Más pop, imposible: Marta Minujín vuelve al Lollapalooza con sus esculturas inflables
“¡Más formas que alegran!”, se entusiasma la artista, que vuelve a desembarcar con sus obras en el Hipódromo de San Isidro como en 2019
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Marta lo hizo de nuevo. De regreso a la presencialidad y mientras ultima los detalles para una muestra sobre su etapa informalista (1958-1962) en Nueva York, la artista se tomó tiempo para volver al Hipódromo de San Isidro y montar, una vez más, la escultura inflable que en 2019 hizo las veces de tótem pop en el Festival Lollapallooza.
Minujín, que utiliza mejor que nadie su cuenta de Instagram (un friso caótico donde conviven archivo, noticias y performances en su taller), publicó ayer fotos y videos del armado de la obra y el texto “¡Este año más formas que alegran, Lollapallooza 2022!” De nuevo, los organizadores la eligieron como headliner visual para la edición que la pandemia congeló en el tiempo hasta este fin de semana. Es interesante comprobar que entre su presencia y la de Miley Cirus (1992) se unen el principio y fin de la cultura pop encarnada en dos mujeres provocadoras: Minujín captó la atención de la opinión pública a partir del environment La Menesunda (que ya, entonces, 1965, era arte inmersivo) en el Di Tella y Miley rompió con el proyecto de actriz de comedia juvenil para posicionarse como una de las sucesoras de Madonna. LA NACION quiso saber si a la reina del pop art argentino le gusta la princesa country devenida pop star: “Yesss”, fue la respuesta, contundente vía whatsApp.
Para esta edición Minujín superpuso dos esculturas inflables que le dan a la obra una altura de 17 metros con lo que, dice la artista, habrá más sombra para todos. La participación de la estrella del Di Tella en el festival más icónico de estos nuevos años 20 renueva su filiación con el rock y la música pop en general. En 1969 Minujín invitó a los grupos Almendra y La Barra de Chocolate a sumarse al happening La Imagen Eléctrica, realizado junto al compositor avant garde Eric Saltzman. Antes, en el 68, había montado una especie de expopsicodelia llamada Importación-Exportación en la que mostraba la escena hippie de Nueva York y San Francisco, musicalizada con Jimi Hendrix, a quien había visto en vivo, y otros músicos top de la contracultura. En ese mismo lugar bautizó a Eduardo Beilinson como “Sky”, que luego fue Skay en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y trabó una amistad íntima con el grupo Manal al punto tal que en 1977 el bajista Alejandro Medina formó parte de una de sus muestras más insólitas: ESPI-ART. A principios de los 90, los Ratones Paranoicos le encargaron el diseño de un isotipo para el álbum Fieras Lunáticas que fue producido por el exmanager de los Rolling Stones Andrew Loog Oldham. Al fin, en 2015 se editó Los Años Psicodélicos (Mansalva) una edición facsimilar de su diario underground Lo Inadvertido que, además de recomendaciones discográficas, incluía textos inéditos de Spinetta, Miguel Abuelo y Tanguito. Como al frotar la lámpara de Aladino, todo eso es lo que vuelve a emerger cuando se infla su Escultura Blanda. Más pop, imposible.
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