¿Mermelada? No, ahora también los cuentos vienen en frasco de vidrio
A simple vista parecen golosinas. Son tiras de colores plegadas y vienen en un frasco de mermelada. Al destapar el envase irrumpe la sorpresa: son veintitrés microcuentos escritos por un gran autor argentino, Eduardo Abel Giménez. Inquietantes, fantásticos, algunos muy breves, los relatos están dirigidos a todos los lectores. Revelación de la reciente Feria de Editores, el pequeño sello independiente Dábale arroz, que estuvo este año por primera vez en la FED con sus libros artesanales y enfrascados, presenta este viernes los primeros tres títulos en formato papel.
"El primer aviso decía: ‘Con calma que hay tiempo’. El segundo aviso decía: ‘Ahora a paso normal’. El tercer aviso decía: ‘Por tu culpa llegamos tarde’." Juguetón y conciso, es uno de los microcuentos de Giménez que vienen adentro de un frasco de vidrio. ¿De dónde surgió la idea? Cuenta el escritor, que comparte el proyecto con la editora Natalia Méndez: "Yo había visto un frasco con textos en el sur, un tiempo antes de empezar con Dábale arroz, en diciembre de 2013. No lo tengo, y me avergüenza no haber tomado nota, así que no recuerdo el autor ni nada, solo que me llamó la atención el formato. Con los años vi online una que otra publicación semejante, pero tampoco fui lo bastante previsor como para tomar nota. Empezamos con veinte ejemplares y mantuvimos ese número durante varias tiradas. Luego subimos a cincuenta y la última fue de cien. En total, habremos hecho unos 300 frascos. Hasta ahora la demanda fue siempre mayor que la oferta; incluso, pasamos largo tiempo sin frascos para ofrecer. Ahora logramos cambiar esto, y esperamos mantenernos así, además de publicar otras cosas que estamos planeando".
Entre esos planes están las tres novelas que salieron el mes pasado, se vendieron en la FED y se presentan esta tarde a las 19.30 en el auditorio de FM La Tribu (Lambaré 873) con una charla coordinada por Leonardo Oyola. "Los tres libros son muy diferentes, en género y textura. La mía (Juicio a las diez, que obtuvo el segundo premio de novela del Fondo Nacional de las Artes) es altamente subjetiva; la de Marina Berri (Fantasmas), fantástica de una manera original, con la mirada de una nena de unos ocho años; la de Cris Zurutuza (La vida láctea), realista con una dosis de delirio altamente saludable. Conozco a Cris y a Marina desde hace años, y venimos compartiendo sus escritos. Así que la primera selección, además de que son excelentes novelas, vino porque estaban cerca y yo quería publicarlas –explica Giménez–. La idea fue darnos el gusto de hacer objetos con texto, tras años de blogs y otras plataformas digitales, por un lado, y libros tradicionales por el otro. Practicar la producción artesanal, que nos atrae inmensamente. Dar cabida a escritos e ideas que de otro modo quedaban fuera de la vista."
Si editar en la Argentina es una misión riesgosa, editar en esta época tan crítica para el sector editorial parecería una misión suicida. Para el autor de El fondo del pozo y Vania y los planetas, entre otros veinte títulos, es un desafío: "Publicar en tiempos de crisis es una tradición, acá y en todo el mundo. Con el mercado editorial prácticamente destruido, florecen las editoriales independientes, unipersonales, que no tienen expectativa de generar ganancias. Ese es nuestro caso. El objetivo es recuperar el dinero; y luego, en la medida de lo posible, poder pagar la edición de nuevos títulos (hay varios en carpeta). Sobre todo, no parar; buscar la manera de tener nuevos títulos regularmente, para lo cual necesitamos el apoyo de esos lectores que no dudan en invertir tiempo de lectura (¡y plata!) en libros de autores y editoriales nuevos".
Los 23 microcuentos en frasco y los nuevos títulos en papel se consiguen en librerías y en la web. "Es central el boca a boca, la venta de mano en mano. Los amigos, que compran para su biblioteca pero también para regalar; los amigos de los amigos, que se acercan con curiosidad. La difusión en medios tradicionales e importantes, pero también en blogs chiquitos que lee un grupo de personas, o en cuentas de conocidos en redes sociales. Para esto, que los libros sean lindos y estén bien hechos es fundamental. Creo que cumplimos con esa condición", completa Giménez.
Este año, a Dábale arroz se sumó A la zorra, un microemprendimiento de Méndez, que hace una serie de animales lectores con cerámica fría, muy elogiados por sus seguidores de Twitter y otras redes, también presentados en sociedad en la última FED. Así que, ahora, los cuentos en frasco arman un combo perfecto con las pequeñas esculturas de animales con minilibros dibujados y encuadernados por Méndez en forma artesanal y forman un gran proyecto: Dábale arroz a la zorra.
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