Molina Campos: tras un complicado peregrinaje, se recuperan las obras del artista popular y dos muestras abren una relectura de su legado
Fue en los últimos años objeto de disputa y de mudanzas, pero finalmente ahora vuelven a exhibirse más de un centenar de piezas del emblemático pintor de la pampa argentina
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Florencio Molina Campos fue uno de los artistas más populares de la Argentina y, paradójicamente, uno de los menos estudiados. Gran parte de su legado, más de 130 piezas pertenecientes a la Fundación que lleva su nombre, fueron en los últimos años objeto de disputa y peregrinaje por distintos destinos, con los consecuentes riesgos. Tras una intervención de la Inspección General de Justicia, esas obras se han puesto finalmente en guarda en dependencias del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y ahora se muestran en dos exposiciones que inauguran un plan itinerante por localidades con escenarios similares a los que el artista de las pampas retrató.
Tras detectar irregularidades en el manejo de la Fundación Molina Campos e iniciarse en 2022 una investigación por el supuesto faltante de algunas pinturas, la Cámara Civil del Poder Judicial de la Nación dispuso intervenir el organismo “con desplazamiento de autoridades” y el abogado Denis Damián Turnes fue designado interventor. El pasado 3 de mayo, determinó el traslado de los cuadros y objetos pertenecientes al artista, que se encontraban en San Antonio de Areco (repartidos entre el Museo Ricardo Güiraldes, la Universidad Nacional de San Antonio de Areco y un local comercial), con el objeto de reunir la obra y proceder a su estudio e inventario a través de un acuerdo de colaboración con el Instituto de la Provincia.
“El traslado se realizó con la cobertura de un seguro completo con la tasación, la intervención de un escribano público y una empresa especializada en el traslado de obras de arte. Antes de mi gestión, las obras eran trasladadas en el baúl de un auto”, apuntó el interventor en diálogo con LA NACION. Y precisó: “Del mismo modo, se recogieron del piso de un local comercial de Areco más de mil objetos (pipas, textiles, bastones, su colección de libros, discos), puertas de un placard pintadas por Molina Campos, platería, mates, fotografías, cartas y manuscritos”. Este acervo fue trasladado al Complejo Museológico Udaondo de Luján, donde un equipo de especialistas trabaja en su catalogación y estudio para, en caso de ser necesario, proceder a su restauración.
Una doble muestra exhibirá estos días, en simultáneo, la obra del legendario artista en el Teatro Argentino de La Plata y el Museo de Bellas Artes Manuel Belgrano de Moreno, municipio que se encargó de iniciar el sumario que derivó en la intervención de la Fundación. En esa misma localidad, donde el pintor vivió por temporadas en el rancho Los Estribos, se ubica un museo creado en los años 80 por su viuda, Elvira Ponce, y cuyo último consejo director, conformado por miembros de la Fundación Molina Campos, fue desplazado por presuntas irregularidades en su gestión. Por carecer de condiciones adecuadas para la exposición de las obras, en pocas ocasiones las pinturas pudieron ser exhibidas al público en ese edificio. Es por ello que la exposición de los cuadros a través de un plan itinerante por la provincia es calificada de “recuperación histórica” por las autoridades del Instituto Cultural.
El Instituto Cultural y la Municipalidad de Moreno presentan, así, la exhibición doble con los títulos Pinturas de nuestra tierra, inaugurada esta semana en Moreno, y Horizontes bonaerenses, que abrirá al público el martes 18 en el Teatro Argentino de La Plata. “La figura de Molina Campos está poderosamente arraigada al imaginario popular y a nuestra identidad. Es nuestra función poner en valor estas obras y que estén en el lugar al cual pertenecen, es decir, al alcance de todos y todas las bonaerenses”, expresó en un comunicado Florencia Saintout, presidenta del Instituto.
La recuperación de la colección surge del trabajo en común de la Justicia, la intervención de la Fundación Florencio Molina Campos, el Instituto Cultural, el Municipio de Moreno, el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti de La Plata y la familia del artista, cuyo único descendiente vivo es su nieto, Gonzalo Giménez Molina, fundador (junto a su madre Hortensia “Pelusa” Molina, hija del pintor) de la editorial Molina Campos Ediciones, difusora de la obra del artista.
En diálogo con LA NACION, Federico Ruvituso, director del Museo de Bellas Artes de La Plata, se refirió a estas dos primeras exposiciones “de entre varias por venir”: al mismo tiempo que son un rescate, dan paso a un camino para estudiar, investigar y reescribir la historia de Molina Campos”. Y agregó: “El trabajo que recién comienza tiene que ver con visibilizar la situación en que estaba esta colección, presentarla a los públicos, hacerla itinerar, volverla visitable por el territorio bonaerense y transformar esa memoria que tan presente está en la identidad de muchos argentinos, profundizar y construir una nueva versión del artista y una nueva forma de pensar nuestros patrimonios”.
