Marta Minujín: "Soy genial como Leonardo y mil veces más reconocida afuera que acá"
"Soy absolutamente genial, como Leonardo, y mil veces más reconocida afuera que acá."
Marta Minujín no titubea al compararse con Da Vinci, el gran maestro del Renacimiento. Adelantado a su época en múltiples disciplinas, a él se atribuye la autoría del cuadro más caro de la historia, Salvator Mundi, rematado en 2017 por 450 millones de dólares. Se la nota incluso indignada porque una vez más es un museo de otro país, en este caso el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el que sumará a su colección una de sus obras realizadas en la década de 1960.
Con la reciente adquisición del Minucode, ambientación que Minujín había realizado en Nueva York en 1968, el MoMA se sumó a la lista de museos del mundo que tienen obra suya. Entre ellos, la Tate (Londres) y el Centro Pompidou (París).
"En la Argentina no hay casi ninguna obra mía, y quedan muy pocas de esa época. Cuando se den cuenta, ya me habré muerto", insiste Minujín, con una energía desbordante. A los 76 años, se dispone a presentar el mes próximo La Menesunda en el New Museum de Nueva York, dos años después de haber reconstruido su célebre Partenón de libros prohibidos para la prestigiosa Documenta de Kassel. En los próximos días presentará también una escultura en la nueva estación Retiro de la línea E del subte porteño, bajo la Avenida del Libertador.
Según Minujín, la valoración local de su legado deja mucho que desear. "Revuélquese y viva, la obra con la que gané el Premio Di Tella en 1964, pasó a la Colección Blaquier, que a su vez la prestó al Recoleta; la desarmaron y nunca más la ví –asegura–. Jorge Romero Brest se quedó con un par de colchones de otra obra, Eróticos en technicolor, y donó uno al Museo Nacional de Bellas Artes, que está todo roto".
Si bien hay otras obras suyas en las colecciones de importantes museos como el Malba, el Macba, el Museo de Bellas Artes de Neuquén y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, la artista se queja de que varias de ellas fueron donadas por ella misma.
"La gran obra es el lobo marino que tiene el museo MAR, de Mar del Plata", dice Minujín, ferviente defensora del arte "efímero y popular". Para la inauguración de dicho museo, en 2014, cubrió un lobo marino de hierro con 80.000 envoltorios de alfajores Havanna, que fueron retirados por el público para canjearlos por un alfajor real en cualquier sucursal de la empresa, emblemática de la ciudad.
¿Por qué la artista más popular de la Argentina, la única a la que todo el mundo reconoce por la calle, no se siente reconocida en su país? "Soy demasiado famosa, la popularidad me jugó en contra –responde a LA NACION–. La gente llora por la calle cuando me ve, mi figura apabulla. Pero es demasiado para una mente tan recoleta, para un ambiente tan burgués."
Según Minujín, los coleccionistas "quieren algo para ellos", pero "el futuro del arte es público y masivo, y a través de las redes sociales. Andy Warhol tenía razón cuando decía que todo el mundo va a ser famoso".
A propósito de la cantidad de seguidores que tiene en su cuenta de Instagram (@martaminujin), la artista sugiere que "si cada seguidor aporta un peso por día, serían 103.000 pesos", que podría destinar a "hacer obra pública".