Murió Arthur Miller, el creador que impuso un estilo al teatro del siglo XX
El autor de "La muerte de un viajante" tuvo una singular influencia entre los dramaturgos de su tiempo
ROXBURY, Connecticut (AP).- Arthur Miller, dramaturgo norteamericano afectado de cáncer, murió a los 89 años, a causa de una insuficiencia cardíaca en su residencia de Roxbury, según dijo la asistente Julia Bolus. Agregó que, al morir, sus hijos y sus nietos estaban a su lado.
* * *
Murió Arthur Miller, casi a los 90 años. Se trata de una pérdida que adquiere una singular dimensión, por lo que representó este creador en la escena mundial. Su producción marcó un hito en la historia del teatro e influyó en varias camadas de autores de todas las latitudes y pasó a convertirse en la gran herencia testimonial sobre la realidad socioeconómica y política que le tocó vivir, registrada en sus piezas, y que le permitirá acceder al pináculo de los clásicos del teatro universal.
Con su obra, el autor norteamericano dejó un importante legado literario y no resulta exagerado afirmar que fue, es y será considerado uno de los más grandes dramaturgos en lengua inglesa del siglo XX. Junto a Eugene O´Neill y Tennessee Williams, forma el gran triunvirato de la escena teatral norteamericana.
Arthur Miller fue un escritor de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, como Norman Mailer y J. D. Salinger. Sin embargo, por su temática y la manera de abordarla, su influencia más fuerte parece provenir del dramaturgo noruego Henrik Ibsen, una de las cabezas del movimiento naturalista que comenzó su predominio a fines del siglo XIX y lo continuó durante las primeras décadas del XX, cuando crecía en el mundo la organización proletaria, y la literatura, a través de muchas puntas de lanza, tendía a democratizarse, a ampliar sus mercados e influir sobre los destinos de la sociedad. Miller logró plasmar en escena inquietudes y conflictos de la sociedad de su tiempo, lo que revaloriza su obra porque supo volcar su mirada sobre el tiempo y el lugar que le tocó vivir.
Había nacido el 17 de octubre de 1915, en Nueva York. Era hijo de Isidore Miller y Augusta Bernett, inmigrantes polacos judíos. Su padre fue un fabricante de abrigos, arruinado por la Gran Depresión de 1929. En ese momento, su familia se mudó de Harlem a Brooklyn. El joven Arthur, alto, muy flaco y con anteojos gruesos, en apariencia muy tímido y retraído, trabajó en un almacén para pagarse los estudios de periodismo.
En 1938, mientras cursaba en la Universidad de Michigan, recibió varios premios por su comedia "Todavía crece la hierba". Fue un gran incentivo para que, instalado en Nueva York, se iniciara en la escritura de guiones radiofónicos. A partir de esta inquietud, descubrió una vocación que lo llevó a ganar, en 1944, su primer premio literario con "Un hombre con mucha suerte". Parecía que su carrera iba en el camino correcto, reafirmado cuando su novela "Focus" (1945) consiguió el interés de los lectores.
Grandes éxitos
El espaldarazo final lo alcanzó con "Todos eran mis hijos" (1947), obra donde expuso la corrupción en tiempo de guerra, tema y tratamiento que permitió que el Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York la distinguiera como la mejor obra teatral del año. Pero la obra más destacada y que lo hizo acreedor al éxito fue "La muerte de un viajante" (1949), con la que obtuvo los premios Pulitzer de Teatro y del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York. Considerada una de las mejores obras del teatro contemporáneo, revela la indefensión de un hombre frente a las crueles reglas del juego empresarial de los tiempos de posguerra.
Aunque su vida profesional parecía correr sobre rieles, en su vida privada no fue tan afortunado. En 1940 se casó con Mary Grace Slattery, con quien tuvo dos hijos, Jane Ellen y Robert, y se divorció en 1956, para casarse con la actriz Marilyn Monroe. Esa relación, considerada la utópica unión de la inteligencia y la belleza, fue inestable y concluyó en divorcio en 1961. Al año siguiente se casó con la fotógrafa Inge Morath, fallecida en 2002, con quien también tuvo una hija, Rebecca. En sus últimos años vivió con la pintora Agnes Barley, 55 años menor que él.
Ya consolidado, aquel muchacho tímido no vaciló en seguir poniendo su mirada crítica sobre los acontecimientos que giraban en torno a la política de los Estados Unidos.
