Más polémicas: el Museo Británico no logra salir del ojo de la tormenta
Un desfile realizado con los mármoles del Partenón como telón de fondo vuelve a poner en tensión a la institución de Londres, que viene de atravesar un robo y la salida de su director; además, en estos días, un reclamo en redes sociales pide la devolución de una estatua moai a la Isla de Pascua
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El hallazgo en octubre pasado de unos 350 objetos entre los tantísimos que habían sido robados, tras el recambio de autoridades en su dirección, podría haber sido el comienzo de un alivio para una sonora crisis que atraviesa el Museo Británico. Sin embargo, la institución no logra salir del ojo de una tormenta.
La política que durante siglos le permitió a Inglaterra expoliar algunos de los tesoros artísticos más significativos de la cultura mundial para engrosar el patrimonio del Museo Británico, generó dos nuevas polémicas en la institución, que desde hace unos días soporta una campaña en redes sociales por la devolución de una estatua moai -uno de los monumentos de piedra de la Isla de Pascua- y al mismo tiempo despertó el enojo del gobierno griego por montar un desfile de moda con los frisos del Partenón -reclamados por Grecia- como telón de fondo.
En el marco de una revisión de época sobre la propiedad cultural y la procedencia de las piezas que integran los fondos artísticos de los grandes museos de Europa y los Estados Unidos, que atesoran decenas de objetos robados, saqueados o arrancados de sus lugares de origen, el Museo Británico está a la cabeza de los reclamos por algunas joyas de la cultura universal como la piedra Rosetta, los Mármoles del Partenón y más obras adquiridas durante las intervenciones militares en África. También existen dudas sobre la propiedad de tesoros imperiales chinos capturados en Pekín en 1860 y de una gran escultura moai de la Isla de Pascua.
El reclamo por los mármoles del Partenón, eje de una serie de negociaciones y promesas -hasta ahora incumplidas-, generó una nueva controversia tras un desfile realizado en el marco de la Semana de la Moda de Londres, con esa impactante escenografía de fondo, lo que disparó la reacción de la ministra griega de Cultura, Lina Mendoni, quien sostuvo que al organizar un evento de este tipo en la sala de exposiciones donde se exponen los frisos, “el Museo Británico demuestra una vez más que no respeta las obras maestras del escultor Fidias”.
”Los responsables del Museo Británico trivializan e insultan no sólo el monumento, sino también los valores universales que representa. Las condiciones de exposición de las esculturas en la galería Duveen se deterioran día a día”, aseguró la funcionaria en un comunicado. La polémica se generó porque el diseñador Erdem Moralioglu eligió la sala de exposición de estas valiosas obras antiguas del Museo Británico para presentar la colección otoño-invierno 2024 de su marca homónima, Erdem, inspirada en la cantante griega Maria Callas y su interpretación de Medea.
Grecia lleva décadas pidiendo la devolución de este friso de 75 metros desprendido del Partenón, que es uno de los mayores atractivos del espacio londinense. El gigantesco fragmento llegó a Gran Bretaña entre 1801 y 1805 como parte de una extensa colección después de que el entonces conde de Elgin y embajador británico en Atenas, Thomas Bruce, residente en la capital griega bajo la dominación otomana, consiguiera el “permiso” de las autoridades locales para hacerlo. Bruce los vendió a su Gobierno por 35.000 libras, y desde 1939, se exhiben en la institución pese a los permanentes reclamos del país heleno y otras entidades, ya que Londres afirma que las esculturas fueron “adquiridas legalmente” en 1802 y Grecia argumenta que fueron objeto de “saqueo” mientras el país estuvo bajo dominio otomano.
En noviembre de 2023, una reunión bilateral prevista en Londres entre el primer ministro Rishi Sunak y su homólogo griego, Kyriakos Mitsotakis, fue cancelada por el líder británico, tras una declaración del jefe de gobierno griego a la BBC en la que estimaba que mantener parte de los frisos del Partenón fuera de Grecia equivalía a “cortar la Mona Lisa en dos”.
El debate por la escultura de Rapa Nui
En paralelo, el Museo Británico está lidiando con una ola de activismo en las redes sociales desde Chile, donde desde enero los usuarios inundan su Instagram pidiendo la repatriación de una estatua moai de la Isla de Pascua, al tiempo que apuntan a sus páginas de YouTube y Facebook, según informó el periódico The Guardian. El museo alberga dos moai extraídos de Rapa Nui en 1868 por topógrafos británicos en 1868, lo que generó persistentes demandas. La campaña, iniciada por el influencer chileno Mike Milfort, provocó inicialmente el cierre de comentarios en la cuenta del museo, llamando la atención sobre el tema a nivel mundial.
Se generó una repercusión que llegó hasta el presidente chileno, Gabriel Boric, quien expresó su apoyo durante una entrevista en la radio chilena. Sin embargo, la acción provocó críticas en la propia isla. Pedro Edmunds Pao, alcalde de Rapa Nui, dijo que el mandatario “no debería politizar algo que es tan importante para nosotros desde un punto de vista integral, espiritual y cultural”.
Rapa Nui está a 2.300 millas al oeste de Chile continental y tiene una identidad polinesia distintiva. Los isleños han expresado su deseo de una mayor autonomía del gobierno chileno, que anexó la isla en 1888. ”Damos la bienvenida al debate, pero esto debe equilibrarse con la necesidad de consideraciones de salvaguardia”, dijo un portavoz del museo. La institución sostiene que tiene “relaciones buenas y abiertas” con colegas en Rapa Nui, habiendo invitado recientemente a funcionarios de la isla a Londres para varias iniciativas en los últimos dos años. Rapa Nui alberga más de 1.000 estatuas moai, admiradas en todo el mundo por su tamaño y el misterio de cómo fueron hechas y transportadas. Fueron elaborados para albergar espíritus ancestrales, cientos de años antes de la colonización europea. La controversia subraya la compleja intersección entre el patrimonio cultural, las relaciones internacionales y el activismo en las redes sociales, lo que obliga a instituciones como el Museo Británico a navegar las demandas de repatriación en la era digital.
Con información de Télam