Marta Minujín tuvo su fiesta inolvidable en el Malba después de cumplir 80 años
Con unos doscientos invitados vestidos de negro, la artista más popular de la Argentina celebró la “boda” con la eternidad en el museo, al que llegó en colectivo
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El dress code de la invitación a la gala, enviada a menos de doscientas personas, imponía un riguroso negro. Escrito con letras doradas, demandaba también anteojos oscuros. Un uniforme perfecto para que la “novia”, Marta Minujín, se destacara con el exuberante vestido rosa con el que descendió hoy de un colectivo de la línea 67 en la puerta del Malba, para casarse “con la eternidad” un día después de haber cumplido 80 años. En el mismo lugar donde, hace una década, bajó de un mateo vestida de blanco para celebrar su boda con el arte.
Llegó del brazo de un acompañante anónimo que lucía una máscara de Vincent van Gogh, una de las que ella usa en los videos que comparte en Instagram. Con una amplia y vaporosa falda de tul, el diseño del joven santafesino Jorge Rey –regalo que Amalia Amoedo le hizo a la artista más popular de la Argentina– contrastó con la alfombra negra sobre la que caminó mientras sonaba la marcha nupcial hasta el hall del museo, cubierto por globos al tono, donde la esperaba una torta de chocolate sin velas. Se descartó la idea inicial de hacerla de caviar, así como de teñir el champagne y los bocaditos. “En 1975, cuando hice eso en el CAyC para inaugurar La academia del fracaso –recordó Minujín en diálogo con LA NACION–, Jorge Romero Brest se asustó cuando fue al baño y fue a consultar al médico”.
También era negro el ramo de flores, regalo de Teresa Bulgheroni, que tiró más tarde a los invitados, junto con un retazo de su vestido. “Es el color de la gente del arte –agregó–. En Nueva York es cada vez más notable: todos los curadores se visten así. Yo misma, durante veinte años hasta el 2000, no usé nada que no fuera negro”.
Ahora que se inspira en sus colchones y dibujos fluorescentes para lucir versiones pop de los mamelucos que creaba su abuelo en el taller de San Cristóbal, Minujín le quita peso a la edad. “No sé por qué los 80 son tan significativos... Entrar en la octava década no es fácil pero para mí es facilísimo, ¡me siento de 25 siempre!”, cuestiona, mientras Paul McCartney demuestra una vitalidad similar a meses de haberlos cumplido y Mick Jagger se encamina a hacerlo bailando sobre los escenarios con su energía habitual.
Con el mismo espíritu de estrella de rock, la artista nacida en San Telmo compartió ayer en su cuenta de Instagram por su cumpleaños un reel con imágenes históricas acompañadas por la canción “(I Can’t Get No) Satisfaction”, de The Rolling Stones, y hoy optó por danzar un tango creado en 1983.
Ese año retornaba la democracia en la Argentina, y ella también participará del festejo del aniversario: el 25 de mayo inaugurará cerca del Centro Cultural Kirchner un Partenón de libros prohibidos idéntico al que construyó en 1983 sobre la Avenida 9 de Julio, en el que se inspiró para la recreación presentada con títulos censurados en distintos países en la Documenta de Kassel en 2017. “Eso es lo que más me gusta hacer”, confesó a LA NACION.
A comienzos de marzo, el registro de su obra Simultaneidad en simultaneidad será incluido en la muestra Señales: cómo el video transformó el mundo, en el MoMA. Luego seguirán dos grandes muestras individuales en la Pinacoteca de San Pablo y en el Museo Judío de Nueva York, y el año próximo La Menesunda se exhibirá en Dinamarca, Bélgica y Gran Bretaña.
Pese a que ya están en marcha hace meses los preparativos que implica esa intensa luna de miel, Minujín no muestra signos de cansancio. Girando al ritmo de un vals inició esta “celebración con participación” de amigos y artistas como “Yuyo” Noé y Guillermo Kuitca. “La primera retrospectiva la hice en este museo. No hay nada que hablar; esto es vivir el arte”, exclamó.
Entre los presentes hubo representantes del Malba y otros museos, como Mariana Marchesi, del Bellas Artes, y Teresa Riccardi, del Sívori, además de artistas, curadores y galeristas, que fueron invitados a participar en el festejo por jóvenes enmascarados o con sus caras pintadas.
Con máscaras de animales, de pelotas de fútbol o de la estatua de la Libertad, hacían preguntas como “¿Dónde estoy?” o “¿Me dice la hora exacta?” y los invitaban a girar sobre sí mismos y a gritar “Tiempo, tiempo, tiempo”. Otra consigna fue: “Levante los brazos y diga: uno más uno es dos, sesenta veces”.
También estuvieron presentes en el festejo Marc Stanley, embajador de los Estados Unidos, y Ulrich Sante, embajador de Alemania; Jorge Telerman, director general y artístico del Teatro Colón; y Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación.
Los rostros de algunos de los que integraban el equipo de Minujín parecían deformados al estilo cubista, en homenaje a Pablo Picasso, como cuando ella realizó hace medio siglo la “ópera-happening” Kidnappening en el MoMA meses después de la muerte del maestro malagueño.
Nadie fue secuestrado en el Malba, como ocurrió entonces con quince de los presentes. Pero sí se presionó a los invitados para que dejaran el hall, después de que extrajeran de la torta una decena de dijes con forma del Partenón. Las puertas se cerraron tras ellos al llegar a la explanada, desde donde vieron cómo Minujín se disponía a tomar el colectivo. “El modelo del tiempo es la eternidad”, gritaban sus acompañantes.
Faltaba todavía, sin embargo, el bonus track. Minutos más tarde la artista reingresó por una puerta trasera del museo, para mantener un breve diálogo con periodistas en el auditorio. “Después de los 90 no quiero vivir más, quiero desaparecer. Porque se te va cayendo todo, no solo la cara -confesó-. La eternidad es invisible, es intangible, es como la estela de un cometa. Entrás en un mundo etéreo, como en un arcoíris”.
Cómo será la luna de miel
- Partenón de libros prohibidos: el 25 de mayo presentará cerca del Centro Cultural Kirchner una instalación idéntica a la que construyó en 1983 sobre la Avenida 9 de Julio, en la que se inspiró para la recreación presentada en la Documenta de Kassel en 2017.
- Pinacoteca de San Pablo: a comienzos de julio inaugurará una muestra individual en la Pinacoteca de San Pablo, centrada en el tema del juego.
- Museo Judío de Nueva York: desde fines de noviembre, una antológica reunirá allí unas noventa obras suyas; será su primera muestra individual en un museo neoyorquino.
- La Menesunda: la ambientación presentada junto a Rubén Santantonín en el Di Tella en 1965, y recreada por el Moderno medio siglo después, itinerará por tres países de Europa: Dinamarca, Bélgica y Gran Bretaña.
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