"Como inventor solo soy un médico que se da maña". Así se describe Juan Carlos Parodi en Vida de cirujano, una autobiografía publicada por el sello Ariel, en la que cuenta su vida a través de los momentos más sobresalientes de su carrera. Momentos que incluyen los pasos que lo condujeron a revolucionar el campo de la cirugía vascular y las vicisitudes que lo acercaron a personalidades públicas como el papa Francisco, cuando era un sacerdote desconocido, al ex presidente Carlos Menem, mientras estaba al frente del Poder Ejecutivo, a la multimillonaria Amalita Lacroze de Fortabat, el príncipe Rainiero de Mónaco y muchos otros. A todos los atendió como médico y de algunos, además, se hizo amigo.
Su mayor hallazgo, hasta ahora, es una prótesis que eliminó la posibilidad de muerte ocasionada por las aneurismas (dilatación de las arterias), que hoy se usa en todo el mundo, y que permitió reemplazar una cirugía muy invasiva por una intervención con anestesia local y con el alta médica casi inmediata. Se llama endoprótesis vascular y Parodi la creó combinando nociones de biología y de ingeniería en los ratos libres de su profesión como cirujano durante catorce años. Comenzó a trabajar en lo que define como "un sueño", en 1976, lo experimentó en perros que juntaba de la calle mientras vivía en Estados Unidos y también en Buenos Aires. Su uso finalmente fue aprobado en los Estados Unidos en 2002 y, para 2017, se tenían registrados un millón de implantes en pacientes con aneurisma en distintos lugares del mundo con una reducción a 0% de la mortalidad asociada a esa condición. Los laboratorios que comercializan la endoprotésis facturan tres mil millones de dólares por año, señala también el libro. Pero Parodi no es multimillonario. Vendió la patente de ese y otros de sus inventos. O se las robaron, según cuenta. "Si bien el motivo inicial de mis invenciones nunca fue ganar dinero, no voy a negar que me duele haber perdido los derechos sobre ellos", afirma en la biografía.
"Dejé de contar mis inventos cuando llegué a 280", cuenta el médico que según la Universidad de Harvard es el latinoamericano con más patentes registradas en la oficina de marcas y patentes de los Estados Unidos. Algunos son desarrollos complejos y otros son nuevas versiones de viejos instrumentos de cirugía o mejoras en técnicas de diagnóstico de las enfermedades vasculares. Uno de esos inventos no es referido a las aneurismas: es un stent recubierto con un tejido que se usa para curar heridas de bala en venas o arterias. Otro es conocido en el mundo como PAES (Parodi anti-embolism system), un procedimiento que busca evitar embolias durante la colocación de stents en las carótidas.
Le gustan las bromas, pero se pone serio frente a sus colegas y a los dueños de los laboratorios cuando se trata de defender evidencias. Como las que presentó el año pasado en un congreso en Londres ante cinco mil cirujanos de todo el mundo: según un estudio, que hizo con el médico argentino Samuel Fernández, se podrían reducir a la quinta parte la cantidad de stents que se colocan el mundo si los pacientes tomaran más agua.
Creció en Villa Devoto, se graduó de médico en la Universidad del Salvador (USAL) en 1967, trabajó en el Hospital Castex (hoy Eva Perón), en el Instituto Cardiológico de Buenos Aires y en la Cleveland Clinic, de Ohio, entre otras instituciones. Es miembro de honor del American College of Surgery, la American Surgical Association, la Sociedad Alemana de cirugía vascular y la Sociedad italiana de cirugía, entre otras, y doctor honoris causa de universidades Thessaloniki de Grecia; de Génova, Italia y de la USAL, en el país. Fue profesor invitado en medio centenar de universidades y operó en casi todos los países que conoció: cuarenta y tres.
Hasta ahora –tiene 77 años- hizo más de tres mil cirugías endovasculares con rayos X por lo que hoy solo hace una o dos por semana para cuidar su propia salud.
Maravillado por el cerebro humano su mayor inquietud en la actualidad es la injusticia social. "No damos igualdad de oportunidades", dice al referirse a los pobres de Argentina donde, según afirma, se "oprime a los que más producen".
En su libro da espacio también a denunciar la corrupción del sistema médico y los desencuentros que lo alejaron de personas a las que apreció, como René Favaloro, entre otros.
"Mi rebeldía y mi curiosidad siempre fueron de la mano. Dudo de casi todo y me encanta poner todo aprueba. No podría cambiar algo si antes no lo cuestionara", confiesa.
Lo que sigue es un resumen de algunos casos que Parodi cuenta en Vida de cirujano, vinculados con algunos de sus pacientes más conocidos.
