Murió Giovanni Raboni, un talento de la poesía italiana
Escribía en el Corriere della Sera
ROMA.- En medio de gran pesar en el mundo de la cultura, se celebró ayer en la basílica de San Ambrosio, de Milán, el funeral de Giovanni Raboni, uno de los mayores poetas italianos de los últimos tiempos, fallecido el jueves.
Considerado un intelectual que marcó el novecento, Raboni, nacido en Milán en 1932, murió en Parma, donde era sometido a un tratamiento, luego de haber sufrido un ataque cardíaco en abril pasado, después de Pascua.
Crítico, dramaturgo, traductor de Proust, Baudelaire y Apollinaire, entre otros, en los últimos diez años se destacó como una de las firmas más prestigiosas de las páginas culturales del Corriere della Sera.
Raboni era uno de los poetas más importantes de su generación. Antes de dedicarse a la literatura y al periodismo, había estudiado jurisprudencia y había trabajado como abogado.
Su debut en la poesía llegó en la década del sesenta, cuando también comenzó a trabajar en el mundo editorial y el periodismo. Reconocido por su rigor moral y sus agudas reflexiones sobre la realidad, era una persona fuertemente comprometida con los temas políticos y sociales. Se destacaba por tener una voz moderada. Nunca hubo excesos en sus versos, que hablaban con cierta melancolía y un estilo muy personal de la vida y la muerte; la eternidad y la cotidianidad; de Milán, su ciudad; de un amigo; de algún hecho; de la decadencia penosa del mundo.
Según el escritor Franco Cordelli, Raboni fue "el último poeta que pensaba la poesía como una pura actividad impura", es decir, "como parte de un más amplio, sino más profundo, trabajo cultural".
Atento crítico de libros, en 1987, escribió "Los buenos tiempos de los feos libros", un simple artículo que luego convirtió en volumen, en el cual planteaba que hoy ya no hay criterios y "ya no existen feos libros".
En amplios espacios que le dedicaron todos los diarios italianos se recordó que Raboni fue un poeta comprometido con la vida, que jamás exhibió ni ocultó sus sentimientos cristianos, por más que los viviera políticamente desde la izquierda, con la cual se identificaba.
Como dijo hace dos años, al hacer un balance, era consciente de que "la poesía tiene un público limitado y está protegida de las influencias negativas del mercado. Esto le garantiza cierta, relativa, pureza".