Miguel de Unamuno según su nieto: la vigencia de un intelectual que sedujo al cine
Pablo de Unamuno reflexiona sobre su abuelo, autor de “Niebla” y colaborador de LA NACION, a quien Alejandro Amenábar retrata en el premiado film “Mientras dure la guerra”, que estrenará HBO
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MADRID.– “Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha”, expresa de pie Miguel de Unamuno en 1936, meses antes de su muerte sobre la cual hoy pesa una oscura hipótesis. Este discurso espontáneo nacido de sus entrañas y pronunciado a pocos metros de los bárbaros se ha convertido en un monólogo que los mejores actores desean interpretar y una escena que los realizadores más versátiles buscan recrear. La película de Alejandro Amenábar, Mientras dure la guerra, ganadora de cinco premios Goya, es el homenaje más reciente a este intelectual. El estreno en los cines argentinos estaba programado para abril, pero fue postergado a causa de la pandemia. Sin embargo, podrá verse a partir de julio en HBO. Esta producción recoge los últimos meses de la vida del autor de Niebla y colaborador de LA NACION. Uno de sus nietos, Pablo de Unamuno, reflexiona sobre la vigencia de quien fuera, según Jorge Luis Borges, “el primer escritor de nuestra lengua”.
El 12 de octubre de 1936, delante de quienes ya clamaban victoria, los sublevados contra la República, representados en aquel recinto por el general José Millán-Astray y ante la mirada atenta de la esposa de Francisco Franco, Unamuno, el rector de la Universidad de Salamanca, se irguió con toda su capacidad retórica. Algunos amigos suyos habían sido fusilados y otros se encontraban desaparecidos. Fue entonces cuando pronunció aquel discurso cuyas ideas había antes garabateado sobre una servilleta mientras, ante su presencia, en el paraninfo de la universidad, se atacaba a vascos, catalanes y a quienes se oponían al alzamiento comandado por Franco. Emblema de la independencia intelectual –disparó contra los abusos de la República y los azotes del bando franquista–, erudito del castellano –aquel cuya lengua natal era la vasca–, quien había ocupado plazas de profesor tras someterse a exigentes concursos públicos, la voz de Unamuno reverbera en la actualidad.
Unamuno jugó con los géneros –creó la nivola, una novela donde los personajes interpelan al autor–, fue poeta (“poeta filosófico”, lo definió Borges), aficionado al dibujo, al ajedrez. Recorrió el territorio español y los caminos retratando a su pueblo y hoy es sinónimo de valentía cívica. Pablo de Unamuno, catedrático de Dermatología en la Universidad de Salamanca, es uno de sus nietos de Unamuno, a quien los investigadores en torno a la obra y figura del autor acuden en busca de precisiones. En la película de Amenábar se retrata la vida doméstica del intelectual, ya viudo, al dedicado cuidado de dos de sus hijas, Felisa y María. Ellas fueron muy cercanas durante toda su vida de su sobrino Pablo, hijo de otro de los nueve hermanos. “La película está muy bien hecha, con muchos medios, muy bien documentada. Me gustó mucho, me encantó. Sí es cierto que veo a mi abuelo muy sometido por los militares, por Franco, pero posiblemente no podía estar de otra manera. Sus hijos estaban la guerra y, el cuartel de Franco estaba allí mismo, en Salamanca”, opina el nieto del escritor, quien no conoció a su abuelo, pero cuya vida transcurrió visitada constantemente por el recuerdo y el fantasma de este hombre de fama internacional.
Pablo de Unamuno y Ana Chaguaceda Toledano, directora de la Casa-Museo de Unamuno, fueron contactados por Amenábar cuando trabajaba en el guion de Mientras dure la guerra, donde el actor español Karra Elejalde interpreta a Unamuno. “Nos mandaron después una versión y nosotros hicimos algunas observaciones. Algunas las atendieron; otras, no, como era de suponer, pero bueno, él es el director”, dice el nieto del intelectual.
“No hay más que leer un poquito de las obras de Unamuno y verá usted que son actuales. Lo que él escribió en 1900, en 1928, y hasta en 1936 es totalmente actual. El control que sobre la sociedad ejercen los nacionalismos, el fascismo y los populismos sobre los que él escribe es algo totalmente actual. Eso es lo que ha despertado el interés en los últimos años por la obra de Unamuno”, dice para explicar la vigencia de la obra de su abuelo. Chaguaceda Toledano se refiere al carácter “poliédrico” de Unamuno como imán del interés de otros intelectuales. “En los últimos años, la crisis de ideas y valores en los que parece que la sociedad moderna está sumida, estos posicionamientos tan radicales que estamos contemplando en nuestros políticos (”los Hunos y los Hotros”, que diría Unamuno) hace que volvamos nuestra mirada a hombres como Miguel de Unamuno, uno de los hombres más libres que ha dado España (en palabras del escritor Andrés Trapiello), que supo defender sus ideas y mantener la pasión y la objetividad para criticarlas, aunque siguiera creyendo en ellas”.
