadas, murió en Buenos Aires a los 61 años. Sólo detuvo su actividad cuando la enfermedad que lo aquejaba ya mostró signos irreversibles. Se lo veía en Desafío 2019, por C5N, y se lo escuchaba en El horno está para bollos, por Radio con Vos; muestras finales de una carrera prolífica, intensa y sin pausas, en la que se había ganado por mérito propio reconocimiento general como un periodista diestro en el seguimiento y la atención de todos los temas de la actualidad.
Había surgido en el reconocimiento público en los años 80 como firma destacada de la sección Economía de Página 12. En sus columnas, investigaciones y comentarios comenzaba a despuntar el trabajo profesional de un conocedor minucioso de esa disciplina, que a través de su pluma se manifestaba en toda la magnitud de sus repercusiones políticas. Se especializó en hacer revelaciones ligadas a los negocios del poder y a las relaciones menos virtuosas entre empresarios y políticos.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires el 6 de octubre de 1958, había llegado al periodismo después de graduarse como economista en la Universidad de Buenos Aires, en 1982. Trabajó un tiempo como becario en el grupo Socma, de la familia Macri, y como docente, hasta que inició su carrera periodística en medios gráficos como El periodista y El porteño. Paralelamente, a instancias de Eduardo Aliverti, se sumó al equipo de un clásico de la radio de entonces, Sin anestesia.
Con el trabajo en Página 12 se fue ganando un nombre en los años subsiguientes, en especial desde el momento en que se necesitaban vastos conocimientos de economía y un espíritu claro de investigación periodística para rastrear las denuncias sobre irregularidades que iban apareciendo durante el menemismo. Zlotogwiazda, en ese terreno, llegó más lejos que la mayoría de sus colegas.
De la mano de Jorge Lanata, que por entonces dirigía Página 12, viajó sin escalas del periodismo escrito al televisivo. Junto con algunos de sus compañeros de redacción, entre ellos Ernesto Tenembaum, se sumó al equipo inicial de Día D. Integró desde allí una camada de periodistas que al lado de Lanata se fue ganando espacio en la pantalla chica hasta adquirir vuelo propio con el tiempo. Entre ellos están María O’ Donnell, Reinaldo Sietecase, Maximiliano Montenegro, Romina Manguel, Román Lejtman y María Julia Oliván.
Separado y distanciado de Lanata luego de algunas temporadas, mantuvo el vínculo con Tenembaum. Esa dupla resultó tan compacta y exitosa que de ella surgieron tal vez los mejores ciclos periodísticos de la carrera televisiva de Zlotogwiazda: Periodistas (más tarde rebautizado como "la era del hielo") y Palabras más, palabras menos.
En ese ciclo quedaba a la vista que la economía ya no era el único espacio de abordaje de la realidad que hacía Zlotogwiazda. De a poco comenzó a convertirse en un conductor televisivo y radial capaz de manejarse en todo el espectro de la actualidad. Lo hizo ininterrupidamente desde 2003, después de desempeñarse como columnista en ciclos tan destacados como el citado Sin anestesia, Rompecabezas (junto a Lanata) y el clásico Esto que pasa, del recordado Pepe Eliaschev. Ya instalado al frente de sus propios programas, ganó terreno, reconocimiento y consideración en ciclos que dejaron su huella, como Aire comprimido y La vuelta de Zloto. Se movía con la misma destreza e igual profesionalismo en las franjas matutina y vespertina de la programación.
Nunca dejó la gráfica mientras crecía en presencia y valoración tanto en la radio como en la TV. Sentía que el periodismo con mayúsculas se ejercía en los medios escritos, "porque en ese ámbito vas a fondo", decía; pero estaba muy cómodo en el ejercicio multimediático que había logrado. También escribió libros de investigación como La mafia del oro y Citibank vs. Argentina.
Era un reconocido seguidor de Almagro y de Boca "en ese orden", solía contar. A instancias de su padre se convirtió en seguidor del equipo de José Ingenieros, y más tarde abrazó los colores azul y oro. "El fútbol de ascenso me gusta más, el de Primera me parece horrible", reconoció en una charla con la revista Brando. También se lo veía permanentemente cultivando la faceta del running, en maratones realizadas en esta ciudad.
Se fue un hombre muy querido por sus valores profesionales y humanos; muy respetado y apreciado por figuras de todas las expresiones ideológicas.