Murió el poeta español Francisco Brines, el último Cervantes
El escritor, de 89 años, había recibido la visita de los reyes en su casa para entregarle el galardón máximo de las letras en castellano; es el tercer ganador de este premio que fallece en lo que va del año
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MADRID.– Hace apenas una semana recibió la visita de los Reyes de España en su casa. El rey Felipe VI y la reina Letizia se acercaron a su domicilio en Oliva, Valencia, para entregarle la medalla de la máxima distinción de las Letras en idioma castellano: el premio Cervantes, correspondiente a la edición 2020. Francisco Brines no había podido, por motivos de salud, trasladarse a Alcalá de Henares donde cada 23 de abril se celebra el Día del Libro, y recibir en una solemne ceremonia en el paraninfo de la prestigiosa universidad, el premio. Hoy, a los 89 años, falleció el gran poeta español. Se encontraba internado tras haber sido sometido a intervención el pasado domingo a causa de una hernia. Joan Margarit, ganador de la edición 2019, también había fallecido sin poder recibir el premio, a causa de la cancelación de la ceremonia, por motivos sanitarios.
Representante de la denominada Generación del 50, Brines (1932-2021), autor de El otoño de las rosas, que mereció el Premio Adonais de Poesía, era uno de los últimos testigos de esta época tan convulsa que dio también origen a los “niños sorprendidos”, los testigos y supervivientes del horror de la Guerra Civil. Tras la muerte de José Manuel Caballero Bonald, el pasado 9 de mayo, se extingue con Brines el recuerdo en primera persona de esta violenta época. La poesía de Brines pervive en sus discípulos, en sus alumnos, sus lectores, y sus versos.
En 1960 publicó su primer poemario, Las brasas, donde marcó el tono de su extensa producción: el duelo la sensación de pérdida y el tono elegíaco. Brines estudió Derecho y Filosofía y fue profesor en las Universidad de Cambridge y Oxford. “El poeta suele tener una coordenadas más estrechas como lector de poesía, que como poeta. Yo soy, y creo que estoy en lo cierto, que quien lee poesía crea el poema. Lo crea desde su experiencia, desde su experiencia y desde su conocimiento”, decía hace algunos meses en el Instituto Cervantes. Miembro de la Real Academia Española, fue también distinguido con el Premio Nacional de Literatura, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Nacional de la Crítica.
“Una poesía de solidaridad para con la entidad humana”, así se refería Brines, “Paco”, para sus amigos, a la búsqueda y el propósito de su producción literaria. El autor valenciano también publicó Palabras a la oscuridad (1966), Insistencias en Luzbel (1977), El otoño de las rosas (1986), y La última costa (1995). Sus mejores versos se encuentran en Antología poética (Alianza, 2018) y en Ensayo de una despedida: Poesía completa (Tusquets, 2020). Además del presidente de la Comunidad Autónoma valenciana, el ministro de Cultura de España, José Luis Ábalos, otros escritores y editores, como Juan Cruz Ruiz, despidieron al poeta en las cuentas de sus redes sociales.
El jurado del premio Cervantes consideró que Brines merecía esta distinción por “su obra poética que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad. Es el poeta intimista de la generación del 50 que más ha ahondado en la experiencia del ser humano individual frente a la memoria, el paso del tiempo y la exaltación vital”. “Francisco Brines es uno de los maestros de la poesía española actual y su magisterio es reconocido por todas las generaciones que le suceden”.
“Yo diría que creo que soy un poeta de verdad, quiero decir, y esto es importante para mí, que la poesía nace de dentro de mí. Es como una gracia que viene del cielo sin esperar nada. Miramos arriba, pero también tenemos que mirar abajo, porque la tierra es cielo, y entre los dos está el aire, y ahí es donde estamos todos”, decía Brines en una entrevista al diario El País, poco después de conocer que había sido distinguido con el Cervantes.
“Es que, acaso, estimáis que por creer/en la inmortalidad,/os tendrá que ser dada?/ Es obra de la fe, del egoísmo/ o la desolación./Y si existe, no importa no haber creído en ella:/respuestas ignorantes son todas las humanas/ si a la muerte interroga”, comienza “Alocución pagana”, uno de sus célebres poemas de Aún no. “Mi madre estaría muy contenta porque creía que no iba por el buen camino”, bromeo Brines cuando finalmente hace unos días recibió el premio Cervantes en el patio de su casa, rodeado de los mismos naranjos que impregnaron de perfume su infancia.
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