Murió el escritor y cineasta Edgardo Cozarinsky
El autor de “Lejos de dónde” y “La novia de Odessa” tenía 85 años; dirigió y guionó más de veinte películas y escribió ensayos, cuentos y novelas; se exilió en París hasta 1989, donde se dedicó en especial al cine y la televisión cultural, destacándose en el “ensayo documental” sobre artistas
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Esta madrugada, en la ciudad de Buenos Aires, murió a los 85 años el escritor, guionista y cineasta Edgardo Cozarinsky. Tenía cáncer. Había nacido en Buenos Aires el 13 de enero de 1939. En su juventud, trabó amistad con Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y José Bianco, con quien compartió el Premio LA NACION de ensayo, en 1973, por un trabajo sobre el chisme como forma literaria en la obra de autores como Henry James y Marcel Proust, reeditado y ampliado en 2013 como Nuevo Museo del Chisme. El velatorio se hará en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), de 20 a 24.
Se exilió en París en 1974 hasta 1989, donde se dedicó en especial al cine y la televisión cultural europea, destacándose como uno de los creadores del “ensayo documental” sobre artistas (de Ernst Jünger y Paul Bowles a Stefan Zweig y Jean Cocteau), episodios históricos, escenarios, actrices y directores. También dirigió películas de ficción, donde exploró al sesgo conflictos y personajes contemporáneos, como en Ronda nocturna y Nocturnos.
Murió Edgardo Cozarinsky, y es como si se fueran en él muchas personas. Era escritor, cineasta, dramaturgo, actor, milonguero, un tipo inteligente, amable y talentoso. Acá su película documental "Carta a un padre": https://t.co/oZSbIkJdQX
— Pedro Mairal (@MairalPedro) June 2, 2024
A su regreso a Buenos Aires, se convirtió en un fervoroso “milonguero”. La mitología del tango nutre su obra literaria y fílmica; a su pasión redescubierta en Buenos Aires le dedicó el libro Milongas, de 2007, con crónicas y cuentos.
En 1985, con la publicación de Vudú urbano, donde entrecruza ensayo y ficción de manera original, obtuvo reconocimiento internacional como escritor; sus amigos, la escritora estadounidense Susan Sontag y el escritor cubano exiliado en Inglaterra Guillermo Cabrera Infante, escribieron los prólogos de ese libro cosmopolita y fundacional. “Es acaso uno de los mejores primeros libros de la literatura argentina y el inicio de una de la aventuras artísticas más singulares”, escribió el ensayista Pablo Gianera.
Su vida y las vidas de sus antepasados -era descendiente de inmigrantes judíos ucranianos que llegaron a la Argentina desde Kiev y Odessa a finales del siglo XIX- se integraron a su proyecto estético. “Detesto la nostalgia -dijo a LA NACION en 2019-. El pasado es para mí una especie de reserva nada ecológica de ficción, personajes y anécdotas para mis novelas y cuentos”. En 2023, con su amigo, el actor Rafael Ferro, dirigió y protagonizó la película Dueto.
Cozarinsky sobre Buenos Aires en 1975: "como los habitantes de la ciudad, con su industriosidad de zombies, pertenecen a una tierra de nadie poblada por identidades desplazadas, a un reino de vudú urbano". pic.twitter.com/86gdhk0RPC
— ximena tordini (@ximetordini) June 2, 2024
“No me doy límites cuando escribo -agregó-. Nunca creí en el género ‘cuento’ como lo enseñaban en algunos talleres. Cuando escribo, la ficción se va definiendo a medida que la escribo, dicta su longitud y su carácter, y tengo que seguirla. Vudú urbano es un libro singular, quiero respetar su alteridad, no mezclarlo. Está hecho de un cuento y trece textos que iluminan ese relato, entre ensayo y memoria. Incluido en un volumen de pura ficción perdería su carácter único”.
En 2004 obtuvo el Konex de Platino en la categoría de cuento y, en 2018, el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez por En el último trago nos vamos, de 2017. También recibió el Premio a la Trayectoria Literaria del Fondo Nacional de las Artes, en 2016, y a la Trayectoria Cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en 2020.
