“Matar a un ruiseñor”, el libro en el que Harper Lee reflejó la profundidad de su infancia
La Biblioteca Pública de Nueva York es, sin dudas, una de las más importantes del mundo y, entre los libros más prestados que yacen en sus estantes, se distingue la obra maestra de la escritora estadounidense Harper Lee: “Matar a un ruiseñor”.
Fueron 422.912 las veces que diferentes lectores se acercaron a pedir la novela publicada en 1960, lo que lo ubica entre los cinco textos más solicitados del edificio ubicado en el Bryant Park, uno de los tantos símbolos que colocan a su autora entre las más reconocidas de la escena literaria global (además del Premio Pulitzer, claro).
A su vez, “Matar a un ruiseñor” llegó al cine de la mano del director Robert Mulligan, con las interpretaciones de Gregory Pack, Mary Badham y Robert Duvall. La película ganó tres Premios Oscar en 1963, uno de ellos para el protagonista, que fue reconocido en la categoría de Mejor Actor.
El Derecho y la Literatura
Nacida el 28 de abril de 1926 en Monroeville, Alabama, Lee respiraba en su casa, ya desde chica, todo lo que tenía que ver con el Derecho y las Letras. Era la menor de cuatro hermanos y su padre, abogado, formaba parte de la Legislatura estatal, además de ser dueño partícipe del diario local. Su madre, por su parte, sufría una discapacidad mental, diagnosticada por algunos especialistas como un desorden bipolar.
Harper no tenía demasiado interés en hacer amigos en la secundaria y tampoco se preocupaba por estar a la moda. Tenía más bien un estilo varonil y, según la describían, parecía algo individualista.
No obstante, cuando ingresó en la Universidad de Alabama, forzó su costado social y se unió a una hermandad. Su interés por la literatura inglesa, que había nacido durante el colegio, la llevó a inclinarse también por la escritura y a convertirse en la editora de una revista de humor de la facultad llamada “Rammer Jammer”.
Ingresó en la facultad de leyes pero al poco tiempo se dio cuenta de que se quería dedicar a escribir. Se lo contó a su familia y, al volver de un intercambio en la Universidad de Oxford, en Inglaterra, finalmente dejó la carrera de abogada. Sin embargo, sus futuras obras tendrían mucho que ver con tal especialidad.
Lee escritora
En 1949 llegó a Nueva York con la esperanza de dedicarse a lo que más la apasionaba. Vivía en un departamento alquilado y sus vecinos se cansaban de escuchar el golpe de sus dedos en la máquina de escribir. Con 23 años, su necesidad de mantenerse la obligó a dividir su rutina entre la escritura y trabajos como vendedora de boletos para las compañías Eastern Airlines y British Overseas Air Corp.
El escenario dio un vuelco cuando Lee conoció a un compositor de Broadway llamado Martin Brown y a su mujer, quienes le brindaron apoyo económico para que se dedicara en un cien por ciento a la literatura. Harper dejó sus trabajos y contrató un agente, Maurice Crain, quien consiguió que la compañía editorial J.B. Lippincott se interesara en uno de sus borradores.
La autora ya estaba trabajando en una historia situada en Maycomb, una ciudad ficticia inspirada en su Monroeville natal, en la época de la Gran Depresión. La trama de la novela era la lucha de un abogado blanco, Atticus Finch, por defender a un hombre afroamericano acusado inocentemente de matar a una mujer blanca. Todo desde la perspectiva de Scout, la hija de seis años del abogado.
El título del texto que Lee estaba maquetando y que reflejaba el racismo existente en el sur de Estados Unidos sería más tarde “Matar a un ruiseñor”.
En cuanto a los personajes, varios aspectos de Scout coincidían con los de la autora; Atticus era un reflejo del padre de Harper, quien en 1919 había tenido que defender a dos hombres negros acusados de asesinato; la madre ficticia de la familia Finch había fallecido apenas nació la pequeña, un paralelismo, quizás, con la ausencia psicológica de la mamá de la escritora; y, en la vida real, la escritora definía a su hermana Alice como “Atticus en pollera”.
La amistad con Truman Capote
Pero hubo otro personaje inspirado en alguien muy importante para Lee, que no formaba parte de la familia. Dill, el amigo de Scout, estaba pensado en base a Truman Capote, compañero de andanzas de la autora.
“La madre y el padre de Harper Lee vivían muy cerca de mi casa, y ella era mi mejor amiga. ¿Has leído su libro ‘Matar a un ruiseñor’ que tiene lugar en el mismo pequeño pueblo de Alabama donde vivíamos? Soy un personaje de ese libro. Su padre era abogado y ella y yo solíamos asistir a los juicios juntos todo el tiempo cuando éramos niños. Íbamos a los juicios en vez de ir al cine, como lo hacían otros niños’”, manifestó una vez Capote.
Apenas se publicó la obra maestra de la escritora, algunos detractores de su talento sospecharon que no era de su autoría, sino que quien había escrito el libro había sido Capote. Sin embargo, una carta de 1959 desmintió todo rumor. Allí, el padre de la novela de no ficción le daba una devolución muy positiva a Lee sobre su borrador.
De hecho, fue Harper quien acompañó a Truman a Kansas en 1959, a cubrir los asesinatos de la familia Clutter para The New Yorker. Allá entrevistaron a varias fuentes e investigaron a fondo los hechos. Todo el material se convirtió más tarde en “A sangre fría”.
Y, a pesar de que Capote no tuvo la delicadeza de mencionar a Lee en su trabajo, la amistad entre ambos perduró. Fue tal el rol protagónico que la autora tuvo en el libro de su amigo que fue invitada por los acusados del crimen, Smith y Hickock, a presenciar su ejecución en 1965, pero ella se negó.
“Ve y pon un centinela”
En 2015, un año antes de la muerte de la autora, apareció una segunda obra: “Ve y pon un centinela”. La secuela de “Matar a un ruiseñor” en verdad había sido escrita primero, pero fue modificada finalmente por la autora. Allí, Scout tenía 26 años y narraba su vuelta de Nueva York a Alabama; y el personaje de Atticus Finch, quien había sido planteado antes como un héroe con una moral impoluta, ahora aparecía como todo lo contrario, alguien racista y relacionado al Ku Klux Klan.
Todo esto generó un fuerte debate entre los seguidores de Lee, pero, en su primera edición, consiguió vender dos millones de ejemplares.
Se especuló también con que su publicación fue sin la voluntad de la autora, que con 88 años estaba atravesando un difícil momento de salud, pero su abogada, Tonja Carter, quien había encontrado el manuscrito de este segundo texto, compartió un mensaje suyo que decía: “Estoy viva y coleando y muy contenta por las reacciones hacia el ‘Centinela’”.
Lo que no se publicó
Tras el éxito de “Matar a un ruiseñor”, Harper Lee empezó a escribir un nuevo libro que no se publicó. Se trataba de una novela de no ficción acerca de un asesino serial de Alabama, titulada “El reverendo”.
Durante los años posteriores al suceso de su primer libro, Lee se mantuvo bastante aislada, lejos de la prensa y con un perfil bien bajo. Apenas apareció el 5 de noviembre de 2007 en la Casa Blanca, donde George W. Bush le entregó la Medalla de la Libertad.
El 19 de febrero de 2016, la autora estadounidense murió a sus 89 años mientras dormía. Tras una vida refugiada en la literatura, Harper Lee dejó en sus textos todo aquello que en su vida pública mantuvo en silencio.
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