Murió Nelly Arrieta de Blaquier, una de las principales mecenas de la Argentina
Una de las más grandes mecenas de la Argentina, Nelly Arrieta de Blaquier, falleció hoy, cuatro días después de haber cumplido los 89 años.
Además de su activa labor en instituciones culturales como la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes (Aamnba) -cuya presidencia ejerció durante 34 años y cedió en 2011 al abogado Julio César Crivelli, para continuar como presidenta honoraria-, la Academia Nacional de Bellas Artes, la Fundación Teatro Colón y la Fundación Fondo para el Patrimonio Argentino, su acción se extendió al terreno de la medicina, la investigación y la educación.
"Construyó una colección extraordinaria y conocía de memoria la del museo. Creía que la cultura podía dar unidad como identidad cultural a la Argentina, un país de inmigrantes", dijo Crivelli a LA NACION, mientras la Aamnba anunciaba con pesar en un comunicado que "con Nelly Arrieta de Blaquier desaparece uno de los últimos representantes de una época dorada de la cultura y la filantropía" en el país.
En 2009 fue distinguida como "embajadora cultural" por el gobierno porteño. "Es la primera embajadora cultural de nuestra gestión porque, entre muchas virtudes, apuesta a la cultura como herramienta de cambio", dijo el entonces ministro de Cultura, Hernán Lombardi, al reconocerla entre otras cosas como impulsora del régimen de mecenazgo en la ciudad de Buenos Aires.
Al año siguiente sería homenajeada por la Frick Collection de Nueva York por sus contribuciones al arte y la cultura, que incluyeron también la presidencia del consejo internacional de arteBA y su labor como miembro del consejo para América Latina del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Junto con su marido, Carlos Pedro Blaquier-presidente de la empresa agroindustrial Ledesma y uno de los empresarios más ricos de la Argentina, de quien se había separado de hecho hace décadas- construyó desde mediados del siglo pasado una de las colecciones de arte más importantes de América latina.
Protegido bajo siete llaves por sus cinco hijos –que le dieron 21 nietos y 12 bisnietos–, este acervo incluye obras de los grandes maestros impresionistas y uno de los conjuntos de platería del siglo XVIII más destacados a nivel mundial. Se estima que a ellos perteneció El zuavo, la pintura de Van Gogh que fue noticia al exportarse en 2019 por un valor estimado en unos 300 millones de dólares.
"Llegó a ser la colección número uno de arte del país, más importante que la de los museos. Ellos estaban muy activos en los remates, y aunque se separaron la colección nunca lo hizo", dijo a LA NACION Adrián Gualdoni Basualdo, experto en mercado de arte, quien destacó el ingreso de Nelly Arrieta en la Academia Nacional de Bellas Artes en 1995. "Fue la primera coleccionista en tener ese reconocimiento", explicó.
"Nada va a ser igual. Inmensa tristeza para la cultura", opinó el ex galerista Daniel Abate en Instagram, donde comenzaron a acumularse de inmediato las manifestaciones de pesar. "Un ejemplo de filantropía, dedicación y liderazgo. Marcó una epoca", agregó Alec Oxenford, ex presidente de arteBA, en la misma red social. "Con su estilo cercano y distante al mismo tiempo, fue una comprometida hacedora -escribió en tanto Alicia de Arteaga-. En familia, desde el faro de buen gusto de La Biznaga, hasta en los detalles invisibles pero necesarios para el museo que amaba. También financió innumerables proyectos destinados a poner en valor nuestro patrimonio, y lo hizo de manera discreta. Sin alardes".
"Desde joven me sentí muy responsable y obligada por la grandísima suerte que he tenido en mi vida. Sé que Dios me ha dado todo, pero también sé, por eso mismo, que pide de mí más que de otros", escribió Nelly Arrieta de Blaquier en el prólogo del libro Vida de mecenas (2017), de Carmen María Ramos. "He sentido siempre una enorme pasión por la Argentina. Quiero a mi país y he tratado de representarlo de la mejor manera, personalmente o apoyando a quienes contribuyen a que la Argentina se destaque en el mundo -agregó-. Mi trabajo de tantos años en la Asociación Amigos del Museo fue parte de esa convicción: la de intentar educar a través del arte y de la cultura en su sentido más amplio".
"Esa es la Argentina que sueño -concluyó- y, antes de morir, me gustaría saber que durante los años transcurridos en este mundo he contribuido, aunque sea con un granito de arena, en esa dirección. Sentir que algo valioso hice para acercar el pensamiento, el arte y las cosas bellas a un mayor número de personas, posibilitándoles mirar y ver, deleitarse y vivir más gratificados en este mundo tan lleno de tensiones y problemas".
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