“Metaexposición” en el Moderno: el museo potencia su patrimonio con una dimensión digital
Una muestra no sólo reúne más de 300 obras de las 8000 que conforman el acervo; también aporta mediante códigos QR vínculos de esas piezas con exposiciones, libros, investigaciones o testimonios de sus creadores
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“¡Sangre! Y lingote de oro, qué buena asociación… ¿Por qué?” Así respondía días atrás un joven educador del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires a una veintena de adolescentes sentados en la sala, totalmente concentrados en el diálogo. Hablaban sobre la obra Ecuación-El Dorado, basada en el mito de esa ciudad de oro buscada por los conquistadores, presentada por Liliana Maresca en el verano de 1992 en la exposición La Conquista. 500 años, en el Centro Cultural Recoleta.
Un cuarto de siglo después, para la retrospectiva de la artista titulada El ojo avizor, el Moderno reconstruyó la instalación que alude a la sangre indígena derramada en esa infructuosa búsqueda. Ahora vuelve a exhibirse en el marco de la exposición Moderno y MetaModerno, mientras otra versión de la pieza puede verse en el museo Reina Sofía, en Madrid, cuya colección también integra.
“Estoy orgullosa porque todo lo que hay en esta sala fue donado; en este caso, por la familia de Maresca”, dice a LA NACION Victoria Noorthoorn, directora del Moderno y cocuradora junto con Francisco Lemus de esta mega y meta exposición, que actualiza con una dimensión digital las casi siete décadas de historia del museo.
No solo reúne en 1500 m2 más de 300 obras de las 8000 que conforman su patrimonio –desde adquisiciones realizadas por sus primeros directores, Rafael Squirru y Hugo Parpagnoli, hasta muchas de las 622 incorporadas en los últimos diez años-, sino que a través de códigos QR ubicados en el piso y en el techo permite relacionarlas de forma virtual con exposiciones, libros e investigaciones o testimonios de sus creadores.
“Es una herramienta para unir dos mundos que suelen estar escindidos. ¡Me hubiera encantado tener una muestra así para estudiar!”, agrega Noorhtoorn sobre esta propuesta que abre la programación 2024 junto con La trama sensible. Obras en comodato de la Colección Banco Supervielle. Si bien ambas exposiciones participan del proyecto a largo plazo titulado Arte es educación, la diferencia entre ellas es que la de dibujos termina en julio, mientras que Moderno y MetaModerno llegó para quedarse: sin fecha de cierre prevista, se irá renovando por sectores en forma periódica.
De esa manera, así como el mundo virtual está en constante actualización, la versión analógica de la muestra nunca será la misma. Pero, a la vez, siempre permitirá recorrer algunos de los principales hitos de la historia del arte argentino como el desarrollo del arte abstracto, el informalismo, la neofiguración, el arte pop, las estructuras primarias, el arte de sistemas y las expresiones más contemporáneas. En una de las cuatro salas que abarca se recrea incluso uno de los célebres desfiles de Sergio De Loof, protagonista de una muestra que celebró su polifacético legado.
Similar versatilidad demuestran Sofia Bohtlingk, con dos obras en la misma sala, o Aldo Sessa, representado en el sector informalista con su pintura Existing without being (1975), y más adelante en el que vincula arte y política. Allí se incluye Madres de Plaza de Mayo (1981), una de las más de sesenta fotografías que donó al Moderno tres años después de que el museo le dedicara una muestra a su extenso archivo. En 1977 ya había exhibido sus pinturas en la sede que tuvo en el Teatro San Martín, como permite comprobar el viaje digital en el tiempo que propone este recorrido.
En el origen fue un barco. Y la historia, por más conocida que sea, no deja de tener su encanto. Primera exposición flotante de cincuenta pintores argentinos se tituló la muestra impulsada por Squirru entre el 28 de septiembre de 1956 y el 21 de febrero de 1957, que dio la vuelta al mundo a bordo del Buque Yapeyú. Un QR invita a acceder a tapa de aquel catálogo y a una edición de la revista El Hogar donde se publicaron fotos del cóctel inaugural. Entre los presentes se cuenta nada menos que Mirtha Legrand.
Así como hace 68 años aquellos invitados eran dignos de una mención, también lo son quienes apoyan con aportes públicos y privados –en un país en perpetua crisis económica- el continuo crecimiento de ese acervo inicial. Entre ellos los artistas y sus familiares, coleccionistas, galeristas y sponsors que hacen sinergia con el Comité de Adquisiciones, la Asociación Amigos y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. “Mencionarlos es un merecido reconocimiento –dice Noorthoorn-. Queremos que los donantes y el público se apropien del museo”. Para quienes todavía no lo hicieron, basta pararse frente a una obra, apuntar a un QR con la cámara del celular e iniciar un viaje que parece no tener fin.
Para agendar:
Moderno y MetaModerno, sin fecha de cierre prevista, y La trama sensible. Obras en comodato de la Colección Banco Supervielle, hasta el 28 de julio. Ambas en Avenida San Juan 350. Lunes, miércoles, jueves y viernes, de 11 a 19; sábados y domingos, de 11 a 20. Entrada general para residentes: $500; miércoles gratis.
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