Más que un relato policial
TESIS PARA UN HOMICIDIO Por Diego Paszkowski (Sudamericana)-206 páginas-($ 14)
TESIS para un homicidio , ganadora del Premio de Novela de La Nación en 1998, es el primer libro de ficción publicado por Diego Paszkowski. A juzgar por el título, parecería tratarse de un relato policial y no sería de extrañar que un lector vaya por él con la expectativa de hallar los ingredientes más tradicionales del género: una trama vibrante, un suspenso bien dosificado y una intriga atractiva. Sin embargo, como reza el viejo lugar común, las apariencias engañan; los componentes genéricos del libro son sólo la punta del iceberg y no deben confundirse con el iceberg total, sobre todo porque no están allí sus principales méritos.
"Está sentado en el último banco de la última fila del salón de lectura, es decir en la esquina opuesta a la de la entrada y, por lo tanto, para llegar hasta él hay que atravesar un pasillo que va de la misma puerta hasta los ventanales [...], pasando inevitablemente cerca de varios lectores que, a esa hora, cuando ya falta poco para el anochecer, acumulan vasitos de plástico con restos de café". Así, mediante un primer capítulo sin un solo punto seguido, Paszkowski da comienzo a la novela e introduce al lector, de un tirón, en el centro de su argumento.
Paul Besançon, un abogado de 23 años, hijo de un ex agregado cultural de la embajada de Francia en la Argentina, ha regresado de París a Buenos Aires para asistir a un seminario de especialización en derecho penal. El curso lo dicta Roberto Bermúdez, profesor de quien luego -en el segundo capítulo, donde el narrador en tercera persona deja paso al monólogo interior de este criminalista- se sabrá que, a diferencia del muchacho, proviene de una familia humilde, ha nacido en Junín, es divorciado y tiene por únicos consuelos la justicia y el whisky.
Bermúdez ignora todavía que su alumno se dedica a urdir un crimen: matar a una joven y salir impune para probar su tesis de que la justicia es ciega, pues son la anarquía y el azar los motores de la existencia. El plan de Besançon prevé además que su víctima deberá parecerse a la actriz cuya hermosura lo atormenta, Juliette Lewis. Lo cierto es que, cuando el cadáver de Valeria Di Natale aparece detrás de la Facultad de Derecho, el lector ya conoce la identidad del asesino y Bermúdez también: solamente le falta hallar las pruebas para poder acusarlo. La tensión puesta de ordinario en la pregunta "¿Cuál es la verdad?" es desplazada de este modo a la pregunta "¿Cómo demostrarla?".
No obstante, lo destacable es que no es esa inversión del esquema habitual del policial lo que singulariza a Tesis para un homicidio y le confiere su valor. Es en el dominio del cambio de voces y ritmos narrativos, tanto como en las descripciones, que recuerdan la escritura de Juan José Saer -un autor cuya prosa parece haber influenciado bastante a Paszkowski-, donde se adivina un escritor habilidoso y de esos rasgos derivan los pasajes en los cuales el texto encuentra su perfil. Por ejemplo, uno en que el asesino hace zapping buscando que aparezca en la pantalla la mujer de sus sueños: "Paul cambia de canal y otra vez ella, ahora en FOX, entrevistada en el backstage de Natural born killers , diciendo que es alguien malvado, que es como un cigarrillo, sucio, destructivo, pero deseado, y muestra por una fracción de segundo el que ella misma sostiene en su mano derecha y Paul comprende que sigue siendo Mallory, como en la película [...], los labios de Juliette que dicen que Mallory representa a un montón de demonios de la gente de hoy en día [...] que los adultos suponen que son, ya sabes, dioses, y se ríe y Paul aferra el control remoto y se ríe también".
Con la voluntad de conjugar entretenimiento y rigurosidad en la construcción formal, esta novela inaugura una apuesta literaria cuyo alcance será estimable a partir de futuros libros del autor.
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