"La intuición inicial era que en la pantalla, o donde había estado la pantalla en los cines hoy abandonados […] persisten, a la vez como hologramas impalpables y como napas geológicas concretas, todas las imágenes que alguna vez se posaron allí." Por siempre Edgardo Cozarinsky pic.twitter.com/IBehGO645q
— Museo del Cine (@MuseoDelCineBA) June 2, 2024
A Vudú urbano le siguió en 2001 el libro de cuentos La novia de Odessa; ese mismo año publicó el volumen de ensayos El pase del testigo, donde se cifran algunas claves de su poética. “La ficción surge a menudo como una interrogación a los hechos -escribió sobre la génesis de su film El violín de Rothschild-. […] En cierto momento creí entender que el tema real de mi busca eran los inciertos, a menudo invisibles caminos de la transmisión”.
En los años 1960 Cozarinsky escribía sobre cine y literatura en medios gráficos. “En tiempos recientes nos veíamos poco, pero en el pasado nos acercaban cosas básicas, por razones generacionales: era apenas dos meses mayor que yo, y en mi época de crítico de cine él, que sin duda era el más agudo de nuestro medio, me delegó su lugar en Primera Plana, primero, y después en Panorama -dice el escritor Néstor Tirri a este diario-. Después, en mi novela La piedra madre descubrió que el actor francés Robert Le Vigan había muerto en Tandil, y ahí surgió la idea de su film Boulevards du crépuscule, de 1992, que fuimos a filmar a esa ciudad serrana. Su capacidad para transgredir los géneros y armonizar lo ficcional con el ensayo fue admirable y creo que ha hecho escuela, tanto en la literatura como en el cine. Una dolorosa pérdida”.
En 1974, en su ensayo Borges y el cine, aborda la influencia del séptimo arte en la obra del escritor (que reseñaba películas en las revistas Sur y El Hogar); en Palacios plebeyos, de 2006, rinde tributo a sus años de infancia y juventud como espectador de cine (los palacios eran las salas cinematográficas). Su serie de novelas cortas -Maniobras nocturnas, Lejos de dónde (premiada en 2011 por la Academia Argentina de Letras), Dark, Turno noche, Cielo sucio- están entre lo más sofisticado de la literatura argentina. En 2019, lanzó su “autobiografía lectora”, Los libros y la calle.
“Mi admiración por una escritura fina y luminosa, por transitar con tanta elegancia entre la ficción y la realidad”, dice a LA NACION el escritor chileno Oscar Contardo. En 2022, en Chile se había publicado el ensayo Variaciones Joseph Roth, otro de los escritores admirados por Cozarinsky.
Repercusiones por la muerte de Cozarinsky
La muerte de Cozarinsky, uno de los artistas más destacados del país, causó consternación en redes sociales. Del secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, al director de cine Sergio Wolf, pasando por escritores, editores y periodistas como Pablo Maurette, Pedro Mairal, Graciela Melgarejo y Daniel Molina, muchos dejaron testimonio de su relación con el autor de Disparos en la oscuridad. LA NACION pidió unas palabras a distintos creadores y amigos del escritor y cineasta.
Cozarinsky, que en paz descanses. Los Galgos va a estar tan vacío.
— Pablo Maurette (@maurette79) June 2, 2024
Andrés Di Tella
Tuve la idea loca de pedirle a Edgardo Cozarinsky que interpretara a mi padre en la película Ficción privada. Ningún actor hubiera podido hacerlo mejor. Edgardo a esa altura era de los pocos amigos de Torcuato aún con vida. Más importante, era una manera para mí de designarlo como suerte de “padre artístico”, un reconocimiento a la enorme influencia que su cine tuvo en el mío.
En el primer BAFICI, como deuda de honor, armé su primera retrospectiva en la Argentina. En ese momento era casi invisible entre nosotros. Más allá de la extraordinaria invención formal de todo su cine, de matriz borgeana única, también destacaría su valentía. La misma que lo llevó a confrontar en soledad la versión oficial de la resistencia francesa a los nazis en La guerra de un solo hombre (1982), una de sus primeras películas. La misma que lo llevó a exponer su intimidad a los más de 80 años en su último hermoso experimento, absolutamente libérrimo, Dueto.