“Sus paisanos envejecieron con él”
El acervo recuperado consta de 132 obras de arte, entre témperas, acuarelas, óleos y dibujos. En su mayoría están firmadas y son de formato pequeño: ninguna excede el metro de largo. Respecto del inventario en curso, el Museo Pettoruti es el encargado de catalogar principalmente la colección pictórica y el Complejo Museográfico de Luján, los objetos y del archivo personal del artista. Además de las dependencias públicas, la familia de Molina Campos “prestó una valiosa ayuda en la catalogación y reconocimiento de las obras”, señalan.
Entusiasmado con la posibilidad de que se recupere para la exhibición la obra de su abuelo, el nieto del pintor consideró que todas estas tareas, además, “son fundamentales y necesarias para conseguir que la colección sea finalmente declarada Patrimonio Cultural, una acción imprescindible para preservarla y hacerle justicia al artista, que aún reclama un lugar en el canon del arte y cuyas obras no tienen aún espacio de exposición definitivo y accesible (ni privado ni estatal) en donde puedan ser visitadas por el público, escuelas y turistas, y que sirva además para reforzar las actividades que se realicen en el Rancho Los Estribos de Moreno.” Además, Gonzalo Giménez Molina consideró que hasta aquí “el gran ausente es el Ministerio de Cultura de la Nación, pero no perdemos las esperanzas de que, antes de que termine la gestión, se sumen y al menos traccionen la declaración que permita proteger estos bienes culturales que son patrimonio de todos los argentinos.”
Las obras se encuentran, en su mayoría, en óptimo estado. “Algunas presentan patologías muy específicas por exposición a la humedad o a mucho calor, y otras, deterioros habituales del papel o la tela. Se están llevando a cabo análisis de preservación, sobre todo diagnósticos, con la finalidad en el futuro de proceder a la restauración de las que lo ameriten”, añade Ruvituso.
Con sus personajes y paisajes icónicos de paisanos y chinas, caballos, llanuras, pulperías y fiestas, el legado de Florencio Molina Campos (1891-1959) se nutre principalmente de dos grandes colecciones: las obras recuperadas del Museo de Moreno y el patrimonio pictórico exhibido en el Museo Las Lilas, en San Antonio de Areco. Este último alberga los famosos retratos gauchescos que el artista pintó para los almanaques de Alpargatas, “imágenes icónicas y sumamente reproducidas que los hicieron mundialmente famosos”, sigue detallando el director del Bellas Artes.
“La colección de la Fundación tiene una historia distinta”, matiza. “Es ese Molina Campos popular junto a su universo personal: sus escritos, sus cartas, sus obras del último tiempo, con otro tipo de representaciones del gaucho, sus obras de infancia, sus pinceles. Es un recorrido general por su obra, desde sus primeros trabajos hasta los últimos. Una tiene los hits, y la otra tiene eso y mucho más: obras que lo hicieron famoso, otras de su juventud y otras de su vejez, en que la visión que tenía del campo, de sus propios temas, de los paisanos, era otra”, agrega el director del museo.
Ruvituso invita a repensar al artista. “La colección está llena de rarezas, puesto que lo que imaginamos de Molina Campos es apenas una parte de su producción. Se lo asociaba a caballos de ojos saltones y gauchos desgarbados, nada más lejano a las pinturas que van a encontrar en estas exposiciones. Estas son pinturas alegres y humorísticas, pero también muy respetuosas con sus personajes e impregnadas de una ternura enorme, de una tranquilidad impresionante. Una cosa es lo humorístico, que está presente, y otra es lo sarcástico, lo burlesco o lo satírico. Sus obras están asociadas a uno de sus estilos, muy conocido y popular, pero también con un tipo de forma de describir esa obra que no es tan así. Por ejemplo, los gauchos sí tienen ojos saltones, algunos están rojos y exagerados en sus facciones, pero ninguno está desgarbado, todos están bien vestidos, todos están limpios. Si tienen zapatos o ropa rota, está remendada. Si hay un alambre cortado, está restaurado. Es una visión del trabajo en el campo, de la vida humilde y sencilla, muy respetuosa y muy amable que no tiene nada que ver con el gaucho o el paisano como un paria o como un tipo por fuera de la sociedad, sino por el contrario con una existencia inocente, muy divertida y noble”, opina el especialista.
A su entender, cabe posar una nueva mirada sobre la obra del pintor, en las piezas pictóricas humorísticas pero también sobre aquellas “más crepusculares y silenciosas”, como sus paisajes. “Hay unos retratos muy melancólicos, otros de gauchos viejos. Es como si los paisanos de Molina Campos hubiesen envejecido con él. De viejo pinta otras cosas, termina pintando un ombú como algo muy de la pampa, a diferencia de cuando es joven, que tiene una visión más alegre”, concluye.
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