Matías Duville, en el camino
Tenía 7 años cuando su hermano Pablo, de 8, comenzó a tocar el teclado. La música de aquellos primeros ensayos invadía cada rincón de la habitación que compartían, hasta meterse incluso en sus sueños. "El sonido comenzaba muy fuerte e iba bajando a medida que me quedaba dormido. Actuaba como un soundtrack para entrar en lo visual", le diría décadas más tarde Matías Duville a Jorge Macchi, uno de sus principales maestros junto con Guillermo Kuitca.
Para entonces, ya consagrado con una carrera internacional a los cuarenta años recién cumplidos, este artista nacido en Quilmes que pasó su adolescencia junto al bosque en Mar del Plata se disponía a inaugurar una muestra en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro.
Una de las tantas que realizó en varios países, a las que sumará en los próximos meses exhibiciones en Los Ángeles, Estambul, San Pablo y Art Basel Miami. En abril inaugurará además en Colección Fortabat una retrospectiva curada por el español Gabriel Pérez Barreiro, que también aspira a cruzar fronteras.
Todo esto sin contar más de una decena de residencias en el exterior y una aventura creativa por Alaska. "La idea de un estudio fijo no me resulta. Necesito cambiar de contexto, recorrer la costa me va nutriendo", dijo a LA NACION revista desde el oeste de Estados Unidos, donde pareció estar viviendo su propia experiencia beatnik mientras preparaba una muestra curada por la alemana Stefanie Hessler que abrió hoy al público en el Museo de Arte Latinoamericano de Los Ángeles (Molaa).
Las obras de gran formato que realiza en sanguina, un pastel color rojo sangre, están inspiradas en los momentos que pasa a diario sobre la tabla de surf y los atardeceres que ve desde la ruta. Apela una vez más al dibujo como otra forma de viajar, como una exploración solitaria hacia territorios desconocidos.
"¿A dónde vamos ahora?", pregunta Sal Paradise en la célebre novela En el camino, escrita por Jack Kerouac al ritmo del jazz, tras haber llegado a California desde Nueva York. En esta última ciudad estuvo también Duville hace un par de años para presentar en el MoMA The Valise Project, un proyecto colectivo que integró artes visuales, literatura y la producción de un disco de vinilo... grabado junto a su hermano Pablo, el que le aportó la banda de sonido a sus sueños.
"Cuando pienso en una imagen, pienso también en sonido. Es un material más, como un líquido que se mete en la sala. Produce una contaminación entre las obras, genera movimientos. Rompe la manera en que imaginás las cosas", dice Duville, convencido de la importancia de "correrse del lugar donde uno está cómodo". En todo sentido.
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