Murió la escritora británica Anne Perry: la “reina del policial victoriano” que fue una joven criminal en la vida real
La escritora le dio una segunda vida a la autora de 84 años, que vendió más de 25 millones de ejemplares y en su país se la comparaba con Agatha Christie; la historia de su adolescencia se cuenta en la película “Crímenes celestiales”
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Este lunes, en Los Ángeles, falleció a los 84 años la escritora británica y best seller Anne Perry, que vendió más de veinticinco millones de ejemplares de su vasta lista de novelas policiales y de misterio. Había nacido el 28 de octubre de 1938 en Londres. Su producción literaria fue comparada con las de sus compatriotas Agatha Christie y P. D. James y con la de la estadounidense Patricia Highsmith. Célebre por tramas policiales ambientadas en distintos momentos históricos como en Los incendios de Highgate Rise, Un mar oscuro, Los crímenes de Cater Street, Luto riguroso y Venganza en el Támesis, creó además los personajes del investigador privado (y amnésico) William Monk, del superintendente Thomas Pitt y la sagaz y encantadora Charlotte Ellison, detectives en plena época victoriana.
Se la llamó “la reina del crimen victoriano”. “Buena conocedora de ese período que duró desde 1837 hasta 1901, la autora lleva a la novela no solo las costumbres y prejuicios de la época, más duros a medida que envejecía Victoria, sino las ropas que se vestían, las comidas, las terribles diferencias sociales, las penurias en que vivían las clases bajas”, escribió en María Esther Vázquez sobre Los escándalos de Half Moon Street, que comienza con el hallazgo del cadáver de un hombre ataviado con un vestido de terciopelo en una barca a la orilla del Támesis.
“En mis historias se mata fundamentalmente por miedo, o por ira, y el temor puede ser por uno mismo o por otra persona -dijo-. Y en esos casos, el asesino cuenta a menudo con mi comprensión. Si alguien tiene miedo, está entre las cuerdas y no encuentra salida, uno puede entender que se llegue a matar”. Los celos y la avaricia le parecían motivos “pocos interesantes” para matar; no así un sentido de la justicia.
Amistad, pasión y muerte
A los quince años, Perry (cuyo nombre verdadero era Juliet Marion Hulme) conoció en Christchurch (Nueva Zelanda, donde su padre, el doctor Henry Hulme, era rector de la Universidad de Canterbury) a Pauline Parker, un año mayor que ella, y se hicieron íntimas amigas. Tenían en común delicados estados de salud (tuberculosis y osteomielitis, respectivamente) y una pasión desatada por el cine y las estrellas estadounidenses. En 1957, cuando los padres de Parker iniciaron un proceso de divorcio y se barajó la posibilidad de que la adolescente fuera enviada a Sudáfrica -para distanciarla de su mejor amiga y de sus fantasías hollywoodenses- ambas planearon asesinar la madre de Parker, Honorah Rieper. Con la complicidad de Juliet (Anne), Pauline mató a su madre con varios golpes de ladrillo en la cabeza (las chicas dijeron luego que la señora se había caído). El arma del crimen, no obstante, se halló de inmediato, y también el diario íntimo de Parker, donde había registrado el plan criminal. Fueron condenadas a permanecer detenidas “en la gracia de Su Majestad” porque, al ser menores de edad, no podían ser sentenciadas a cadena perpetua. Se las liberó por separado cinco años y medio después, con la condición de que jamás se volvieran a comunicar.
Adiós a Anne Perry (Juliet Hulme), estupenda escritora británica de novelas detectivescas (las de William Monk y Thomas Pitt). Cómplice en su adolescencia del asesinato de la madre de su amiga, Kate Winslet la encarnó en CRIATURAS CELESTIALES, de Peter Jackson.
— Fausto Fernández (@faustianovich) April 12, 2023
Descanse en paz. pic.twitter.com/ymSRxUVzog
Esta historia de amistad, frenesí y crimen sirvió de base para la película Criaturas celestiales, de 1994, dirigida por Peter Jackson, con Kate Winslet como Juliet y Melanie Linskey como Pauline. “Yo era una niña abierta, con una lengua demasiado rápida para decir todo lo que me parecía divertido o inteligente -dijo Perry décadas después y ya convertida en una autora de éxito-. Era una buena estudiante y quizás por eso arrogante, imaginativa y soñadora. Claro que lo importante es cómo te ven los demás”. Antes de dedicarse a la literatura, fue azafata. Tras adoptar el apellido de su padrastro, publicó en 1979 su primera novela, Los crímenes de Cater Street.
“Ayer supe del fallecimiento de Anne Perry, novelista inglesa cuyos libros he devorado por años -dice a LA NACION la escritora Mercedes Giuffré-. La mayoría de ellos se ambientan en la Inglaterra victoriana, en la serie protagonizada por el inspector de Scotland Yard Thomas Pitt, y su esposa Charlotte; otra protagonizada por el detective Monk y su prometida Hester. Pero también escribió una serie más corta, de igual tono detectivesco, ambientada en la Primera Guerra Mundial; otra novela ambientada en la Francia de Luis XVI y varias obras más, que combinan el misterio con lo histórico”. Escribió además una serie de novelas policiales y de misterio ambientadas en la Navidad.
“Muy observadora de virtudes y miserias humanas, ella misma se retiró a vivir en el anonimato de las Tierras Altas escocesas, porque evitaba el contacto asiduo, en especial desde que el periodismo descubrió que en su juventud había participado de un crimen -destaca Giuffré-. Se habló de ese suceso hasta el hartazgo, a veces con crueldad, soslayando su tuberculosis mal tratada con una droga prohibida que la hacía tener alucinaciones y que le evitó una condena mayor a la que finalmente cumplió. La anécdota quedó sellada para siempre en la película Criaturas celestiales, protagonizada por Kate Winslet”.
La escritura le brindó a Perry la posibilidad de una nueva vida. “Cambió su nombre y se abocó a la literatura con disciplina febril -concluye la autora de Deuda de sangre-. Le costó llegar a publicar su primer libro en Inglaterra, pero cuando lo logró, siguió produciendo a un ritmo frenético que logró aislándose del mundo. Aunque después cedió ante sus editores y aceptó salir de giras, con presentaciones y firmas de ejemplares, lo que me permitió como fan hacerme de una dedicatoria. Me encariñaba con los personajes que construía, detectives que en lugar de los solitarios y desencantados habituales del género, se sumergen en la urbe decadente para intentar reconstruir algún sentido posible, mujeres que no se limitan a un segundo lugar sino que investigan a la par y a veces resuelven los misterios antes que sus pares masculinos en la época fértil del sufragismo. Son personajes, además, muy influidos por las lecturas y devociones de la autora. Las hermanas Charlotte y Emily Ellison, por ejemplo, son un homenaje a las Brontë. Es triste ver partir a los autores y a los artistas que uno estima. Se dice que quedan sus obras. Es cierto. En el caso de Anne Perry quedan, además, una forma de trabajo y una disciplina como método que son admirables”.
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