Murió el filósofo francés Paul Ricoeur
Fue un intelectual de singular relieve
PARIS.- El filósofo francés Paul Ricoeur, considerado uno de los intelectuales más influyentes de la posguerra, murió ayer, a los 92 años, mientras dormía en su casa de las afueras de París, a causa de una enfermedad del corazón.
Autor de más de 20 libros, heredero y difusor de la fenomenología de Husserl, militante socialista, Ricoeur fue el creador de una "filosofía de la voluntad", que colocó en el centro de sus reflexiones al hombre y sus potencialidades.
El siglo XX, que atravesó casi en su totalidad, marcó su vida personal -perdió a su padre en la Primera Guerra Mundial, combatió y fue prisionero en un campo de concentración durante la Segunda, experimentó el Mayo francés-, pero también su obra filosófica.
A tono con las preocupaciones del siglo, Ricoeur analizó la lingüística, el psicoanálisis, el marxismo, la memoria, el lenguaje, los textos sagrados, y, como una constante en su obra, el mal, el perdón y la culpa. Sin embargo, Ricoeur abordó esos temas -objeto del interés del existencialismo francés y alemán- con una perspectiva diferente: donde otros encontraron finitud y contingencia, él descubrió apertura y afirmación.
Guerra y filosofía
Había nacido el 27 de febrero de 1913 en Valence, al sudeste de Francia, en el seno de una familia protestante. Perdió a sus padres antes de cumplir los dos años. Estudió filosofía en las universidades de Rennes y la Sorbona, pero la guerra interrumpió sus planes. Combatió y pasó cinco años en un campo de concentración alemán, donde comenzó a traducir a Husserl.
En 1948 inició una larga y prolífica carrera académica, en la que fue dando forma a un pensamiento basado en la fenomenología, una corriente muy popular en la posguerra. A partir de los años 60 dio un giro en su filosofía: postuló que para acceder a las experiencias más fundamentales del sujeto era necesario mirar los signos a través de los cuales las exterioriza, como el lenguaje.
Comenzó enseñando en la Universidad de Estrasburgo y siguió en la Sorbona, que abandonó en 1965 para sumarse a la recientemente creada e innovadora Universidad de Nanterre. Apoyó a los estudiantes durante el Mayo francés, pero dos años más tarde, como decano, debió renunciar por la oposición de los alumnos.
Emigró a EE.UU. en 1970, donde permaneció 15 años. "Historia y verdad" (1955), "De la interpretación. Ensayo sobre Freud" (1965), "La metáfora viva" (1975), "Tiempo y narración", en tres volúmenes (1983), "Hermenéutica y acción" (1985), "Sí mismo como otro" (1990) y "La memoria, la historia y el olvido", de casi 700 páginas y publicado en 2000, son algunas de sus obras.