Mondongo y Berni: conexión más allá del tiempo y el espacio sobre una realidad que “rompe los ojos”
La pareja de Juliana Laffitte y Manuel Mendanha inauguran hoy una muestra en Nueva York, mientras en Buenos Aires se exponen obras poco vistas del maestro rosarino; coinciden en el uso de materiales de descarte, la representación de la arquitectura precaria sudamericana y un feedback entre las vanguardias y la cultura popular
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“Es un señor ucraniano que huyó de la guerra y pintó las paredes de la galería de azul. Remera de Messi. Se llama Andrei y no habla ni una palabra en inglés”. En un alto del montaje en el local neoyorquino de la galería Barro de La Boca, Juliana Laffitte, la mitad de Mondongo, manda una imagen vía WhatsApp con este texto y la cruda realidad de la guerra se cuela en una muestra de arte contemporáneo. Difícil que no suceda de todos modos con el dúo que ella completa con su pareja Manuel Mendanha desde hace más de veinte años. De hecho, al ucraniano con la remera de Messi (como si hiciera falta revalidar su estatus de ícono global) se lo ve frente a “Villa II”, una suerte de tableau medieval donde todas las formas marginales de la ciudad, tal como las conocemos desde los últimos sesenta años del siglo XX y lo que va del XXI, se condensan en un mundo de plastilina. Pintura-collage para una realidad que “rompe los ojos” como pedía Antonio Berni ya en los años 30.
La cita no es casual. El debut de Mondongo en Manhattan con Welcome coincide con Antonio Berni. La Guerra, una nueva muestra en la galería Cosmocosa en torno a varios dibujos en papel que se habían presentado en el Museo de Arte Moderno en 2016. Pero lo que atrae la vista aquí es el assemblage La Torturada o Confesión Lograda (1976) que se atisba en perspectiva desde la vidriera que da a la calle Montevideo. Se trata de una obra que Berni ejecutó en su taller de París y que muestra de manera brutal a una muñeca desfigurada, en la picana eléctrica, con quemaduras de cigarrillos y cortes a lo largo de todo el cuerpo, junto a sus verdugos pintados sobre madera. Como frente a Villa II en Nueva York, aquí es imposible permanecer indiferente ante la potencia de la imagen. Y al mismo tiempo que Mondongo, como Berni hizo en los 60 y 70, lleva al centro del arte la arquitectura precaria sudamericana, el maestro rosarino reaparece con una obra que solo se había mostrado antes en el Museo de Bellas Artes de Neuquén en 2006 y que su hija Lily escondía con pudor en su reserva de la calle Boulogne Sur Mer en el barrio de Once. Polemista aún cuarenta y dos años después de muerto, Berni parece volver para mostrarnos la brutalidad de la represión que al mismo tiempo la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel pone hoy en cuestión.
El nombre Welcome está tomado de uno de los tantos detalles en la obra de Mondongo que pueden apreciarse en un video filmado por el director Mariano Llinás (La Flor, Historias Extraordinarias), que utiliza aquí la cámara como un microscopio que se abisma en ese círculo de dos metros de diámetro por 28 centímetros de profundidad.
La colaboración con el cine se extiende en Nueva York a la pintura mural electrónica The Wall cuya estructura de ladrillos de plastilina contiene una pantalla con imágenes editadas por la cineasta Albertina Carri (Los Rubios, Las hijas del fuego) basadas en el concepto de la obra Palabras Ajenas de León Ferrari. Se trataba de un collage literario (dispositivo estético que atraviesa la obra de Berni y también la de Mondongo) creado por Ferrari entre 1965 y 1967, en el que se intercalaban citas de la Biblia, textos de Adolf Hitler y despachos urgentes sobre la guerra en Vietnam, entre otros. El collage literario de Ferrari fue llevado al teatro (una instalación performática) en Londres (1968) y Buenos Aires (1973), pero nunca había sido adaptado en otra obra visual. Imágenes del Vaticano, Moscú, el mundo en pandemia y robots para cuidar ancianos se dejan ver a casi 30 centímetros de profundidad ahora en una de las capitales mundiales del arte. Una crítica a la matriz conceptual de Occidente que a Ferrari le valió un reconocimiento tardío con el alto costo del exilio tras la desaparición de su hijo Ariel. La colaboración entre Mondongo y Carri se vuelve urgente y pone en valor el ADN latinoamericano para tomar distancia del centro y reescribir la historia del arte. Una de las mayores virtudes de Berni en su larga y proteica producción, del surrealismo al pop y su anticipo al arte contemporáneo en la alborada de los 80.
Frente al brutal assemblage que Lily había embalado por triple para evitar verlo, Cosmocosa dispuso su última e inacabada pintura. Un desnudo de “Graciela Amor”, la abogada con la que mantuvo un idilio e intentó poseer aunque fuera pintándola. Si bien es cierto que Berni llevaba varios proyectos al mismo tiempo, fue trabajando en esta obra que presintió su final aunque no tuviera ninguna enfermedad terminal. Así se lo hizo saber a la modelo, a quien llamó por teléfono desde su taller en la calle Lezica como se cuenta en el primer capítulo de la biografía Los ojos (Planeta).
Welcome también se pliega sobre la intimidad de Mondongo con Cada cual tendrá derecho a su propio rectángulo, que pone el acento sobre la distancia social y la comunicación virtual con los afectos durante la pandemia. En el siglo XX y en el XXI Berni y Mondongo coinciden en el uso de materiales de descarte, la representación de lo que se ha querido ocultar y un feedback directo entre el fantasma de las vanguardias y la cultura popular. Ahora es un mundo en guerra en Europa y Medio Oriente el que los convoca con imágenes de marginalidad y tortura que se desprenden de una misma raíz (lo que la Democracia argentina supo dejar atrás y lo que no pudo contener). Que difícil taparse los ojos, aquí o en Nueva York.
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