Las circunstancias que derivaron en la guerra fría con la Unión Soviética desató en la sociedad norteamericana una paranoia que llevó a la "caza de brujas" (persecución de comunistas) a cargo del senador Joseph McCarthy. Esta fue la inspiración que llevó a Miller a escribir "Las brujas de Salem" (1953), que describe los juicios por brujería realizados en Salem, y que por extensión se convirtió en una denuncia contra la investigación del Congreso de los Estados Unidos sobre las actividades subversivas dirigidas por McCarthy.
El propio Miller debió comparecer ante el Comité de Actividades Antiamericanas en 1956, imputación de la que posteriormente, tras apelar la sentencia, fue absuelto. Aunque en su juventud se acercó al comunismo, del que renegó posteriormente, siempre mantuvo una permanente actitud crítica hacia el paradigma masificador de la cultura de su país. Participó en los movimientos intelectuales contra la intervención militar norteamericana en Corea, como luego hizo también durante la guerra de Vietnam, y entre 1965 y 1969 fue presidente del Pen Club, el grupo de escritores que vela por la libertad de expresión.
Miller publicó una serie de reflexiones sobre la vida política en los Estados Unidos: "Política y el arte de la actuación". "La vida política se ha teatralizado mucho, sobre todo debido a la TV. Todo es un escenario", dijo el dramaturgo. Para el teatro escribió obras destacadas como "Panorama desde el puente" (1955), "Después de la caída" (1963), sobre su relación con Marilyn Monroe; "Incidente en Vichy" (1964), "El precio" (1968), "Recuerdo de dos lunes" (1974), "Ya no te necesito" (1967), "La creación del mundo y otros negocios" (1972), "El arzobispo" (1977), "Ensayos teatrales de Arthur Miller" (1978), "The Ride Down to Mt. Morgan" (1991), "El último yankee" (1993) y "Cristales rotos" (1995). Además escribió el guión cinematográfico de "Los inadaptados" (1960), para su segunda esposa, la actriz Marilyn Monroe.
Por toda su obra, fue elegido el mejor dramaturgo del siglo XX, en Londres, por el Royal National Theatre.
Con motivo de recibir el premio Príncipe de Asturias (2002), el dramaturgo señaló sorprendido la reciente vuelta a los escenarios de Broadway de sus piezas más conocidas, entre ellas "La muerte de un viajante". "Mucha gente -señaló- sigue creyendo, como Willy Loman, en el sueño americano". En los últimos años estuvo preparando en Minneápolis un nuevo trabajo, "The Resurrection Blues", al que definió como muy extravagante.
En mayo de 1993 Arthur Miller visitó por primera y única vez Buenos Aires, invitado por la Fundación Banco Patricios. Disertó y participó de la inauguración de la muestra de fotos de su esposa Inge Morath.
Con su muerte, a los 89 años, además de la pérdida de uno de los dramaturgos más críticos que tuvo la escena norteamericana y mundial, se fue un humanista que siempre estuvo atento al dolor que provocaban las discriminaciones raciales y sociales y en contra de las decisiones que alimentaban las guerras. Para muchos quedará la imagen de ese intelectual desgarbado que a veces sorprendía a su interlocutor con una media sonrisa que aliviaba la tensión de su rostro y se transformaba en un profundo gesto de comprensión humana.
Sus mejores obras
Todos eran mis hijos
- Teatro, 1947.
La muerte de un viajante
- Teatro, 1949
Las brujas de Salem
- Teatro, 1953
Panorama desde el puente
- Teatro, 1955
Vidas rebeldes
- Guión cinematográfico, 1961
Incidente en Vichy
- Teatro, 1953
El arzobispo
- Teatro, 1977
El reloj americano
- Viñetas dramáticas, 1980
Vueltas al tiempo
- Autobiografía, 1987
Una chica cualquiera
- Novela, 1992
Al correr de los años
- Ensayos, 2000
La muerte de un viajante
"El hombre vale por lo que puede vender [...] Trabajó uno toda la vida para comprar una casa, y cuando, por fin, la casa es ya de uno... no hay quien la viva". (Frases del personaje central, Willy Loman)
Panorama desde el puente
"¿Han visto con qué recelo me han saludado? Es porque soy abogado. En este vecindario, encontrarse con un abogado por la calle trae mala suerte. Nos relacionamos con desastres y prefieren guardar distancia"