Murió en Nueva York la escritora argentina Sylvia Molloy
Tenía 83 años y residía en Estados Unidos desde hacía varias décadas; académica destacada y crítica, publicó además novelas, relatos y memorias
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Con la muerte de la profesora, crítica y narradora Sylvia Molloy este jueves, a los 83 años, la literatura argentina pierde a una sus voces más originales. Molloy falleció en Long Island, donde residía desde hacía varios años. Estaba internada a causa de un tratamiento por cáncer.
Había nacido en Buenos Aires en agosto de 1938. Doctorada en Literatura Comparada en La Sorbona en 1967, fue becaria de la Fundación Guggenheim, del National Endowment for the Humanities, del Social Science Research Council y de la Fundación Civitella Ranieri. Fue catedrática de literatura latinoamericana y comparada en las universidades de Princeton, Yale y en la New York University, donde ocupó la cátedra Albert Schweitzer de Humanidades y fundó la Maestría de Escritura Creativa en Español.
Además de su labor académica, Molloy se destacó al comienzo como crítica, con su celebrado ensayo Las letras de Borges, de 1979, a los que se sumarían Acto de presencia. La escritura autobiográfica en Hispanoamérica (1996) y Poses de fin de siglo. Desbordes del género en la modernidad (2012), donde explora el cruce entre género y nación. “Crítica y narración son para mí proyectos paralelos en constante diálogo”, dijo a LA NACION en 2016, en una de sus frecuentes visitas a Buenos Aires, cuando presentó su nouvelle Vivir entre lenguas (Eterna Cadencia), donde una mujer reflexiona sobre la lengua, el plurilingüismo y la literatura, con anécdotas propias y de autores como Jules Supervielle, Guillermo Hudson, George Steiner y Elias Canetti, ellos también plurilingües.
Una pena la muerte de Sylvia Molloy. Deja una obra extraordinaria. Para quienes nunca la leyeron, dejo 4 favoritos. QEPD 💜 pic.twitter.com/uHrrerXfDu
— Juanefe (@juan_efegarcia) July 14, 2022
“Hace mucho que pienso entre lenguas, es lo que le toca al sujeto que maneja más de un idioma como propio -dijo Molloy-. Somos muchos los que vivimos en vaivén lingüístico, especialmente en estos tiempos de desplazamientos, exilios, asentamientos provisorios, derivas de todo tipo. Yo me fui de la Argentina hace más de cuarenta años. No estaba perdida entre lenguas pero sí algo insegura. Había escrito crítica en español y francés, y alguno que otro cuento en inglés y en español. ¿En qué idioma iba a escribir una novela?”.
En 1981 publicó su primera novela, En breve cárcel, texto clave de la autoficción y de la literatura LGBT, por su relato de un apasionado romance lésbico, y que fue leído en clave autobiográfica (a su vez, uno de los temas favoritos de investigación de Molloy, aunque optaba por usar el concepto de “autofiguración”). “La novela de Sylvia Molloy, sabiamente narrada en presente y en tercera persona, produce un efecto de intimidad que es único y es inolvidable -escribió Ricardo Piglia, que la reeditó en la colección Serie del Recienvenido, que dirigía para Fondo de Cultura Económica-. La historia se construye desde tan cerca que nos da la sensación de estar espiando una escena prohibida, y el efecto de verdad, la certeza de que la historia es cierta y ha sucedido tal cual se cuenta, es tan nítido que leemos En breve cárcel como si fuera una autobiografía”. Molloy fue coeditora de Women’s Writing in Latin America (1991) e Hispanism and Homosexualities (1998). Con el escritor e investigador Mariano Siskind, compiló el volumen de ensayos Poéticas de la distancia. Adentro y afuera de la literatura argentina (2006).
A su primera novela le siguieron El común olvido (2002), “novela autobiográfica enmascarada” donde un traductor y bibliotecario argentino -homosexual- regresa al país e intenta reconstruir la memoria familiar partir de la muerte de su madre, y Desarticulaciones (2010), que fueron lanzadas por Eterna Cadencia. También publicó el libro de relatos Varia imaginación en 2003 (reeditado en abril de este año) y Citas de lectura, de 2017, en la colección Lector&s del sello Ampersand, donde reveló con humor que sus conocimientos de la literatura latinoamericana se profundizaron mientras daba clases en Estados Unidos; además, brindó pormenores de sus encuentros con “grandes” de la literatura argentina, como Jorge Luis Borges, José Bianco y las hermanas Ocampo, Victoria y Silvina, además de su recorrido como lectora audaz y curiosa. Recordó la importancia de la pose en la formación de un lector: “El prestigio de verse y ser vista con un libro en la mano: la pose de lectora. Fui sensible a sus encantos muy temprano, antes de interesarme por lo que había dentro del libro [...]. No es que no me gustara leer; pero también me gustaba hacerme la que leía. Me gustan las dos cosas hasta el día de hoy”.
Falleció Sylvia Molloy. Tristeza infinita. La vamos a extrañar mucho. 💔💔💔 pic.twitter.com/E9TrQOfD9i
— Eterna Cadencia (@eternacadencia) July 14, 2022
La escritora Josefina Delgado conoció a Molloy en sus años de formación en la Universidad de Buenos Aires. “Para quienes nos iniciamos en los laberintos de los estudios literarios en aquella inolvidable calle Viamonte, Sylvia Molloy ha sido uno de aquellos faros que nos iluminaron -contó a LA NACION-. Recuerdo cómo lamenté que ella y otras colegas se radicaran en Estados Unidos y no pudieran guiarnos desde nuestro Instituto de Filología, aquel que Ana María Barrenechea dirigió durante años. Pero así eran los tiempos. Luego pude viajar y conocerla, amiga de amigas, y tratarla en Buenos Aires cuando presentó aquí alguno de sus libros. Me guió en la lectura con Las letras de Borges. Admiré sus novelas, que siempre me acompañan, principalmente El común olvido, pero también sus libros de citas y frases, como Vivir entre lenguas o Citas de lectura. Nos deja una gran pensadora, más allá del género en el que se quiera situarla”.
“No tengo muchas palabras en este momento -dijo a LA NACION la directora editorial de Eterna Cadencia, Leonora Djament-. Solo desconsuelo por todo lo que la vamos a extrañar. A la vez, alegría de haber podido trabajar y terminar en estos últimos tiempos algunos proyectos con Sylvia. Esos proyectos la entusiasmaban mucho y le daban mucha energía”. En redes sociales, escritores como su amigo Edgardo Cozarinsky, Cristina Iglesia, Juan Fernando García, Fernanda García Lao y el mexicano Emiliano Monge, entre otros, expresaron su pesar por la muerte de Molloy, del mismo modo que la Fundación El Libro, la Unión de Escritoras y Escritores y el Ministerio de Cultura de la Nación. “Leo y el texto se dirige solamente a mí, no existe sin mi lectura: yo le doy voz, le doy yo”, escribió Molloy. De ahora en más, es el turno de los lectores para darle voz al legado de la escritora.
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