Mujeres, Pandemia y Ferrari: tres recorridos en una sola visita por el Museo Nacional de Bellas Artes
Suspendidas en 2020 por el coronavirus, la exposición “El canon accidental” y la muestra por el centenario de León Ferrari llegan ahora junto a una obra que Marta Minujín produjo en su casa durante los meses de encierro
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Con todos los flashes apuntándole a la cara como viene sucediendo desde 1964, Marta Minujín acaparó ayer la atención de todos en la apertura del Museo Nacional de Bellas Artes de tres muestras simultáneas: Ferrari infinito, El canon accidental y Pandemia, la obra de dos metros de lado que Minujín realizó en los meses de encierro pegando meticulosamente 26 mil tiritas de tela. Fue también su primera aparición pública a pocos días de la muerte de Juan Carlos Goméz Sabaini, Bebe, su compañero desde que tenía 16 años. Vestida con un conjunto de colores llamativos y barbijo blanco quirúrgico, su figura contrastaba con los colores apagados de su trabajo, que se completa con una proyección de luz que le da un aire cinético o “psicadélico”, un eufemismo muy común en ella para referirse a su período psicodélico. Andrés Duprat, Director del Bellas Artes, contó a LA NACION que fue la misma artista la que se puso en contacto con él para que la obra que empezó a ejecutar en mayo de 2020 fuera exhibida en el museo. Las marcas del tiempo quedaron en el reverso del bastidor donde Minujín, fue registrando la evolución de la obra, de la pandemia y de su vida privada como si fuera un blog. Así, casi sobre el final de la obra, dejó escrito: “Al término de Pandemia, el 11 de marzo recibí un golpe mortal y lo sobreviví”.
Aquí estuvo entonces Minujín, ayer, explicando su obra como una “meditación”. Su gran cuadro quedó colgado en el espacio del lobby de Bellas Artes entre las obras de Berni y Seguí que se destacan en las escaleras que van al primer piso. Allí es donde se dispusieron las otras dos grandes muestras que estaban programadas para 2020 y debieron postergarse por la emergencia sanitaria.
Ferrari infinito reúne un conjunto de obras donadas por la familia del artista que se suman a la cesión anterior que el mismo Ferrari había hecho en vida, en 2004. Se trata de más de cien piezas realizadas por el artista iconoclasta durante su exilio en Brasil, entre 1976 y principios de los años 80. El conjunto aborda la producción gráfica desde técnicas como la litografía, serigrafía, aguafuertes e intervenciones postales religiosas. La sala es un mapa de León Ferrari como un referente del arte escrito, donde la línea se acerca a la palabra, pero esta a su vez no puede identificarse con el alfabeto sino que se confunde con grafismos abstractos. Como en el caso de Minujín, Ferrari ha sido un artista de una producción incesante e inabarcable y si bien en este conjunto se reconocen algunas recurrencias propias de su estética y discurso hay espacio para sorpresas, como una pieza en la que, en modo cut & paste, dispuso sobre una hoja en blanco la definición de diccionario de la palabra “Fin”. Duprat señaló que esta muestra, que había sido planificada para el centenario de Ferrari en 2020, era una deuda con un artista al que nunca se le había dedicado una exposición en el museo mayor del país. El homenaje seguirá en julio, en esta misma sala, con la inauguración de León Ferrari. Colección MNBA, donde se dispondrán obras que ya pertenecían a la colección del MNBA. En total, ahora, el acervo de Ferrari en Bellas Artes alcanza unas doscientas piezas.
El canon accidental
Al otro lado del primer piso se exhibe una apuesta muy fuerte en la historia reciente del museo. El canon accidental, idea de la historiadora Georgina Gluzman, llega como un acto de reparación para las artistas mujeres que esperaron décadas para ser exhibidas en estas paredes consagratorias. Muchas nietas y bisnietas de las artistas asistieron ayer, emocionadas, a ver cómo las obras de pioneras que en muchos casos fueron ignoradas por el relato canónico del arte argentino eran al fin exhibidas. Gluzman incluyó trabajos y artistas en un arco de tiempo que va de 1890 a 1950 y en el que sí hay nombres consagrados como los de Raquel Forner, Anne Marie Heinrich o Gertrudis Chale pero, sobre todo, otras que merecían ser resignificadas a la luz de la agenda de género transversal a la sociedad y la cultura. Son ochenta piezas de 44 mujeres en un recorrido que señala a María Obligado, Julia Wernicke y Eugenia Belín Sarmiento y a figuras que fueron desplazadas como es el caso de Mariette Lydis, que con su presencia en esta muestra completa un ciclo reinvindicatorio que empezó con una muestra antológica en el Museo Sívori. La obra que se exhibe fue donada por la misma artista y se completó con una conferencia que dio en su momento en el museo. Al verla ahora, cuesta creer que no haya formado parte de la exposición permanente del museo. Se trata de un anticipo de la II Guerra Mundial llamado De la malicia y el odio, que Lydis pintó en Londres hacia 1940, donde en un ambiente de destrucción apocalíptica se distinguen las figuras de Hitler, Churchill y el Papa Pío XII (sobre el que Ferrari se ocupó largamente en sus obras).
Pandemia y las muestras Ferrari Infinito y El canon accidental pueden verse de jueves a domingo, con reserva previa. En el ingreso a Bellas Artes hay ahora una suerte de arco sanitizante por el que cada visitante es obligado a pasar antes de que se le tome la temperatura. Arte y pandemia, sí.
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