Murió Ian Falconer, el creador de Olivia la cerdita, a los 63 años
Era un escenógrafo y vestuarista conocido por sus diseños para ópera y ballet hasta que en el año 2000 llegó a las listas de los más vendidos con el primero de una serie de exitosos libros infantiles
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NUEVA YORK.- Ian Falconer, que había consolidado una exitosa carrera como diseñador escenográfico de ópera junto a David Hockney y con sus dibujos de tapa para la revista The New Yorker, hasta que decidió convertir un personaje que originalmente había creado como regalo de Navidad para una sobrina en Olivia, un libro infantil cuyo protagonista era una inquieta cerdita que se convirtió en un suceso editorial, falleció el martes en Norwalk, Connecticut, a los 63 años.Su abogado y agente, Conrad Rippy, confirmó que el deceso se produjo por insuficiencia renal.
En el año 2000, Falconer se sacó la lotería con su libro infantil Olivia, que recibió la distinción Caldecott Honor Book y permaneció en la lista de libros infantiles ilustrados más vendidos de The New York Times durante 107 semanas. Falconer presentó a su joven heroína con sobrios dibujos en color gris, negro y rojo. “Esta es Olivia”, dice en la primera página, debajo del dibujo de una cerdita que canta una canción de un libro titulado 40 Very Loud Songs (“40 canciones a todo volumen”). “Ella sabe hacer muchas cosas”, se lee a continuación.
Hacia el final del libro, cuando Olivia cae rendida en su cama, ya ha jugado a cambiarse de ropa varias veces —todas las prendas y accesorios que se prueba son de color rojo—, ha construido un espectacular castillo de arena, se ha paseado entre las obras maestras de un museo, y hasta ha tenido tiempo de intentar su propia versión de un cuadro de Jackson Pollock en la pared de su casa.
El libro incluye algunos guiños para los adultos que se lo leerán a sus hijos, como reproducciones de un Pollock de verdad y detalles de un cuadro de Edgar Degas. Esas florituras para adultos se convertirían en el emblema de la serie: una foto de Eleanor Roosevelt en Olivia salva el circo (2001), un retrato de los jueces de la Suprema Corte de la vida real (con Olivia superpuesta) en Olivia forma una banda (2006), fotografías de Martha Graham en Olivia y las princesas (2012). La entrega más reciente de la serie fue en 2017, Olivia la espía.
“De entrada supimos que Olivia iba a ser un gran éxito”, escribió Dwight Garner en The New York Times cuando salió el tercer libro de la serie, Olivia y el juguete desaparecido, en 2003, “porque en las fiestas de cumpleaños y en Navidad todo el mundo le regalaba sus libros a los chicos. O los regalaban porque la serie de Olivia es de esos libros para chicos que están llenos de referencias a Maria Callas, Jackson Pollock o el ballet, que a los padres con onda les gusta regalarles a los hijos de otros padres con onda”. En su último libro infantil, publicado el año pasado, Falconer cambió de especie: se titula Two Dogs, y cuenta la historia de Augie y Perry, dos perros salchicha mellizos que un día escapan de su casa cuando sus dueños están en el trabajo y hacen desastres y travesuras, pero logran escapar al castigo. En su reseña para The New York Times, Jennifer Krasuss lo calificó como un delicioso tour de force y lo nombró el mejor libro infantil ilustrado del año 2022.
En una entrevista de 2012 con el Times, a Falconer le preguntaron qué tiene que tener un buen libro para niños. “Si tuviera que nombrar una sola cosa, diría que no debe subestimar a su público”, dijo Falconer. “Los chicos lo van a entender, porque es lo que mejor saben hacer: comprender el mundo.”
Ian Woodward Falconer había nacido el 25 de agosto de 1959 en Ridgefield, Connecticut, hijo de Alexandra y Bruce Falconer. Su padre era arquitecto y su madre era copropietaria de un negocio de comida gourmet, era profesora de arte, y dirigía una escuela de navegación.
Creció en Connecticut y asistió a la secundaria Cambridge School en Weston, Massachusetts. Estudio historia del arte en la Universidad de Nueva York durante dos años, y luego pintura en la Escuela de Diseño Parsons de Nueva York, para luego cambiarse al Instituto de Arte Otis de Los Ángeles.
En la Costa Oeste, comenzó a trabajar con el célebre artista y escenógrafo David Hockney, de quien fue pareja durante un tiempo. Entre sus trabajos en colaboraciones de más alto perfil se cuenta una puesta la escena de 1992 de Turandot, de Puccini, para la Ópera Lírica de Chicago y la Ópera de San Francisco. “La nueva puesta de Turandot que cierra la temporada 1991-1992 es un espectáculo del que uno sale literalmente ‘tarareando’ la escenografía”, escribió John von Rhein en su reseña para The Chicago Tribune. En esa y otras producciones, Falconer también fue el diseñador de vestuario. “Fue ahí donde aprendí el antiguo y delicado arte de transformar a una soprano dramática gorda, complicada y agresiva de mediana edad en una princesa virgen de 18 años”, escribió una vez.
A mediados de la década de 1990, Falconer ya estaba de regreso en la Costa Este, vivía en Nueva York y seguía trabajando para la escena, pero también consiguió trabajo como ilustrador. La primera de sus treinta portadas para The New Yorker apareció en julio de 1996. Una de sus favoritas, según le confesó al Times, apareció en 2000 y mostraba a participantes de un concurso de belleza, “una fila de hermosas rubias, cien por ciento estadounidenses, mostrando las perfectas perlas de sus dientes, y una Miss Nueva York gruñona y de pelo negro azabache en el medio, como un diente cariado”.
Como regalo de Navidad en 1996, le hizo un libro a su sobrina de 3 años, Olivia, con el personaje de una cerdita que era, a todos los efectos prácticos, una niña humana inquieta e imaginativa. “Ya a los 3 años, la verdadera Olivia sabía discutir, oponerse, demoler o abrirse camino a pesar de cualquier obstáculo para lograr su objetivo. Y siempre de la mejor manera”, le dijo Falconer a USA Today en 2003.
¿Por qué un cerdito?
“Los cerditos parecen tener una forma que se ajusta a la de los niños pequeños, porque tienen la cabeza demasiado grande en proporción con su cuerpo. Todo es demasiado grande”.
En 1998, Anne Schwartz, de la editorial Simon & Schuster estaba buscando ilustrador para un libro y contactó a Falconer porque le gustaban sus portadas en la New Yorker. A Falconer no le interesó el trabajo que le ofrecía, pero le mostró el libro que había hecho para su sobrina.
“Levanté los ojos al Cielo”, le dijo en su momento Schwartz a USA Today. “Sabía que mi barco había llegado a buen puerto.”
En 2009, el canal infantil Nickelodeon hizo una serie animada basada en el personaje de Olivia. En 2001, Falconer reconoció que el éxito de su creación lo desconcertaba un poco. “Me da un poco de vergüenza. Años y años dibujando y pintando sin descanso, para ser recordado por un cerdito. Pero hay cosas peores”, agregó.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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