Murió Mario Roberto Alvarez
Murió ayer, a los 97 años, uno de los máximos referentes de la arquitectura en la Argentina, Mario Roberto Alvarez. Representante influyente del Movimiento Moderno en el país, su extenso trabajo vinculado a los principios del racionalismo lo convirtieron en un ícono de ese movimiento. Entre sus trabajos más destacados se encuentran los edificios del Teatro San Martín, de IBM, la sede social de Somisa y la Torre Le Parc.
Trabajador incansable, llevan su firma un centenar de obras, muchas de ellas emblemáticas de la ciudad y del país, que comprenden centros sanitarios, edificios de laboratorios, universidades, colegios, bancos, edificios de departamentos, teatros, radios, inmuebles para oficinas, galerías, hoteles, casas habitación, urbanizaciones, aeropuertos y clubes de deportes.
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Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y cursó arquitectura en la Universidad de Buenos Aires. En ambas instancias se recibió con medalla de honor. En 1938 recibió la beca Ader, lo que le permitió realizar un viaje a Europa, donde visitó 115 ciudades y numerosas obras. En esa oportunidad, se entrevistó con grandes referentes de la arquitectura mundial. Un año después realizó la primera obra de su autoría: la Corporación Médica de San Martín, elogiada por una revista italiana por su "espíritu de renovación racional". En 1947 constituyó su propio estudio de arquitectura. "La búsqueda de síntesis y simplificación y las varias pruebas para una misma solución, que había aprendido de Virgilio, serán parte de su bagaje profesional posterior", se lee en el sitio oficial de su estudio.
En su última entrevista con La Nacion, en 2007, consultado sobre las obras que más lo identificaban en la ciudad, respondió: "Depende de cada época. Por ejemplo, Somisa fue el primer edificio del mundo hecho con chapa. Luego, el Teatro San Martín e IBM son obras donde la arquitectura y la estructura están hilvanadas. Creo que son obras que me definen bastante bien con respecto a una producción de setenta años". En esa entrevista admitió que no tenía "asignaturas pendientes", aunque mantenía el deseo de construir una iglesia.
Contemporáneo de Clorindo Testa, él mismo se calificó como su contrario: "Testa es un arquitecto-artista [...], yo hago una arquitectura más bien ingenieril".
Trabajaba en su estudio junto con sus socios: su hijo Mario Roberto, Leonardo Kopiloff, Miguel Angel Rivanera, Hernán Bernabó y Fernando Sabatini. "He preferido encerrarme acá, junto a los que me han seguido por años, y luchar, luchar, luchar, y llegar donde hemos llegado entre todos", señalaba en su currículum.
Mario Roberto Alvarez estaba casado y tenía dos hijos. Sus restos serán inhumados hoy, a las 10, en el Jardín de Paz.