Murió Adolfo Fernández de Obieta
A los 90 años falleció ayer el escritor Adolfo Fernández de Obieta. Nacido en Buenos Aires, en 1912, dedicó su vida a las letras. Tercer hijo de Macedonio Fernández y Elena Obieta, eligió el apellido materno para una vida destinada, como la de su padre, a la trascendencia.
Fue el principal compilador de la obra de Macedonio Fernández y el encargado de ordenar sus obras póstumas, entre ellas, "La Novela Eterna".
"De adolescente vine a constituirme en algo así como un representante exterior ante él -dijo en los años 80 sobre su padre-. Por su parte, él me introducía en un mundo interior de enorme riqueza."
Escritor, poeta, ensayista, cuentista y dramaturgo, Adolfo de Obieta llegó a ser miembro de número de la Academia Argentina de Letras. También fue ex vicepresidente del PEN Club Internacional y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) por varios períodos. Sus colegas lo recuerdan como reservado y reflexivo, aunque excelente orador al momento de tomar la palabra.
Dedicado a la escritura desde siempre, publicó numerosos artículos sobre temas sociales, estéticos y de religiones orientales en diarios nacionales y extranjeros.
En su juventud fue colaborador de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo. Con ella mantuvo una fluida correspondencia, hecha pública en su último libro, "Victoria Ocampo", de ediciones Corregidor (2000).
Entre los estudios publicados en Sur, Adolfo de Obieta indagó nada menos que en la extraña condición argentina. Aunque la realidad nacional no limitaba sus intereses.
En 1996 recibió un premio internacional por promover los valores gandianos fuera de la India. Su pasión por las religiones orientales y por Gandhi fueron algunos de los puntos en común con la directora de Sur.
Abogado, doctor en jurisprudencia y filósofo, su sensibilidad lo llevó a indagar en la profundidad del ser. En sus escritos rescataba la importancia de sentir la vida y no de pensarla.
Reconocido como una de las máximas autoridades argentinas en materia de profecías, De Obieta escribió sobre los desafíos del nuevo milenio: "En el año 2000 (...) lo que espanta es el hombre incapaz de dominar las fuerzas que su ingenio ha puesto en marcha", remarcó en su libro "¿Terrores del año 2000?", de editorial Corregidor.
Ambientalista y pacifista, en su obras proféticas planteó la necesidad de convertir la sociedad violenta en una no violenta.
Descartando el momento de reunión filial, Macedonio Fernández apuntó un párrafo que algún día sería profético: "Querido hijo Adolfo, el que por las circunstancias, porque de mis cuatro hijos santos, encantadores, debiste ser vos el que me acompañara más con un afecto tan dulce y paciente y con una colaboración tan grande y tan modesta durante 15 años, con tanto aporte de tus penetrantes hallazgos en arte, en sociología, en psicología, y en mi asunto predilecto, el metafísico, te dejo, por si no consigo adelantar más este último tópico, mis indicaciones de bases o métodos (hasta que) nos reunamos o comuniquemos en el nuevo modo de conciencia futura".
Sus restos serán inhumados hoy, en el cementerio de la Chacarita.