Pablo de Unamuno creció con el cariño y el recuerdo que el pueblo de Salamanca profesaba por su abuelo. “Durante el franquismo, cuando sabían que yo era nieto de Unamuno, me preguntan por él. Me contaban anécdotas que les habían ocurrido a ellos, a sus padres o sus abuelos junto a Unamuno. Recuerdo que en el año 1964, el centenario de su nacimiento, hubo un homenaje”. Sin embargo, destaca Pablo de Unamuno, es a partir de la democracia cuando se suceden las celebraciones y los actos para recordar al autor de Vida de Don Quijote y Sancho.
Un reciente documental, Palabras para un fin del mundo, de Manuel Menchón, abre la puerta para una hipótesis diferente a la de la historia oficial sobre la muerte de Unamuno [el 31 de diciembre de 1936], quien podría haber sido asesinado en su propia casa tras la visita de un falangista, Bartolomé Aragón. “Pienso que hay algo extraño en la muerte de Unamuno, sobre todo por cómo se aceleró su entierro. A mí me cuesta trabajo pensar que no fue una muerte natural, pero realmente hay cosas extrañas, que podrían ser investigadas o que podrían haber sido investigadas antes, porque ahora ya pasado mucho tiempo. Lo que más me extraña es que el entierro se aceleró excesivamente y que fueron los falangistas quienes pararon el acto, lo acapararon y lo aceleraron. ¿Fue intencionado? Pues mire, yo no lo sé. Desde luego que merece ser pensado. Pero, ¿merece la pena seguir escarbando?”, dice a LA NACION Pablo de Unamuno. Hace algunas semanas en la presentación del libro de Manuel Menchón y Luis García Jambrina [La doble muerte de Unamuno (Capitán Swing)], el nieto de Unamuno destacaba no haber conversado antes del tema con sus tías Felisa y María.
Otros enemigos de la razón contra los que disparó Unamuno eran los del Tercer Reich. Durante muchos años fue uno de los candidatos favoritos para obtener el Premio Nobel de Literatura, sin embargo, y a partir de un informe que se conoció hace algunos meses, los nazis, a través del Ministerio para la formación y la propaganda a la Fundación sueca, pidieron explícitamente que Unamuno no recibiera el galardón.
A pesar de los premios que no obtuvo y de los años que permaneció en la sombra pública (pero no creativa), a causa de sus detractores, su figura se vuelve cada vez más necesaria. Es precisamente en su coherencia y valentía donde se erige su máximo valor. Unamuno, considera Chaguaceda Toledano, es considerado el primer intelectual en el sentido moderno del término: “No sólo reflexionaba a través de sus artículos o de su escritura, sino que “actuaba”. Lejos del silencio, lejos de los fanatismos y de las ideas radicales, Unamuno buscó utilizar la razón al servicio del bien.
Unamuno y su vínculo con la Argentina
Cuando en 1924 le comunican que será deportado por la dictadura de Primo de Rivera una de sus primeras reacciones es imaginar que podrá viajar a Buenos Aires donde tiene muchos amigos. Miguel de Unamuno había recibido varias veces invitaciones para cruzar el océano, señalan los biógrafos y expertos en la obra unamuniana Colette y Jean Claude Rabatte en Miguel de Unamuno (1864-1936). Convencer hasta la muerte (Galaxia Gutenberg). Además, Unamuno, que padecía la censura, escribía en sus colaboraciones en LA NACION [por ejemplo, las publicadas entre 1901 y 1914 en el diario están recogidas por Víctor Ouimette en De patriotismo espiritual (Ediciones Universidad de Salamanca)] aquello que el “lápiz rojo” de la censura, como él mismo acusa, no le permitía expresar en España. “Si hubiesen creído que los disidentes, que los no conformados habríamos de ser muy pocos, nos habían dejado decir todo y atacarles”, escribe, antes de ser desterrado, en LA NACION.
En Salamanca se encuentra la Casa-Museo Unamuno, una construcción dieciochesca donde vivió el autor entre 1900 y 1914, que depende de la Universidad de Salamanca y cuya función es custodiar y mantener la memoria del intelectual, difundir su obra, conservar y ampliar su legado patrimonial. Aquí se conserva, entre otros tesoros, una carta que Jorge Luis Borges le escribe a Unamuno en 1911 donde alaba los poemas contenidos en Rosario de sonetos líricos. Destaca Borges que el nombre de Unamuno anda en “muchas bocas, desparramado y glorioso”. También le recuerda que le ha enviado desde Buenos Aires un ejemplar de Fervor de Buenos Aires. “Quisiera yo saber si mis versos han tenido alguna eficacia en su espíritu: quiero decir, si al leer alguno, ha olvidado Ud. la forma, las palabras, la técnica, para pensar en la emoción o en la situación espiritual que motivaron (y justificaron) su hechura”, le escribe un joven Borges a un ya consagrado Unamuno.
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