Murió Charlie Squirru, un referente del arte pop en la Argentina
Con su mujer, Dalila Puzzovio, conformaron una de las parejas artísticas más destacadas de la generación dorada del Instituto Torcuato Di Tella
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Tras una larga enfermedad que le provocó un paro cardíaco falleció hoy Carlos “Charlie” Squirru. Artista que conformó junto a la mujer de toda su vida, Dalila Puzzovio, una de las parejas más talentosas de la generación protagonista del arte pop argentino vehiculizada por el Instituto Torcuato Di Tella. Hermano del crítico de arte y fundador del Museo de Arte Moderno Rafael Squirru (1925-2016) y tío de la astróloga Ludovica Squirru, Charlie había nacido en 1934 y fue un adelantado en el pasaje del informalismo al pop en la pintura argentina.
Formado en la escuela de New York a fines de los 50, Squirru tuvo un estilo casi secreto en pinturas-collage y objetos que apelaban al sensacionalismo de los medios y láminas de anatomía para crear obras que anticiparon la violencia política de los 70. Su nombre y estilo quedaron acaso más asociados a las producciones colectivas del grupo pop: desde la parodia publicitaria ¿Por qué son tan geniales? (junto a Dalila y Edgardo Giménez, 1965) a muestras colectivas como La Muerte (1964), el happening Microsucesos (1965) y la obra café concert Help Valentino (1967) donde debutaron Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle. Sin embargo, puesto en el espejo retrovisor puede verse en Squirru a un artista con la potencia de un Robert Rauschenberg.
Charlie fue también quien le cambió el nombre a su pareja de toda la vida que había nacido Delia (así firmaba todavía en el invierno del 65) siguiendo el antiguo mito bíblico resignificado por Hollywood en 1949. Se casaron apenas Squirru volvió de su viaje por Estados Unidos y Europa con el músico Miguel Ángel Rondano y Roberto Brando, otro compositor de parentesco lejano con Marlon, como padrinos. Si bien formaron una dupla estética (explotada por las revistas de actualidad como “pareja pop”) nunca firmaron obras en dúo como sus contemporáneos Cancela-Mesejean excepto los diseños textiles que fueron utilizados por mandarines de la moda como Oscar de la Renta y Calvin Klein a principios de los 70.
Squirru era mucho más pintor que el resto del pelotón pop, pero formaba parte del mismo humor social y llevó su estética de principios de los 60 del cuadro al objeto y la proto-instalación. En 1965 presentó al premio Di Tella la obra La Pirámide de Saturno, una pieza escultórica con banda sonora propia (música concreta con explosiones y llantos de bebés a cargo de Rondano) en la que insistía con una obsesión iconográfica: la motocicleta. La pieza, como muchas de su época, no resistió el paso del tiempo. Tampoco fue reconstruida como otras, La Menesunda de Marta Minujín y Rubén Santantonín por caso.
Muchas de las fotos del grupo de artistas que orbitaban en torno a la galería Lirolay fueron tomadas en la casa familiar de los Squirru en el microcentro porteño que Charlie y Dalila usaban como taller. La última vez que exhibieron juntos fue en la galería Vasari en 2008, donde volvieron a verse esas pinturas tan ácidas y sofisticadas como su humor.
“Creo que merecía mucho más reconocimiento del que tuvo. Era un artista cultísimo de un humor muy fino y como pareja se potenciaban el uno con el otro. Nos reuníamos en Rond Point que era como nuestro Café de Flore”, dijo conmovida la galerista Marina Pellegrini, que organizó aquella muestra. Las pinturas que exhibió provenían directamente de la colección de la pareja, lo que da una idea del escaso movimiento que habían tenido en el mercado a través de los años. Por ejemplo, La Gruta Non Sancta (1964), una obra compuesta con esmaltes y aerosol, ingresó a la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires como una donación propia.
Símbolo de un artista que fue más recordado acaso por su presencia en la tapa de Primera Plana que consagró al grupo pop en agosto de 1966. Desde hoy es uno más de los que faltan en esa foto que simula una fiesta de casamiento. Su partida se suma a la temprana muerte de Pablo Mesejean (1991), Juan Stoppani (2022) y la incógnita sobre el destino de la bella Susana Salgado.
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