La artista argentina está por presentar un libro que compila las cartas que enviaba a su familia entre 1965 y 1974 desde Estados Unidos, donde realizó varias de sus obras más importantes
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La primera impresión no fue buena. El 22 de octubre de 1965, Marta Minujín llegó al Hotel Chelsea de Nueva York, célebre por haber alojado a artistas como Patti Smith, Robert Mapplethorpe, Andy Warhol y Bob Dylan. Como el barrio no le gustó, empezó a buscar un departamento. Recorrió Harlem, Wall Street, el Barrio Chino, Time Square y cerca del Central Park, pero no encontró uno que se ajustara a su magro presupuesto. Decidió mudarse más cerca del Village, al Albert Hotel. “Cuando levante las sábanas, había una cucaracha muerta”, recuerda la artista más popular de la Argentina en el comienzo de Mis años en New York (1965-1974), libro publicado por Lumen que presentará el 4 de diciembre en el Malba.
A diferencia de Marta Minujín en New York, editado por áxp en 2021, este se basa en las cartas que enviaba a sus padres. Ellos estaban entonces a cargo de su hijo Facundo, ya que quedó embarazada justo cuando ganó el Premio Di Tella que le otorgaba una beca para viajar. “En las reflexiones y pensamientos que encontrarán aquí he quitado todo lo referente a mi familia para estimular a los artistas que comienzan. Vivir en arte sin depender de nadie y buscando sólo lo que el deseo les impone no es tan fácil, y tendrán que saltar muchos obstáculos para lograr lo que quieren”, aclara en el prólogo, donde asegura no haber vendido nada “hasta los 41 años”.
Tenía 22 cuando llegó a Nueva York. Si bien ya había tenido la experiencia de vivir sola en París hasta el año anterior con muy pocos recursos, en Estados Unidos se sumaba la dificultad de que no hablaba inglés. Con el tiempo pudo comprar un televisor, y fue aprendiendo de a poco mientras escuchaba los programas y comerciales.
“Aquí no hay bares ni barrios donde encontrarse con la gente. Si entrás en la onda, genial; si no, te podés morir. Esto no es París, es mucho peor. Solitario y solo”, escribió el 28 de octubre de 1965, cuando todavía extrañaba lo vivido en Francia. Casi cuatro años más tarde, ya había cambiado de opinión: “Esta es la ciudad donde pasan las cosas –decía el 20 de abril de 1969-, donde uno tiene mucho aliciente para pensar y tener ideas”.
Entre ambas fechas, ocurrió de todo. Después de muchos trámites logró que le enviaran desde Buenos Aires El Batacazo, instalación que proponía un recorrido lúdico por cinco situaciones con la que había participado del Premio Internacional del Instituto Di Tella, para su exhibición en la galería Bianchini. “Me pregunto si después de la exposición las cosas cambiarán. Si tendré más amigos, si lo pasaré mejor -decía el 31 de diciembre de 1965-. Va a ir todo bien, es cuestión de empezar”.
La obra incluía conejos y abejas, que decidió cambiar por moscas. “Nos van a dar los huevos –explicaba el 25 de enero de 1966-, que tenemos que meter adentro de los bastidores, esta vez con nylon, y en dos días salen, ¿no es genial?” El panorama había cambiado semanas más tarde: “Las moscas se han muerto todas, a pesar de que el día de la exposición había miles. De los treinta conejos se han muerto tres, y parece que hay más enfermos. Los de la galería están horrorizados con el olor”.
Por ese motivo, la Sociedad Protectora de Animales cerró la muestra tres días antes de la fecha prevista. Y si bien Minujín confesó no estar contenta con el resultado, en un pie de página recuerda ahora que “a la inauguración fueron Warhol, Lichtenstein, todos los famosos pop”. En ese momento, parecía más preocupada porque los invitados “rompieron brutalmente la muñeca, saltaban, se tiraban como locos por el tobogán. Ahora a esperar a ver qué pasa”.
Lo que pasó fue que ese día le hicieron una fiesta, y después siguieron muchas otras. Fue conociendo colegas –como Salvador Dalí- y dio notas a importantes medios, como Newsweek, LIFE y The New York Times. “He realizado happenings pero son muy efímeros –decía en este último, en una nota de Grace Glueck publicada el 6 de febrero de 1966-. El Batacazo es tanto un objeto de arte como una experiencia. Me gusta que la gente lo atraviese sola. Quiero acortar la distancia entre la obra de arte y el espectador de una manera compulsiva, a través de la acción y la estimulación sensorial.”
A fines de los años 60 también creó el Minuphone –gracias a una Beca Guggenheim- y el Minucode. El registro de esta última integra desde 2019 la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde llegó a exhibirse con sala propia en 2021. Allí a comienzos de la década de 1970, hizo dos acciones: Interpenning y Kidnappening.
Sobre esta última -que fue pensada como un homenaje a Picasso porque había muerto meses antes, y que incluía secuestros de algunos participantes para exponerlos a diversas situaciones- no da muchos detalles en el libro, pese a que la tapa está ilustrada con un registro de esa acción. Tampoco habla sobre Warhol, con quien llegaría a hacer su conocida performance de 1985. “Estaba tan atareada trabajando que no puse nada –explica ahora a LA NACION-. Me hice amiga de Warhol, iba a todas las fiestas, pero tampoco era tan importante. Lo importante era lo que yo quería hacer y ganarme becas. Lo importante era lo que yo quería hacer y ganarme becas: me gané 17, una detrás de otra. No tenía tiempo. Les escribía a mis padres rápido, ya era muy conocida, no era como en París”.
Sí sobre Imago Flowing, un happening en el Central Park -donde pasó mucho tiempo en su época hippie- que incluyó patovicas, un show de la actriz transexual Alexis del Lago, “ángeles” vestidos de blanco y un “banquete negro” –todo lo que se servía era de ese color- para veinte personas famosas, también vestidas de negro, entre las cuales se contaba Susan Sontag y George Segal.
“Los llevaron caminando hasta el restaurante y yo quedé atrás con un último invitado y de repente me perdí en el bosque –narraba Minujín el 28 de septiembre de 1974-. Cuando llegué habían subido a los invitados, y los Body Builders, que no habían sido invitados, estaban furiosos conmigo. Y transcurrió toda la comida mientras los ángeles que estaban alrededor susurraban y silbaban”.
Para agendar:
Marta Minujín. Mis años en Nueva York (1965-1974) se presentará en el Malba (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415) el miércoles 4 de diciembre a las 18.30, con inscripción previa.
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