Mario Vargas Llosa y Orhan Pamuk: dos Nobel cara a cara
Coincidieron en sus influencias y en la preocupación por los refugiados
MADRID.- Mario Vargas Llosa tuvo que llegar a París para descubrir que era un escritor latinoamericano. A Orhan Pamuk su padre quería enviarlo a estudiar a Francia, pero él optó por quedarse en su Estambul natal y terminó por convertirse en un narrador universal.
Cara a cara, los dos Nobel de Literatura compartieron anoche una entrevista pública en Madrid que transmitió la ilusión de una charla íntima sobre sus orígenes, sus influencias, su pasión por la escritura y sus preocupaciones políticas. Era un cierre de lujo del seminario político-literario organizado para celebrar el 80° cumpleaños de Vargas Llosa.
"Yo tenía la idea muy ingenua de que necesitaba llegar a París para ser un escritor de verdad -explicó el autor de Conversación en La Catedral-. No me sentía latinoamericano y tenía un gran prejuicio sobre la literatura de Perú y de América latina en general. Pero en Francia, con 19 años, descubrí toda una obra latinoamericana que los franceses endiosaban y que era monumental. Descubrí la grandeza de Borges, descubrí a Cortázar, a Fuentes. A García Márquez lo leí por primera vez en francés."
Pamuk contó que él era un joven de una familia burguesa que lo impulsaba a huir del "provincianismo" de Turquía. Pero decidió enfocarse en su ciudad, en estudiar la milenaria tradición narrativa otomana y encontrar su voz. "Estábamos en los años 70. Para mí fue decisiva la presencia de los escritores latinoamericanos. Me enseñaron que se puede ser izquierdista, socialmente comprometido y ser creativo, original."
En él también influyó Borges, el que nunca logró el Nobel. "Yo tenía la misión autoimpuesta de ser un buen novelista. Borges fue de gran ayuda para usar la tradición de la literatura otomana despojada del costado religioso. Me dio una acrobacia técnica, una inventiva, que considero fundamental." Su otra referencia fue William Faulkner.
A Vargas Llosa nadie lo marcó tanto como Flaubert. "Sin la experiencia de haberlo leído no hubiera sido el escritor que hoy soy. Fue la lectura de Madame Bovary lo que me descubrió que el realismo no significaba chabacanería, dejadez o maniqueísmo", dijo. Pero sobre todo lo inspiró la correspondencia de Flaubert, en la que admitía su falta de talento y lo que le había costado llegar a ser un novelista de nivel. "A mí me atormentaba el hecho de que no tenía facilidad para escribir. Me costaba muchísimo redondear una frase. Flaubert me enseñó que con trabajo, terquedad y perseverancia uno puede crear un sucedáneo de ese genio que no tiene."
Pamuk habló sobre su método. Se confesó un pintor frustrado que usa la técnica de los artistas plásticos para escribir. Escribe todo el tiempo, "lentamente, con mucha paciencia", toma notas y después va encajando las piezas; decide "dónde poner cada color". "Me siento muy feliz cuando pinto, pero por supuesto me siento más relevante cuando escribo", dijo el autor de Nieve.
Antes de despedirse, los dos Nobel compartieron su preocupación por la crisis de los refugiados que afecta a Europa y en la que Turquía juega un papel central. "Han resucitado viejos prejuicios raciales en Europa y es preocupante. Los inmigrantes no vienen a quitarle el trabajo a nadie. Europa los necesita para mantener su nivel de vida. Soy un liberal, creo que las fronteras deberían desaparecer y los países, abrirse a la inmigración sin complejos", advirtió Vargas Llosa.
Pamuk, europeísta ferviente, se declaró "enojadísimo" con la decisión de la Unión Europea de pactar con Turquía la devolución de los refugiados que entren al continente. "Mi país es una democracia apenas electoral, en la que la libertad de expresión está amenazada gravemente. Y los líderes europeos se estrechan la mano con los gobernantes turcos para pedirles que hagan el trabajo sucio. Quieren solucionar el problema con un muro, pero que lo construya Turquía."
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