Mario Vargas Llosa: “Es muy difícil ser optimista frente a una América Latina dominada por las nuevas dictaduras”
En el segundo súper domingo del calendario ferial, el Nobel de Literatura 2010 conversó con el escritor Jorge Fernández Díaz; hubo además presentaciones de best sellers como Ludovica Squirru Dari y María Florencia Freijo, y un homenaje a Juan Forn
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El segundo domingo del calendario ferial -con una masiva concurrencia en un día a pleno sol, aunque con menos compras que el sábado- fue una jornada de megapresentaciones en La Rural. Mario Vargas Llosa, Ludovica Squirru Dari, Mariana Enriquez (en un homenaje a Juan Forn), Jorge Fernández Díaz, Marcelo Birmajer, María Florencia Freijo, Viviana Rivero, y Carlos Gamerro, Luisa Valenzuela y María Negroni (en el festejo del 20º aniversario de la editorial Interzona), entre otros, estuvieron en la Feria del Libro.
En simultáneo y en distintas salas, autoras del sello Penguin Random House protagonizaron varios actos. A las 16:30, se presentaron en la Feria el Horóscopo Chino 2022, de Ludovica Squirru Dari, recién llegada de Traslasierra y con mensajes a la audiencia como “Llegó el momento de ser adultos huérfanos” y “Ahora en la Argentina somos antropófagos de nuestros hermanos”; Políticamente indeseable, de la política y periodista española Cayetana Álvarez de Toledo (que luego de un encuentro en La Biela con Mario Vargas Llosa, Juan José Sebreli y Marcelo Gioffré, conversó con el periodista Carlos Pagni), y la antología de cuentos Ay, pecados. Historias que enamoran, con Gloria V. Casañas, Camucha Escobar, Carlota del Campo, Andrea Milano, Gabriela Margall, Mirta Pérez Rey, Anabella Franco, Cristina Bajo, Gabriela Exilart, Graciela Ramos, María Border, Mariana Guarinoni, Fernanda Pérez y Magda Tagtachian.
También se celebró el Día de Ucrania en la Feria, con un espectáculo artístico y palabras de representantes de la embajada de Ucrania en el país y otros organismos, en el que estuvieron presentes la exministra de Seguridad y titular del Pro Patricia Bullrich y el diputado Waldo Wolff.
Pero la presencia más destacada de la jornada fue la de Mario Vargas Llosa, el Nobel de Literatura que, recuperado del Covid, cruzó el Atlántico para volver a la Feria después de años de ausencia. El viernes se había fogueado en dos charlas con el español Javier Cercas y Alejandro G. Roemmers. Este domingo, a días de un nuevo aniversario del nacimiento del español Benito Pérez Galdós -el Balzac ibérico- se presentó en la Sala José Hernández La mirada quieta (de Pérez Galdós), el ensayo literario que Vargas Llosa escribió luego de leer durante la cuarentena la obra del autor de Fortunata y Jacinta. Antes de introducirse en la literatura galdosiana, reveló que la experiencia del Covid había sido “sumamente desagradable”, al menos por veinticuatro horas y mientras tuvo dificultades para respirar. Entre el público, estaban uno de los hijos del escritor, Álvaro Vargas Llosa; Gerardo Bongiovanni, que preside la Fundación Libertad; Álvarez de Toledo; el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Alejandro Vaccaro, y el abogado constitucionalista Daniel Sabsay. Este lunes, Vargas Llosa compartirá una cena con dos expresidentes: Julio María Sanguinetti, de Uruguay, y Mauricio Macri, de la Argentina.
El Nobel dialogó con el escritor y periodista Jorge Fernández Díaz que, como había adelantado, no se centró en la novedad editorial. “Un clásico lee a otro clásico”: así describió Fernández Díaz La mirada quieta. “Un gran escritor no siempre es un gran escritor -dijo Vargas Llosa sobre Pérez Galdós-. Su caso es el de muchos escritores: ser desigual”. Y agregó que uno de los sueños del escritor español había sido ser traducido al francés, algo que, según dijo, aún no había ocurrido, y que las obras de otros escritores españoles, como Almudena Grandes y Arturo Pérez-Reverte, siguen la “línea Galdós”, al entrelazar episodios históricos con una narrativa entretenida y accesible. “Galdós se esforzó, deponiendo sus propias convicciones y adoptando un punto de vista impersonal, en ser imparcial”, sostuvo Vargas Llosa en el rico segmento literario de la charla.
