Alejandro Rubio (1967), en su segundo libro Metal pesado , alienta una poética donde está presente la actualidad -las traiciones de la política, el escenario de la pobreza, los suburbios, la cruza paródica entre ciertas figuras de la cultura alta y un discurso que las banaliza- , representada con diversos matices coloquiales. Tal combinación produce un discurso veloz e hiriente. El poema crea un sujeto verborrágico y desesperado que halla en Baudelaire su lejano antecedente como poeta callejero, el "vate al que se le cayó la aureola un siglo y medio después" y buscaba monedas para pagarse el ajenjo. La poesía de Rubio considera ventajoso el poder expresivo de su franqueza y su aguzada facilidad.
