Medio siglo de Rubbers
Fundada y dirigida por Natalio Povarché, la galería celebra sus 50 años con fotos históricas y la muestra de uno de sus artistas más destacados: Luis Felipe Noé
El escritorio de Natalio Povarché está plagado de papelitos con tareas pendientes, prolijamente clasificados. "Mi signo es virgo; muy creativo y muy ordenado a la vez", observa el marchand, para quien "es evidente que los astros acomodaron las cosas" que lo guiaron hasta acá.
Es decir, a esta impecable esquina de la Avenida Alvear y Montevideo, donde tiene su sede Rubbers, la galería que fundó y dirige desde hace medio siglo. Desde allí administra también, como presidente de la Fundación Pan Klub, el legado de uno de los artistas argentinos más brillantes que, gracias a Povarché, tiene su propio museo: Xul Solar.
Tal vez los astros hayan influido en esta coincidencia inusual: los 50 años de Rubbers se celebrarán esta semana con la inauguración de una muestra de Luis Felipe Noé, quien cumple una década como artista de la galería y medio siglo desde que expuso su primer cuadro. Además, tanto Povarché como Noé cumplieron en 2007 sus bodas de oro con sus respectivas esposas, Elena Montero Lacasa y Nora Murphy.
Gran parte de los artistas más importantes de la Argentina expusieron en Rubbers, nacida el mismo año en que Leo Castelli abría las puertas de su célebre galería en Nueva York. Gracias al vínculo que Povarché cultivó con Castelli y los artistas pop durante varias temporadas que trabajó en Estados Unidos, en 1965 se inauguró en Buenos Aires la primera exposición de Andy Warhol en América Latina.
–¿Qué repercusión tuvo la muestra en la Argentina?
–No demasiada. A tal punto que, a pesar de que había precios muy bajos, se vendió una sola obra a un coleccionista particular. Warhol no era lo que llegó a ser. Tampoco lo era [Fernando] Botero cuando lo conocí; ni siquiera tenía galería. En 1964 firmó conmigo su primer contrato y le auguré una inmediata aparición en los museos. A los seis meses me anunció que no podía continuar con el convenio porque ya tenía tres invitaciones de museos importantes de Estados Unidos.
La visión de futuro de Povarché había quedado demostrada mucho antes. Tenía unos 20 años cuando dejó su trabajo como publicitario –que lo acercó a los dibujantes más importantes de la época– para abrir una pinturería artística en Talcahuano 1169, donde vendería marcas importadas de Estados Unidos. La llamó Rubbers, que en inglés significa "gomas".
–El local quedaba a unos 20 metros de la casa de [el crítico de arte] Rafael Squirru. El me presentó a Xul Solar, quien tuvo una gran influencia en mi vida. También conocí a pintores que tenían su estudio por la zona, como Raúl Russo y Leopoldo Presas. Así, cambié mi visión de la ilustración de los publicistas por la imagen de los plásticos. Y fui acomodándome, inconscientemente, a lo que tenía que hacer.
Lo que hizo fue cerrar la pinturería, redecorarla y abrir la galería, en el mismo lugar y con el mismo nombre. Su primera muestra, en junio de 1957, incluyó a Xul Solar, Lino Enea Spilimbergo, Norah Borges, Juan Battle Planas y Orlando Pierri. El escenario era propicio: en esa época solo había un puñado de galerías en Buenos Aires, entre las que sobresalían Van Riel, Wildenstein, Witcomb, Velázquez, Viau, Peter Kramer y Alfredo Bonino.
–Para mí, las más destacadas eran Van Riel y Bonino. Esta última era la única dedicada al arte contemporáneo. Yo también nací con esa mirada, al igual que Ruth Benzacar, en 1965. Hoy no niego la instalación y las corrientes de vanguardia, cuando son absolutamente fundamentadas, filosófica y estéticamente. Pero no dejo mi relación con los pintores y escultores ortodoxos.
Con el tiempo llegarían varios hitos en la historia de Rubbers, como la exposición de 10 artistas argentinos en D’Arcy Gallery, en la Avenida Madison de Nueva York (1966); varias muestras en la OEA, en Washington, y la representación en la Argentina del Museo de Arte Moderno de Miami (en la década del 60); la presentación en la Argentina del Groupe de la Recherche D’Art Visuel de París (con exposiciones de Horacio García Rossi y Hugo De Marco, 1967 y 1969), la presentación internacional de la obra de Xul Solar, en la FIAC (París, 1977), una gran muestra de este artista en el Museo Reina Sofía (Madrid, 2002) y una gira internacional, también con la obra de Xul (Buenos Aires, San Pablo, Houston, México DF, 2005-06).
Una mención aparte merece la tercera de las cinco sedes de Rubbers, que se instaló en un lugar clave: Florida 935, frente al mítico Di Tella. Era 1968, año de rebeldía como pocos, y Povarché sorprendía con una galería con las paredes y pisos forrados de moquette negra.
–Fue una sugerencia del arquitecto. Y acepté porque pensé lo siguiente: si para iluminar un brillante los joyeros usan un estuche con tela negra, ¿por qué no podemos colgar una obra en una pared negra? Fue ideal para borrar la presencia de la gente en la sala, porque la moquette absorbía la luz y permitía concentrar la mirada en la obra.
Esa sede se inauguró con la exposición de Nicolás García Uriburu, quien volvía de su exitosa estadía en Europa. Pero siguieron otras, no menos importantes. Como la de Luis Benedit –que expuso entre otras cosas un panal de abejas real– Emilio Pettoruti, Martha Peluffo, Leopoldo Presas y Antonio Berni.
En 1970, Rubbers se mudó a Suipacha 1175, donde Povarché repitió la caja negra para exponer a artistas de la talla de Raúl Soldi, Pedro Figari, Joaquín Torres García, Alfredo Hlito, Rogelio Polesello, Marta Minujín y Alicia Penalba. Los últimos años de esta sede coincidieron con la apertura de un gran espacio en El Ateneo Grand Splendid, sobre la Avenida Santa Fe, que inauguró con una muestra de Antonio Seguí.
Ambas sucursales cerraron para dar lugar a la planta baja de Alvear 1595, donde el negro quedó limitado al piso de madera y las paredes volvieron a su blanco original.
–Les dije a los arquitectos: quiero una galería que podría estar en pleno Manhattan.
Y lo logró, no solo en el sentido estético. Desde su ordenado escritorio, Povarché representa a artistas de prestigio internacional, como Antonio Seguí, Luis Felipe Noé y Aldo Sessa, y asegura que el 50% de sus clientes son extranjeros. En estos días coordina el envío de obras del artista a la Feria Pinta, en Nueva York, y se ilusiona con una posible muestra de Xul Solar en el MoMA, en 2009.
Este apasionado cordobés, que prefiere no revelar su edad, trabaja codo a codo con su hija, Mariana, codirectora de la galería. Y celebra que ella comparta, con Gabriela Van Riel y Orly Benzacar, la gran responsabilidad de heredar una parte importante de la historia del arte argentino.
Ficha
- Obras de Luis Felipe Noé, realizadas en los últimos 10 años, y fotografías históricas de Rubbers. Desde el jueves 8, de 11 a 20, en Alvear 1595.
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