Murió el escritor y profesor Hugo Correa Luna
Este sábado a la noche, a los 71 años, falleció en la ciudad de Buenos Aires el escritor y profesor Hugo Correa Luna (Buenos Aires, 1949), a causa de un cáncer de pulmón. Escritor de escritores, recién en 2005 publicó su primera novela, El enigma de Herbert Hjortsberg, en la editorial española El Cobre, a instancias del escritor y traductor argentino Eduardo Hojman. En 2007, dio a conocer La pura realidad (Losada); en 2017, Los árboles (Modesto Rimba), y, el año pasado, Once campanadas a medianoche, en el sello Cienvolando. Publicó un solo libro de poesía: Andado poesía, en 1989. "No me escondí de nadie", bromeaba cuando se decía que era un "escritor oculto" (es decir, con escasa difusión en el campo literario local).
"Yo siempre busco en mis textos una voz distinta, una voz que no haya usado antes; esto es así por lo menos en El enigma de Herbert Hjortsberg y La pura realidad; las dos muy distintas entre sí, de la misma manera que la voz de ambas no tiene nada que ver con la de Los árboles y, encima, se viene una cuarta que también es otra cosa -declaró en 2018 a la revista digital Evaristo Cultural-. No me interesa eso que se valora tanto, como 'la voz de un autor', sino la voz que sea necesaria para la obra. Eso de la voz del autor, para mí, es un criterio comercial y no artístico". En efecto, su primera novela novela, ambientada en los Andes patagónicos, es un relato de intriga policial con ribetes fantásticos protagonizado por un marino noruego. La segunda, una comedia familiar de humor exacerbado, colmada de expresiones coloquiales en desuso, y Los árboles, un relato que retoma la morosidad de la escritura saeriana, en un contrapunto entre dos personajes. En Once campanadas a medianoche narra las aventuras de un personaje kafkiano en una aún más kafkiana ciudad de Buenos Aires. Las cuatro tienen en común el despliegue de una escritura innovadora.
"Hugo Correa Luna amaba la literatura profundamente -dice la escritora Mónica Sifrim, editora de la última novela del autor-. Gozaba de escribirla, leerla, enseñarla y también de reflexionar sobre ella. Como escritor, cultivaba una ética de la forma. Sus libros eran ambiciosos y exquisitos, de prosa cincelada por la precisión. En sus novelas campean con naturalidad el suspenso, el sentido del humor y las reflexiones filosóficas y políticas. Jamás perdió el deseo de explorar diferentes géneros y registros, incluyendo el tono coloquial. Fue un autor modesto, de muy bajo perfil y altísima escritura, que nunca se repetía".
Además de coordinar talleres literarios, Correa Luna daba clases de escritura narrativa en Casa de Letras desde 2007 y fue profesor universitario en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires entre 1987 y 1995. "Hugo fue de los primeros en tomar los talleres literarios con seriedad profesional -señala el escritor Miguel Gaya a LA NACION-. Esto es, salirse del centro de la escena, de la relación narcisista maestro-discípulo, para enfocarse en el texto que traían los talleristas. Y siempre lograba visualizar sus mejores posibilidades, siempre le daba el espacio para que ese texto creciera y se afianzara. Enriquecía cuanto leía". En redes sociales, estudiantes y colegas del escritor destacaron su generosidad y la profundidad y sutileza de sus observaciones.