Memorias singulares
Hijo de madre alemana y padre liberiano, Hans J. Massaquoi refleja su pertenencia como niño a esos dos mundos, en los tiempos de la Alemania nazi
Desde la portada de Testigo de raza un niño negro mira hacia el lector. No tendría nada de raro si no fuera porque sobre su suéter sin mangas se ve claramente el escudo nazi, igual al que llevan los niños rubios que lo rodean. Es Hans J. Massaquoi, autor de esta autobiografía, y la foto fue tomada en 1933 en Hamburgo, donde él concurría a la escuela primaria.
Hijo de una enfermera alemana llamada Bertha y de Al-Haj Massaquoi, joven liberiano estudiante en el Trinity College de Dublín e hijo del cónsul general liberiano en Hamburgo, Hans-Jürgen, muerto hace pocos días, creció en esa ciudad en los años más tormentosos del final de la República alemana. Por decisión de su padre, que se vio obligado a abandonar sus estudios en Dublín y regresar a Liberia para embarcarse en la lucha política, Hans-Jürgen y su madre permanecieron en Alemania. Junto con Al-Haj partió toda la familia y Bertha y su hijito quedaron solos, en condiciones de vida muy distintas a la rumbosa existencia llevada hasta entonces. Bertha debió emplearse como enfermera y consiguió un pequeño departamento donde vivir. Hans quedó a cargo de Tante Möller, una vecina, quien lo cuidaba mientras su madre estaba en el trabajo y a quien él llamaba Mutti.
"Nunca es fácil ser el chico nuevo del barrio, pero en este caso, yo no sólo era nuevo sino que además era de lo más inusual", recuerda. En ese barrio Hans conoció al apelativo de "Neger" que le aplicaban los vecinitos y para el cual él no tenía respuesta. Uno de sus recuerdos más impactantes es el de una visita al Jardín Zoológico de Hagenbeck, cerca de Hamburgo, donde se exhibía, además de animales, a un grupo de africanos. Cuando éstos vieron a Hans entre el público se produjo una situación que sorprendió al niño y lo dejó sin habla, pues los harapientos africanos en exhibición empezaron a señalarlo, hasta que los espectadores se dieron cuenta de lo que ocurría y Hans quedó en medio de un mar de ojos, africanos y alemanes, que lo observaban. Mutti lo sacó rápidamente de allí.
Avezado periodista, Massaquoi hace un vivaz relato de su niñez y su adolescencia bajo el nazismo, pautadas por su crianza como "alemán de pura cepa", como se lo calificó por haber nacido de madre teutona, pero al mismo tiempo signadas por el color de su piel que revelaba el origen paterno. Ese origen le impidió acceder a estudios preuniversitarios, pues en ese caso fue declarado "no ario", por lo cual sólo pudo entrar en una escuela técnica, y debió resignar el futuro de ingeniero que para él soñaba su madre.
El período de la guerra, narrado en forma pormenorizada por Massaquoi, aporta una visión del conflicto percibido desde el lado alemán pero sin los condicionamientos de la mirada nazi. Pues, aunque influido en su infancia por la ideología imperante, el joven Hans fue poco a poco descubriendo que al no ser aceptado por el color de su piel esto lo convertía en una persona especial: era alemán, pero a medias. Quiso ingresar en las Juventudes hitlerianas y fue rechazado; convocado a las armas por su edad, se le negó el ingreso "por inservible". Cada uno de esos momentos son reflejados en la autobiografía con el recuerdo de la amargura que le produjeron.
Esta obra es uno de los testimonios más singulares de historia de vida en el siglo XX. Que un niño y luego joven negro pudiera convivir con los rubios alemanes durante tantos años, pasara por las penurias de la guerra y sobreviviera parece más un relato de ficción que algo que sucedió realmente. Massaquoi se encarga de mostrar, a lo largo de un texto pleno de anécdotas, algunas jocosas, otras amargas, cómo fue esa vida que, terminada la guerra, lo llevó a los Estados Unidos, donde tenía parte de su familia. En su nueva patria se enroló en el Ejército y participó en la Guerra de Corea, mientras desarrollaba su afición como músico de jazz y su profesión periodística. Las páginas finales del libro relatan sus reencuentros con antiguos amigos o conocidos de su juventud en la Alemania nazi. La obra se complementa con dos cuadernillos de fotografías que documentan diversas etapas de la azarosa vida del autor.
Testigo de raza. Un negro en la Alemania nazi