Murió el historietista Eduardo Maicas
A los 67 años, murió Eduardo Maicas. Definir a Maicas no es solo pensar en una nave nodriza de una forma del humor argentino, ese término tan bastardeado que el mismo Maicas hizo una forma de amor y de pasión desde sus primeros dibujos en Oeste Semanal hasta su Barrio Gris, su premiada obra junto al dibujante Pipi Spósito (que Maicas decía había nacido en el recuerdo de su barrio de la infancia). Hablar de Maicas, quien murió de un infarto en la mañana de hoy, es hablar de uno de esos nombres que han hecho más cálido, más humano y más invencibles el arte de la historieta. Basta con ver la legión de saludos sentidos de colegas que inundaron la web.
Es clave pensar en Maicas como una forma de vivir la historieta: desde niño aseguró, para disgusto paterno, que quería hacer una vida en el dibujo y así terminó en la Panamericana de Arte. Por eso, cualquier nota a Maicas, sea en los días de Sex Humor (donde fue jefe de arte) o en la historieta infantil (donde junto a su adorado Carlos Trillo conocería a la nueva generación de historietistas), él recordaba cómo le pedía a su padre cordobés que compre la Patoruzú (donde Maicas trabajaría) y la Rico Tipo. Maicas siempre quiso ser dibujante, y finalizó siendo, sí, dibujante, guionista y maestro (siempre decía que dar clases le permitía seguir aprendiendo). Siempre habló de la historieta como su brújula y horizonte de comedia (aprendió tanto de Saul Steinberg como de Caloi: Maicas no se fosilizaba) pero también, y es algo muy visible en su forma de la viñeta y la de la influencia del cine clásico argentino, de nombres como Luis Sandrini y Tita Merello.
Maicas dejó su huella, con mayor o menor intensidad, pero siempre considerable lucidez: era un raro creador que escondía en su simpleza un cálido filo. Era simple en trazo pero dueño de una capacidad quirúrgica de observación del día a día y con particular lupa para la miseria (al recibir el premio Banda Dibujada a su carrera se reía de "un largo camino" aduciendo que, como le costaba caminar había, precisamente, un largo camino). Eso podía verse tanto en sus bromas futbolísticas (trabajó en El Gráfico y era fanático de Independiente) como en su clásica "Clara de Noche" (la historieta que contaba en clave de comedia las noches de una prostituta y que escribió junto a Trillo -decía que se había convertido en una rutina cuando el guionista falleció- y el dibujante Jordi Bernet).
La marca de Maicas como autor una vez que se sacudió de encima el mundo de la publicidad se convirtió en un mito del humor gráfico y la historieta nacional: fue jefe de arte de Sex Humor (donde hizo entre otros clásicos "Bolas de acero"), Somos, Humor, Tía Vicenta, Satiricón, Página /12, Humi, Billiken, Genios, Fierro, Pitos y Flautas, el diario El Cronista Comercial, La voz, y la española El jueves, entre muchas otras publicaciones.
También pasó por la televisión como guionista en ciclos como Tres Tristes Tigres, Peor es nada, Sin Red y más recientemente como co-conductor junto a Juan Sasturain en ¡Plop! Caete de risa. En radio trabajó junto a Santo Biasatti en Contacto Directo y el programa En ayunas, junto a Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya.
La partida de Maicas es un instante de tristeza plena para la historieta argentina: el medio ha perdido al corazón y la sonrisa más grande que jamás lo pisó. Y, de paso, a una leyenda del humor gráfico que había sido parte de varios de sus períodos más intensos.