Mondongo: un libro que los pone bajo la lupa y una obra monumental se va al museo
Libro nuevo y adquisición de obra monumental por parte de un destacado museo norteamericano, dos motivos para festejar tiene la pareja de artistas que componen Juliana Laffitte y Manuel Mendanha, los Mondongo. Un grueso volumen pone la lupa en los detalles y conceptos de su obra. Y Políptico de Buenos Aires, realizada entre 2013 y 2017, ha sido adquirida por un magnate estadounidense y donada al Museo de Bellas Artes de Houston. Es una obra doble faz porque es un retablo que abierto mide 3.41x4.31 metros y muestra a la Villa 31, y cuando está cerrado se ve a los artistas en una habitación de hotel que tiene esa misma vista. Están rodeados por su panteón de seres fundamentales (su hija, el escritor Enrique Fogwill, el crítico y poeta Kevin Power, y otros).
En la presentación para la prensa el viernes pasado en el taller de Palermo de los artistas estuvo Mari Carmen Ramírez, influyente curadora de arte latinoamericano y directora del Departamento de Arte Latinoamericano del Museo de Houston. "En el año 2010 adquirimos la primera obra, Calavera #4, y vinieron los artistas a dar una conferencia. Así se interesaron otros coleccionistas –dijo a LA NACIÓN–. Tuvieron también presencia en la subasta benéfica que organizamos, y todo el mundo los conoce allá. El año pasado en el LACMA, dentro de la iniciativa Pacific Standar Time, incluimos su obra en la exposición Home. Políptico de Buenos Aires tuvo un lugar especial, y fue una de las favoritas del público. Ahora la adquirimos para el museo. Se va exponer en marzo, en la nueva muestra temporal. Y estamos construyendo un tercer edificio del museo, donde van a estar las galerías permanentes de arte latinoamericano a partir de 2020. Allí se exhibirá junto con Berni, Macció, Noé, De la Vega. Tenemos un conjunto muy amplio de artistas argentinos".
El políptico estuvo en el popular museo de Los Ángeles exhibido al lado de una gran obra de Berni. "Yo pinto por Berni, en un punto", dice Mendanha. "Hay una manera de ver el mundo donde se nota que son de la misma familia", señala Héctor Olea, autor del nuevo libro, y editor del archivo digital de documentos sobre arte latinoamericano ICAA (Internacional Center for de artes of the Americas), que dirige Ramírez (con quien está casado, además). "Tiene más de 12.000 documentos que registran el pensamiento intelectual de los artistas latinoamericanos. Hay 2000 documentos dedicados a artistas argentinos", dice Ramírez. Es gratuito y se puede consultar en http://icaadocs.mfah.org
Al detalle
En un hueso frontal de la Calavera #7, de dos metros de altura, hay una textura, que de cerca se distingue: es un retrato en plastilina de Mahatma Gandhi. Pero su tez se compone de otra textura, que son ko-damas, figuras de la mitología japonesa. Y algo más: por tercer ojo lleva una caricatura del Che Guevara. Toda la superficie de la escultura de Mondongo está recubierta de personajes. Y adentro de cada personaje hay más personajes e historias. Una mamushka de relatos superpuestos con citas a la historia universal y la historia del arte, los consumos culturales contemporáneos, realidad social argentina, un humor especial para mezclarlos y una manufactura que Olea declara medieval: "En cada obra de Mondongo hay años de trabajo, es anticomercial, antimundo contemporáneo".
Por eso, el libro que reúne veinte años de sus trabajos lleva por título "Mondongo está en el detalle". El autor quedó maravillado con los micromundos que descubre en cada centímetro cuadrado de la obra, como en ese maxilar superior de la Calavera #2 donde descubrió a los Simpson frente al televisor, acompañados por Hitler, Chaplin, Bin Laden y Albert Einstein con los pantalones bajos sentado sobre Marlon Brandon caracterizado como El Padrino. Encuentro carnal desopilante. En ese mismo centímetro cuadrado, Ratzinger le rasca la cabeza a un Freud que a su vez le acaricia la rodilla a Borges. "Esto es un detalle. Pero hay que ir al detalle del detalle, y te podés morir de risa. A medida en que te acercas a la obra hay mil narrativas que la destruyen", comenta Olea.
El libro está editado por el Instituto para Estudios en Arte Latinoamericano (ISLAA, sus siglas en inglés). Olea, arquitecto, escritor y curador mexicano, leyó un texto que refleja su exhaustivo análisis de la obra de Mondongo, abordada desde el diálogo con teorías de Theodor Adorno y con Jacques Rancière. También compila diálogos entre el autor y los artistas. "Conceptos muy generales de teoría del arte, que ellos llevan a problemas muy concretos en Argentina. Tiene una cantidad de registros de lenguaje mezclados", señala Olea.
En las imágenes se ven no sólo obras del colectivo, sino todo el mundo de imágenes asociadas, como el afiche de Roberto Jacoby que reza "un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared". Y se amplifican detalles encontrados en el mar de significados de las obras de plastilina: en un milímetro cuadrado de la Calavera #12 aparece el sillón de Rivadavia con los dos tajos de Lucio Fontana en el respaldo. "Es un viaje infinito", dice Olea.
"El trabajo en este libro fue revelador para nosotros porque tuvimos que hacer un catálogo razonado para ver todo lo que habíamos hecho", dice Mendanha. El libro demandó tres años de trabajo, con jornadas maratónicas de doce horas por varios días cada vez que Olea venía al país. "Nos obligó a pensar la obra teóricamente; cotidianamente lo hacemos desde un lugar más intuitivo e instintivo. Estos tres años de trabajo nos dieron un conocimiento de nuestra obra que no teníamos. Es un cierre a veinte años de trabajo. Le puso palabras. Fue una etapa de estudio muy profundo", dice Laffitte. "El aporte de este libro es que va a la esencia, que es toda esa superporción virtuosa de detalles, cada una es una propuesta, una cita, apropiaciones y narrativas", señala Ramírez.
Pasando página, Mondongo se encuentra en pleno proceso de creación de una obra performática para la Sala Experimental del Teatro Colón. "Vamos a hacer lo que nosotros llamamos cuadros vivos", cuenta Laffitte. Mientras, en el subsuelo siguen creciendo los cuadros de plastilina, hilo y óleo. Un taller medieval que nunca para.
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