Más de 15.000 personas fueron a la muestra de la vanguardia rusa
Se exhiben obras de Kandinsky y Malévich en el Centro Recoleta
Se puede tomar un avión que tarda 20 horas a Moscú o a San Petersburgo; de allí, subirse a interminables trenes hasta Astraján, Nizhni-Nóvgorod o Samara y visitarlas... o, como ya lo hicieron más de 15.000 personas, se puede visitar el Centro Cultural Recoleta, y recorrer la muestra de obras de la Vanguardia Rusa que, por primera vez, pisa América latina.
Se trata de más de 60 trabajos de artistas como Vasili Kandinsky, Kazimir Malévich, Aleksandr Ródchenko y Natalia Goncharova, que representan las distintas tendencias del arte moderno que tomaron cuerpo en Rusia durante los años cercanos a la revolución de 1917, y constituyeron una de las etapas más brillantes del arte del siglo XX.
"Primero fuimos buenos alumnos de los grandes artistas franceses o italianos, pero luego ocupamos nuestro propio nicho en el arte mundial, para volvernos más fuertes que nuestros maestros", se enorgullece Natalia Dementieva, viceministra de Cultura de la Federación Rusa, que viajó especialmente junto con curadores de los 16 museos participantes para la inauguración.
Pero en la muestra, abierta al público -de martes a domingo- hasta el 20 de abril, no sólo se exponen los trabajos de las figuras más relevantes, sino también obras pertenecientes a los museos provinciales, prácticamente desconocidas hasta ahora fuera de Rusia.
"Las dimensiones del país son tales que, por muy ricas que sean las colecciones de las grandes ciudades, éstas son incapaces de reflejar el fenómeno cultural que tiene lugar desde el Volga hasta Siberia", explicó la funcionaria, en diálogo con La Nación .
Intercambio de artistas
La organización de la muestra estuvo a cargo de Teresa Aguirre Lanari de Bulgheroni, con el apoyo de la Cancillería, la Secretaría de Cultura porteña y el Centro Cultural Recoleta.
Y como parte del proceso de intercambio que la exhibición implica, Dementieva adelantó que el próximo paso será traer a los artistas contemporáneos de su país a mostrar sus obras a Buenos Aires -y llevar a los argentinos a Rusia-.
"Durante el totalitarismo, el arte de las vanguardias no tuvo salida hacia la gente. Aprendimos, sin embargo, de estos pintores por medio de sus discípulos, o de los libros que se traían del extranjero, y así el arte no murió", dijo.
-¿Cómo pudo mantenerse?
-No se puede frenar la producción artística, sólo dificultarla. Los pintores creaban en sus talleres, pero no tenían la posibilidad de llegar al público. Las exposiciones se hacían en departamentos privados y en las embajadas. Por presión de reglas ideológicas, no se podía demostrar ninguna iniciativa fuera de los dogmas. Pero después de la apertura, todo ese talento acumulado hoy está saliendo al escenario mundial.
-¿Qué les recomienda a los jóvenes artistas de su país?
-Que se abran, que aprovechen y se comuniquen con todo el mundo. Yo no aprendí inglés, ¿para qué?, si nunca lo iba a usar. Hoy, en cambio, las nuevas camadas reciben los flujos de todas las corrientes mundiales, y eso es enormemente enriquecedor. Si hay algo que me gustaría, es la posibilidad de ser yo joven hoy.
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