Mulas del narcotráfico, colonias psiquiátricas y pueblos de tejedores: investigar para crear
El trabajo de tres reconocidas artistas se expone en la muestra “Paisaje peregrino”, desde hoy, en el Museo de Arte Moderno
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Investigar contextos sociales e historias de vida que difieren de las propias para crear obras. Eso es lo que se propusieron Adriana Bustos, Claudia del Río y Mónica Millán, tres reconocidas artistas cuyas piezas (en total 133) integran Paisaje peregrino, con curaduría de Carla Barbero, que se puede ver desde hoy en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
Con una singular investigación, Bustos (Bahía Blanca, 1965) indagó acerca del tráfico de drogas y la explotación de recursos humanos. Tras la crisis de 2001, cuando en Córdoba los carritos de los cartoneros traccionados por mulas y caballos coparon las calles, empezó a explorar sobre el tema. “Lo relacioné con la producción de mulas: la actividad más importante de Córdoba en la época de la colonia”, cuenta la artista en diálogo con LA NACION, en la sala del segundo subsuelo del museo. Y añade: “Hice un trabajo de campo. Siempre tuve conciencia histórica del pasado de Córdoba, ligado a la producción mular desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII”.
Tras el escándalo de Southern Winds, una línea aérea vinculada a un caso de tráfico de drogas, Bustos cuenta que quedó impactada: “Mientras antes había exportación de piedras preciosas y metales; en ese momento se trataba de cocaína. Corroboré que las rutas del narcotráfico son exactamente las mismas que las rutas coloniales”.
Para seguir analizando cómo operan las narcomulas contemporáneas y biomulas coloniales –como las denomina la artista— desarrolló un proyecto recurriendo a su profesión de psicóloga —que nunca había ejercido hasta ese momento— para entrevistar a mujeres mulas de la cárcel de Bouwer de Córdoba, donde el 70 por ciento de las mujeres cumplía condena por narcotráfico. El proyecto, que presentó a las autoridades del presidio y al departamento de psicología de la institución, fue aprobado. Bustos siguió con entrevistas a diferentes dealers. Con la autorización de uno de ellos que le mostró cómo determinar el grado de pureza de la cocaína, filmó Bomarzo, un video con música compuesta por ella.
Cuando fue invitada por el Instituto Goethe para hacer una residencia en Bolivia, quiso llegar a una cocina clandestina de cocaína, pero su contacto en el país vecino le recomendó que no lo hiciera por el gran peligro que corría. Hizo, en cambio, Paisajes del alma, un deslumbrante video que filmó en el Museo de Ciencias Naturales de Salta, donde evidencia una paradoja: el ser humano encuentra el contacto más estrecho con la naturaleza cerca de animales sometidos a procesos de taxidermia.
Del Río (Rosario, 1957), que en Terapia, en el Malba, estuvo al frente del espacio de los internos de la Colonia Oliveros (en Santa Fe), trabajó en distintos institutos psiquiátricos desde sus inicios en el arte. Cuando vivió dos meses por una residencia artística en la colonia psiquiátrica Juliano Moreira, en las afueras de Río de Janeiro, hizo objetos con ladrillos. “Fue una experiencia de una enorme intensidad: yo dormía en los colchones en los que antes habían dormido los pacientes”, recuerda del Río. Allí Arlindo, un artista que ya iba en forma ambulatoria a la colonia, le proporcionó, para que hiciera estas obras con ladrillos, distintos elementos que encontró en un descampado, donde la TV Globo tiraba materiales de utilería.
De Del Río se exhibe además una lámina con la frase: “Arte una artesanía desesperada”, y un libro con páginas de tela traslúcidas (que se pueden manipular con guantes), que llevan bordadas titulares que estremecen y que pertenecen a la sección de policiales del diario La capital de Rosario, cuando aún no se hablaba de femicidio en nuestro país.
Bustos y Millán hicieron una bandera a dúo que integra el proyecto Plantío Rafael Barrett, que llevan adelante con Conamuri (organización de mujeres campesinas e indígenas paraguayas), con las que plantan mandioca y maíz. “El nombre del proyecto es en honor al escritor y cronista español Barrett, que, al llegó a Paraguay, observó el estado de pobreza e ignominia en que se vivía y escribió textos que siguen teniendo vigencia”, señala Millán.
Millán (San Ignacio, Misiones, 1960) trabajó durante diez años con los habitantes de Yataity, en Paraguay, a 180 kilómetros de Asunción. Entrevistó a todos los tejedores del pueblo: “Quería que me cuenten sobre sus vidas. Iba caminando y entraba a todas las casas. A veces, me pasaba de una casa y me llamaban para que fuera: me estaban esperando”.
Tras ese trabajo, surgió El vértigo de lo lento, integrado por dibujos de los tejedores, la desgravación de las entrevistas, una mesa con hermosas telas bordadas por los entrevistados y unos enormes tacurú (nidos de termitas) que la artista hizo con barro, miel de caña y paja y que eran parte del paisaje de uno de los pueblos donde vivió en Paraguay –la mesa con telas bordadas y los tacurú se pueden ver en sala—. “Para hacer un mantel de estos tardan seis meses –dice la artista desplegando una tela clara bordada—. Primero plantan el algodón, lo cosechan, lo hilan y lo cortan. El material pasa a las bordadoras y ellas se lo pasan a las encajeras, que unen encaje y bordado”. El vértigo de lo lento habita en mira con detenimiento estas delicadas telas.
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