Fernández Díaz orientó el diálogo a otro ensayo del autor, La llamada de la tribu, que combina la autobiografía con la reflexión filosófico-política y donde Vargas Llosa primero relata su distanciamiento de las ideas de Jean-Paul Sartre (si bien este domingo dijo que leer a los existencialistas franceses lo había salvado del estalinismo) y luego su acercamiento al pensamiento de Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich Hayek, Karl Popper, Raymond Aron y Jean-François Revel. “Tengo muy poca confianza en la izquierda latinoamericana, y la juzgo por mi país, donde por primera vez tenemos a un presidente analfabeto -dijo-. Perú se ha convertido en un país de tercera clase”. Para Vargas Llosa, la izquierda latinoamericana (y citó los ejemplos de Perú, Ecuador y Bolivia) es “fanática, ciega y dogmática, responde a las consignas de manera automática y no hay modo de trabajar para que un cambio sea posible”.
Su colega le recordó que tiempo atrás había afirmado que América Latina iba mal. “Ahora creo que va peor -respondió Vargas Llosa-. Es muy difícil ser optimista frente a una América Latina dominada por las nuevas dictaduras, a punto de hundirse del modo más violento en el pasado”. No obstante, admitió que no se puede imponer a un país “ser liberal de la noche a la mañana” y que el liberalismo es “una adaptación a las circunstancias”. Recomendó la lectura del pensador austriaco Karl Popper, “el gran filósofo de la libertad”. Para Vargas Llosa, el futuro de América Latina depende de “elegir bien y aprovechar los ejemplos positivos de los países libres”. La disyuntiva, para el Nobel peruano, es muy clara: prosperidad o pobreza. “Pero estamos eligiendo mal”, se lamentó.
Como esperaban muchos de los presentes en la sala, la Argentina fue tema de la charla. El autor de La casa verde recordó que en su infancia, su familia recibía semanalmente tres revistas argentinas: Leoplán (para su abuelo), Para Ti (que leían su madre y su abuela) y Billiken, para el niño Vargas Llosa. Y que en su adolescencia en Lima, los jóvenes no soñaban con conocer París sino Buenos Aires. “¿Me quieres decir que pasó con la Argentina? ¿Me lo puedes explicar?”, le preguntó esta vez el entrevistado al entrevistador. Fernández Díaz miró al público y dijo: “Creo que todos conocemos la respuesta”.
De la Argentina, se pasó a Jorge Luis Borges. “Nunca me perdonó que señalara en un artículo que estaba lleno de admiración por él que en su casa había goteras”, reconoció el Nobel cuando Fernández Díaz evocó que Ricardo Piglia, en su programa para la TV Pública, había contado que Borges había descripto así a Vargas Llosa: “Vino un peruano, que debe trabajar en una inmobiliaria, porque quería que yo me mudara”. “A pesar de las bromas malas que hizo, mi admiración por Borges sigue intacta -dijo el Nobel, luego de las risas y aplausos del público-. Como todos los escritores, él tenía una ceguera: no entendía que en América Latina hubiera un problema de desigualdad social. Eso no lo entendía. Sus méritos ya sabemos cuáles son. Él creó una lengua distinta que se reduce a la mínima expresión, y dentro de esa lengua reprimida hay una enorme inteligencia. Todos tenemos que aprender algo de Borges”.
Antes de concluir el encuentro, Vargas Llosa anunció que viajaría a Perú a escribir una novela. “Siempre estoy escribiendo estas novelas; a veces no salen y las guardo -confió-. La novela es constitutiva del ser humano. Las novelas se escriben cuando hay verdadera libertad; entendidas así, crean una distancia crítica en los lectores”.
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