Murió Javier Marías, el más shakesperiano de los escritores españoles
El autor de “Mañana en la batalla piensa en mí” y “Todas las almas” y miembro de la RAE tenía 70 años; muy reconocido, era cada año un favorito para merecer el Premio Nobel de Literatura
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MADRID.- Novelista, miembro de la Real Academia Española, traductor, columnista del diario El País, su nombre fue siempre el favorito entre los autores españoles para merecer la distinción del Premio Nobel de Literatura. Obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona, el Rómulo Gallegos, el José Donoso, el Liber, rechazó el Premio Nacional de Narrativa de España y fue elegido miembro internacional de la Royal Society of Literature. Javier Marías, autor de Mañana en la batalla piensa en mí y de Todas las almas murió hoy en la capital española por complicaciones de una neumonía que padecía hace un mes.
Javier Marías nació en Madrid en 1951. Es el cuarto hijo del gran filósofo Julián Marías (Historia de la filosofía), discípulo de José Ortega y Gasset, y de la escritora Dolores Franco. El escritor coincidía junto a su hermano Fernando, historiador del arte, en un encuentro al que asistió LA NACION en 2016, que tuvieron una infancia “extraña”. Los domingos, después de misa, su padre los llevaba a visitar al viejo Azorín, recordaban.
Con enorme tristeza, desde Alfaguara lamentamos comunicar que esta tarde ha fallecido en Madrid nuestro gran autor y amigo Javier Marías. pic.twitter.com/Sr60Wf25oU
— Alfaguara (@AlfaguaraES) September 11, 2022
En la obra de Marías hay varios temas que explora con curiosidad y pasión: la intimidad, el deseo, la búsqueda de la verdad y el tiempo. El crítico y editor José Antonio Vila Sánchez se refirió a Marías como “un clásico vivo de la narrativa contemporánea”. En 1971 Marías publicó su primera novela Los dominios del lobo. Después vinieron Travesía del horizonte (1973), El monarca del tiempo (1978), El siglo (1983) y El hombre sentimental (1986), por la que obtuvo el Premio Herralde. Marías tradujo a Thomas Hardy (El brazo marchito), a Joseph Conrad (El espejo del mar) y a Laurence Sterne (La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy), entre otros.
Siempre elegante, en sus presentaciones públicas llevaba un prendedor con el rostro de William Shakespeare. El dramaturgo es, sin lugar a dudas, el autor más influyente de su literatura. En sus títulos hay homenajes recurrentes a versos del bardo: Corazón tan blanco (de Macbeth, 1992), Mañana en la batalla piensa en mí (de Ricardo III, ganador del Premio Rómulo Gallegos, 1995), La negra espalda del tiempo (de La tempestad, 1998) y Así empieza lo malo (el verso se completa con “y lo peor queda atrás”, que proviene de Hamlet, 2014). “Supongo que, en este mundo temeroso y mezquino, mi actitud es anacrónica. Frecuento a Shakespeare porque para mí es una fuente de fertilidad, un autor estimulante. Lejos de desanimarme, su grandeza y su misterio me invitan a escribir, me espolean, incluso me dan ideas: las que él sólo esbozó y dejó de lado, las que se limitó a sugerir o a enunciar de pasada y decidió no desarrollar ni adentrarse en ellas. Las que no están expresas y uno debe «adivinar»”, escribió Marías en 2014.
Arturo Pérez-Reverte escribió un irónico artículo en 1998 sobre su gran amigo llamado “Odio a Javier Marías” donde destacaba el placer que le brindaba leer las novelas del autor madrileño: “Uno, que no era rencoroso -aunque sí con buena memoria-, reconocía todas esas virtudes en su vecino Marías; incluido el hecho de que él es un gentleman, género más bien raro en esta España donde todo el mundo se tutea con una grosería propia de quienes han coincidido en la misma casa de putas”. En aquella ocasión, Marías le respondió al creador del capitán Alatriste con otro artículo llamado “No aguanto a Pérez-Reverte”.
Siempre controvertido e irreverente, en 2012 rechazó la obtención del Premio Nacional de Narrativa que brinda el gobierno español, a través del Ministerio de Cultura y Deporte. El título galardonado fue Los enamoramientos y, a pesar de que Marías había advertido que si alguna vez recibía el premio lo desestimaría, fue merecedor del mismo. Marías no quería quedar en la posteridad como un autor que había sido favorecido por algún gobierno. Eduardo Mendoza, miembro del jurado, justificaba el fallo destacando el estilo de Marías: “Marías no escribe de un modo lineal ni ortodoxo: desparrama el texto, de tal modo que la narración no circula por canales bien trazados, sino por un cauce natural, accidentado, a lo largo del cual se producen meandros, remolinos y desbordamientos, sin perder nunca el rumbo ni el control último del discurso”.
Además, Marías mantuvo un extenso litigio que finalmente ganó por la adaptación de su novela Todas las almas (ganador del Premio Ciudad de Barcelona, 1989), inspirada en sus años como profesor de la Universidad de Oxford. Esta historia fue llevada al cine por Gracia Querejeta con el nombre El último viaje de Robert Rylands (1996). El autor consideró que la película era infiel al espíritu de su texto y que poco tenía que ver con su relato original.
Marías fue acusado en alguna ocasión de ser machista. “Me parece tan absurda esa acusación que no vale la pena rebatir esa opinión. Soy feminista, como toda la población razonable desde hace muchos años”, decía en una entrevista en El País. En la antología Cuando los tontos mandan reúne 95 de sus mejores artículos publicados en el diario entre 2015 y 2017. “Los lectores de Marías saben que éste sí dice lo que piensa; es más, confían en que, domingo tras domingo, haga caso omiso del clima de opinión reinante en los medios de comunicación y en las redes sociales y exponga su parecer sobre cualquiera que sea la cuestión que trate. Y jamás defrauda”, escribía el editor de este volumen donde Marías dispara contra la corrección política.
Berta Isla obtuvo el Premio de la Crítica de la narrativa castellana y en 2021 Marías publicó Tomás Nevinson. La Royal Society of Literature, la organización benéfica del Reino Unido para la promoción de la literatura, integrada por autores de la talla de, Annie Ernaux y Olga Tokarczuk lo distinguió en 2021 como miembro internacional de la institución. También mereció el Premio Donoso (2008), en Chile, y el Formentor (2013), ambos por el conjunto de su obra. “En el mundo de la ficción se vive mejor; es un mundo ficticio, un mundo que es un espejismo, pero en las horas en las que escribo ficción cada vez me siento más cómodo”, decía en una entrevista publicada en LA NACION en 2015.
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