Me junté en un café para tratar de convencerlo, lleno de dudas. Edgardo aceptó inmediatamente, pero sus preguntas, durante una larga conversación, me hicieron vislumbrar una película que no había imaginado. A la mañana siguiente, recibí de Edgardo… ¡un boceto de guión! “Por favor no sientas que invado tu película. Solo quiero dejar una huella de lo fuerte que me tocó tu proyecto”. Así era Edgardo, de una generosidad sin límites. Como si no le hubiera alcanzado con ser la mayor inspiración cinematográfica de mi vida. Lo único que me consuela, un poco, es saber que esas imágenes de Edgardo están en mi película. Pude al menos hacerle ese homenaje.
Una enorme perdida para la cultura, murió Edgardo Cozarinsky, escritor, guionista, actor, amante del cine y un referente ineludible para las artes argentinas de los últimos años. Un fuerte abrazo para sus familiares y amigos. pic.twitter.com/V5NGkam6qd
— Gabriela Ricardes (@gabiricardes) June 2, 2024
Josefina Delgado
Mucho se puede decir sobre la obra de Cozarinsky, pero quizás sea lo mejor crear lazos entre sus libros y su producción cinematográfica. Y el lazo es la imaginación. Novelas y cuentos, situados tanto en Buenos Aires y Odessa, Gualeguay y Budapest, Lisboa, Viena y Tres Arroyos, así como tramas donde se reúnen personajes refinados y otros pertenecientes a submundos lindantes con la delincuencia, o con aquellos tiempos en los que guerras y sublevaciones marginales fueron llevando y trayendo a hombres y mujeres de varios mundos… Los títulos de sus textos despliegan en un abanico esta imaginación: Lejos de dónde, En el último trago nos vamos, La novia de Odessa, El rufián moldavo. Y dos cuyo humor y reflexión los hace imperdibles: Nuevo Museo del Chisme y El vicio impune (la lectura). Una imaginación, reitero, sin precio en nuestro presente.
José Miguel Onaindia
Tanto en el cine como en la literatura, Edgardo Cozarinsky marcó un estilo siempre alejado de las formas convencionales de la narración. Con un límite difuso entre la ficción, el documental, el ensayo, la biografía, construyó una de las obras más personales en los diversos lenguajes expresivos que abordó. Cercano a Leopoldo Torre Nilsson y Beatriz Guido, participó en el guion de Los traidores de San Ángel, una de las películas más extrañas dentro de la numerosa obra de Nilsson. Sus documentales filmados en Francia indican otra forma de abordar el género para los cánones de la época. Siempre puente entre ambos países, en 1989 filmó inspirado en Borges Guerreros y cautivas e incorporó a un elenco de destacados actores rioplatenses (Federico Luppi, Selva Alemán, China Zorrilla) a Dominique Sandá y Leslie Caron. En el 2005 Ronda nocturna indica su instalación en el medio cinematográfico local y su vinculación con todas las nuevas generaciones de realizadores. Cercano a los jóvenes, a todo lo nuevo que aparecía en el panorama cultural local, se convirtió en un referente de los nuevos artistas de las diferentes disciplinas. Afable, generoso, sutil, su partida produce una gran tristeza en quienes fuimos honrados por su amistad y su trato.
No me puedo creer que se haya ido para siempre Edgardo Cozarinsky: el vienes recibí un email suyo. Nos deja sus libros, sus películas, sus tantos brindis con una copa de Chandon. Adiós, amigo y maestro. pic.twitter.com/AhgzPYwCwg
— Jorge Carrión (@jorgecarrion21) June 2, 2024
Paola Lucantis
Triste, muy triste por mi amigo Ed que la peleó hasta el último momento con un optimismo admirable. Me quedo con toda su amistad. Y nuestras charlas eternas en el bar Los Galgos, con una copa de espumante. Tuve el privilegio de ser su amiga y editora en Tusquets. Lo voy a extrañar mucho. Nos quedan sus libros y su elegante y sensible manera de mirar la vida y la literatura.
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