Jorge Bergoglio
"Estoy con un curita sin recursos. Está muy grave y no le prestan atención. Vos tenés experiencia en emergencias, vení a verlo", le había pedido su amigo José Di Iorio, cardiólogo clínico. Era 1980 y el sacerdote, Jorge Mario Bergoglio, tenía 44 años y una gangrena de vesícula. "Bergoglio sabía que estaba grave y que podía morir, pero no me pareció alterado, era como si se entregara a lo que Dios había dispuesto para él", cuenta el cirujano que gratuita y desinteresadamente lo operó en lo que fue una difícil cirugía de casi cinco horas. Parodi no le cobró y Bergoglio le regaló un libro que tenía en la mesita de luz: una historia de San Ignacio de Loyola. Treinta y cuatro años después, él, que es agnóstico y considera que la Iglesia "atrasa", fue invitado por el Santo Padre para un encuentro en el Vaticano. Aprovechando un viaje a Europa por otro tema, concurrió junto con su mujer en abril de 2014. El Papa le agradeció una vez más por haberle salvado la vida. Conversaron durante una hora en Santa Marta. "Caminá un poco por las galerías, sabés que la gordura te aumenta la presión y la diabetes", fue uno de los consejos que Parodi dice haberle dado al Papa luego de comentarle que lo veía algo excedido de peso.
Carlos Menem
"Durante años me preguntaron qué sentí al tener a Menem acostado en la mesa de operaciones, inconsciente, conectado a cables y mangueras y sin ningún atributo de autoridad, ni siquiera ropa. Existe una fantasía popular algo morbosa sobre el poder que da tener a un presidente en una situación de máxima vulnerabilidad, pero no es así como funciona le mente de un médico". Aunque nunca simpatizó con su política, Parodi operó a Carlos Menem, en 1993, por una obstrucción severa de carótida derecha a pedido del entonces médico presidencial y amigo de Parodi, Alejandro Tfeli. "Desde el punto de vista médico para mí era una cirugía de rutina, pero él no era un paciente cualquiera: una complicación pondría en riesgo la vida del presidente de la Nación. Y mi carrera", escribe y recuerda que uno de los que visitó al flamante operado fue Raúl Alfonsín , quien cuatro años antes había entregado al justicialista la banda presidencial. "No se llevaban bien, pero Alfonsín tuvo un gran gesto al ir a visitarlo y hasta le hizo un chiste: ´Avíseme si ahora que está internado necesita un suplente en la presidencia'".
Amalita Fortabat
"Amalita era brava en los dos sentidos de la palabra: muy valiente y también de carácter difícil. Tenía una sensibilidad única para el arte. No era casual que me hubiera regalado un cuadro para mostrarme su agradecimiento por salvarla del coágulo en el pulmón", escribe Parodi en el capítulo dedicado a Amalita Lacroze de Fortabat , a quien presenta como una mujer "rica desde la cuna" que supo triplicar en pocos años la fortuna que había heredado de su esposo, dueño de Loma Negra, y convertirse en una de las mujeres más ricas del mundo. En 1999 y a pedido de Carlos Menem el cirujano visitó a Amalita, quien tenía 78 años y había sido operada por fractura de cadera y se sentía muy agitada. Parodi diagnosticó una embolia de pulmón y se la disolvió con medicación. En virtud de los honorarios que Parodi no le facturó, la empresaria envió al domicilio del médico una gran pintura de Guillermo Roux. A partir de entonces nació una amistad entre ellos que duró hasta que otra ocasión vinculada con el arte los distanció. En 2008 Parodi no asistió a la inauguración del museo que abrió Amalita con su colección privada. Le había prometido que iría, pero "estaba cansado y no tenía ánimo para vestirme de traje y corbata y manejar veintiocho kilómetros. Mi decisión la ofendió: me había reservado un lugar especial. Nos fuimos viendo cada vez menos, hasta que directamente dejamos de hablar".
Príncipe Rainiero
En 2000, a pocos días de que lo operaran de cáncer de pulmón, los médicos encontraron al príncipe Rainiero III de Mónaco, por entonces de 77 años, una aneurisma en la aorta abdominal pronta a estallar. Lo operó exitosamente un médico francés, Claude Mialhe, con quien Parodi había hecho la primer cirugía endovascular en Europa. Entrenado por Parodi, Mialhe implantaba endoprotesis en Francia, pero para esta ocasión pidió ayuda a su maestro argentino. Rainiero murió en 2005, a los 82 años, a raíz de un infarto agudo de miocardio, nada relacionado con aquel aneurisma. En 2017, Parodi fue invitado por Mialhe a Montecarlo a un homenaje a aquel príncipe. "Los médicos no trabajamos para esos reconocimientos, pero nos ayudan a recordar que lo que hacemos tiene impacto en la vida no solo de los pacientes, sino también de sus seres queridos", escribe.
Néstor Kirchner
En febrero de 2010, el expresidente tuvo que ser operado por lo mismo que Menem, obstrucción de la arteria carótida derecha. Le sugirieron que lo operara Parodi, pero la esposa de Kirchner, por entonces presidenta de la Argentina, se opuso. "Néstor, vos no te podés operar con el mismo cirujano que Menem", habría dicho Cristina Fernández de Kirchner , según afirma Parodi. En septiembre de ese año, Kirchner tuvo un episodio cardíaco y le colocaron un stent. En ese momento Parodi dijo a la prensa que tal medida era inútil y que, de no ser tratado rápidamente por una disfunción endotelial, el expresidente moriría. "Fui muy criticado por manifestar eso. No por mis colegas, que sabían que lo que decía era verdad, sino por los kirchneristas, que pensaban que buscaba dañar la imagen de su líder. Supe que trató mal a sus médicos, que no los respetó ni siguió las indicaciones que le dieron". Néstor Kirchner murió un mes y medio después, el 27 de octubre de ese 2010.
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