Martin Parr: "En fotografía, la Argentina juega en primera"
El fotógrafo británico elogió la escena local durante su visita al país, donde registró el lujo en el Abierto de Polo
Martin Parr es alto, flaco y canoso. En una tarde sofocante en Buenos Aires, parece no sentir el calor. Se lo conoce por su serie de fotografías sobre los turistas y ya ha estado otras veces en nuestro país. En esta ocasión vino especialmente desde Londres, invitado por la productora Thank You Very Much!, que tiene su representación, para tomar fotos en el Campeonato Argentino Abierto de Polo, donde rastreó el tema del lujo en ciertos circuitos exclusivos.
La charla transcurre lejos del asfalto ardiente, en unas oficinas confortables con un jardín de helechos al fondo. El libro Luxury –tapas negras de cuero con letras doradas– descansa sobre la mesa y da una idea de otras series relacionadas.
–¿Cómo y cuándo empezó la serie sobre el lujo?
–Empezó alrededor de 2005, aunque ya había tomado en los años 90 algunas fotos relacionadas con este concepto. Entonces sobrevino la crisis y pensé: ¿será una mala idea? Pero después se me ocurrió que podía funcionar como un epitafio. Luego de la burbuja financiera, me parece que tenemos una nueva realidad: el mundo está en bancarrota pero igualmente hay gente rica, ahora hay ricos más ricos que nunca. De todos modos, creo que no hay tanta ostentación, hay un poco más de sentimiento de culpa, aunque no en lugares específicos como el polo, donde eso no tiene importancia.
–En general los fotógrafos contemporáneos se centran en aspectos visuales vinculados con la pobreza. ¿Qué es lo que lo lleva a registrar lo opuesto?
–No creas, soy muy democrático. He hecho series sobre turistas, soy como un fotógrafo industrial.
–¿Qué es lo que encuentra en el polo para la serie Luxury?
–Gente bien parecida, inteligente y rica. En la Argentina hay todavía una elegancia. Aquí arrastran una arrogancia europea que me gusta, lo mejor de la arrogancia europea con un nuevo twist latino, que para mí es la mejor combinación.
–¿No lo encuentra un poco decadente?
–Quizás, pero ¡muy fotogénico! Una de las cosas más interesantes del polo aquí es que la gente disfruta del juego. Si uno va a los torneos en cualquier parte del mundo, se encuentra con un pequeño porcentaje de espectadores que entienden y están siguiendo el juego, los otros están ahí por lo social, para la ocasión. Acá el público realmente va a ver el partido, ésa es una gran diferencia. La otra diferencia es que en otros lados los más entusiastas se llevan su almuerzo y aquí están los bares auspiciados por empresas, donde uno es invitado. Por supuesto, yo no soy un experto en la estructura social de este tipo de eventos, pero es un lugar muy agradable para estar.
–¿Cuántas fotos saca cada vez para las series?
–Millones, muchísimas. Saco muchas malas para tener alguna buena. Este fin de semana saqué 1500 fotos; si de eso puedo rescatar veinte, voy a estar muy contento.
–¿Cuándo decide que el proyecto está terminado?
–Oh, este proyecto tiene que ser chico, es sólo de polo en la Argentina. Ya hice otros proyectos sobre polo en Suiza, por ejemplo. El polo es muy eficiente en atraer a la gente rica, sacarlos de sus refugios.
–¿Fue fácil tomar fotos en el Abierto de polo?
–Relativamente fácil. Obviamente, eso no quiere decir que tuve éxito. Tenés que lidiar con el estrés de la gente que no quiere ser fotografiada o la otra que le hace caras a la cámara o posa, que es lo aburrido. Me focalizo en la gente, en lo social, no en los otros aspectos ya trillados, como los caballos o los jugadores. Pero en comparación con Inglaterra o Europa esto fue leve, un esfuerzo muy agradable.
–¿Cómo hace para no caer en un cliché, tal como usted los describió en su blog?
–En cierto sentido, no se puede. La gente del mundo del arte cree que son tan superiores al resto, y en realidad todos somos predecibles en alguna medida. No creas que lo que nosotros hacemos está exento de crítica, porque mucho de lo que hacemos es viejo o trillado. Por supuesto que cuando vas a ver trabajos de estudiantes, entre cincuenta alumnos, dos o tres van a sobresalir y otros harán un trabajo más común, tomando las formas modernas de las prácticas contemporáneas para encontrar su "voz". Esos trabajos van a estar llenos de lugares comunes. Dado que la fotografía es una idea tan glamorosa, ha tenido mucho éxito y es muy popular, pero como cualquier otra práctica, no hay atajos; tenés que trabajar duro. Parece fácil eso del clic y ya está. Es lo mismo con cualquier medio, pero por supuesto necesitamos lo malo para poder apreciar lo bueno.
La conversación gira hacia el estado del mercado de la fotografía en la Argentina, "uno los lugares más interesantes del momento". "Ustedes tienen muy buenos fotógrafos. Por ejemplo, Alejandro Chaskielberg, al que le edité un libro, vende muy bien en el mercado afuera", observa. Pregunta curioso por los intereses del público local, cómo hacemos para hacer circular la obra por el mundo con leyes tan restrictivas, y se interesa también en las ferias regionales y de nuestro vecino, Brasil.
Se entusiasma con el lanzamiento de un nuevo libro, The New Latin Look, con prólogo del artista brasileño Vik Muniz y editado por Ivory Press, la editorial de Elena Foster. El volumen incluye el trabajo de dos fotógrafos argentinos: Chaskielberg e Irina Werning, a la que Parr le augura un futuro brillante. También menciona entre sus favoritos a Esteban Pastorino y a Alessandra Sanguinetti, y sostiene que es el turno de América Latina. Es más, cree que El fotolibro latinoamericano, editado por Horacio Fernández y publicado en varios idiomas, marca un antes y un después en este campo.
"Hay una historia escondida sobre libros de fotografía en América Latina que ahora ve la luz. Una de mis grandes cruzadas es tratar de elevar el rango de los libros de fotos en el mundo. Pareciera que los únicos que no se dan cuenta de lo que está sucediendo son los fotógrafos argentinos. ¡Ésta es una época increíble y acá lo ignoran! En fotografía, la Argentina juega en primera. Hay una generación de jóvenes destacados en el nivel internacional, con una nueva mirada."
Adn parr
Epsom, Gran Bretaña, 1952
Con cuarenta años de trayectoria como fotógrafo documental y más de cincuenta libros publicados, es uno de los fotógrafos contemporáneos más influyentes del mundo y uno de los exclusivos miembros de Magnum, la cooperativa de fotógrafos fundada por Henri Cartier-Bresson y Robert Capa. Sus retratos de situaciones sociales, desde el turismo masivo hasta la intimidad familiar, reflejan su gran sentido del humor
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