Mario Vargas Llosa, el ingreso de un “inmortal” en la Academia de Francia
“La novela salvará la democracia o naufragará con ella”, dijo el Nobel, apasionado francófilo que, sin embargo, jamás escribió un libro en la lengua de Flaubert; en su discurso, que convenció a los escépticos de lo bien fundado de su elección, también criticó a Putin
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PARIS. – Mario Vargas Llosa, escritor peruano y premio Nobel de Literatura, apasionadamente francófilo pero que jamás escribió un libro en francés, ingresó en la venerable Academia Francesa, donde ocupará el sillón N°18 y trabajará sobre la palabra “xerès” (jerez). El autor de La ciudad y los perros se convirtió así en un “inmortal”, como lo estipula la tradición de esa institución creada en 1635. Una contradicción más entre las muchas que parecen haber signado su vida. Porque ser inmortal nunca pareció ser su ambición. “Me parecería terriblemente aburrido. Mañana, pasado mañana, el infinito… No, es preferible morir. Lo más tarde posible, pero morir”, aseguró alguna vez al diario El País.
Y sin embargo, enviando su carta de candidatura al “secretario perenne” de la institución, Helène Carrère d’Encausse –que insiste en conservar el masculino de la función–, el Nobel peruano de literatura 2010, parece haber cambiado de opinión.
Emocionado, el autor de La fiesta del chivo, enfundado en el imponente uniforme verde de académico —que es en realidad de color azul marino, con olivos bordado en hilos de oro— pronunció su discurso de recepción bajo la célebre Cúpula de la institución, situada a orillas del río Sena, en presencia de sus pares inmortales, su amigo, el rey emérito Juan Carlos I de España, y su hija, la infanta Cristina, y de toda su familia. Patricia, su esposa de 1965 a 2015 y los hijos de ambos, parecieron así dejar atrás los tormentos provocados por la mediática, y recientemente terminada, relación del escritor con la socialite Isabel Presley.
Su discurso de ingreso, pronunciado en un francés con frecuencia titubeante, estuvo destinado a convencer a los escépticos de lo bien fundado de su elección a esa cuatro veces centenaria institución, creada por el cardenal de Richelieu con la misión principal de “trabajar en favor de la lengua francesa”. Con ese fin, Vargas Llosa relató su pasión por la literatura francesa, que descubrió siendo adolescente, mientras estudiaba en un liceo militar limeño. “Fue a partir de ese momento, después de descubrir a Gustav Flaubert y a Victor Hugo, que comencé a soñar con convertirme en un escritor francés. Sin imaginarme que más tarde, también gracias a ella, descubriría otra cara de América Latina y terminaría sintiéndome un escritor peruano y latinoamericano”, aseguró.
En ese vibrante homenaje a la literatura, y sobre todo a la novela, Vargas Llosa puso el acento en la capacidad de la cultura francesa de enseñar el ejercicio de la libertad. “Voy a confesarles mi teoría: creo que la novela salvará la democracia o naufragará con ella”, dijo quien fuera candidato en la elección presidencial de Perú de 1990. Ardiente defensor del liberalismo, admirador de Raymond Aron y de Jean-François Revel y enemigo jurado de nacionalismos y fanatismos, el escritor se declaró una vez más partidario del combate democrático frente a todos los totalitarismos, sin olvidar una clara mención a Vladimir Putin y las “tentaciones imperialistas” rusas, “que pretenden avasallar a una joven nación que lucha con todas sus fuerzas para preservar su independencia”.
En su discurso, Mario Vargas Llosa no dejó de hacer –como impone la tradición– el elogio de su antecesor en el sillón N°18, el filósofo Michel Serres, fallecido el 1° de junio de 2019. Admitiendo que no se conocieron, hizo una extensa reflexión sobre la actividad pluridisciplinaria de ese hombre, cuya proverbial bonhomía e interés por el mundo lo habían convertido en uno de los intelectuales preferidos de la juventud. Michel Serres probablemente se hubiera sorprendido escuchando a su sucesor calificarlo de “escéptico”. A él, que quizá haya sido el intelectual más optimista de Francia.
El discurso del nuevo inmortal fue redactado con la ayuda de su amigo y su traductor francés, Albert Bensoussan. Porque, escogiendo a Mario Vargas Llosa, la Academia Francesa no solo ignoró el hecho de que nunca haya escrito un libro directamente en francés, lo cual no es obligatorio, sino que también ignoró su edad (86 años), que supera el límite de los 75 años previsto por los estatutos.
Académico, tres veces
Miembro de la Academia Peruana de la Lengua y de la Real Academia Española, Vargas Llosa fue elegido en la Academia Francesa en noviembre de 2021. La candidatura de ese francófilo, que emigró a París en 1959, fue bien recibida por los responsables de la institución, que vieron así la ocasión de realzar el prestigio de la honorable casa, que enfrenta grandes dificultades para hallar personalidades que ocupen sus sillones vacantes (cuatro, en la actualidad).
“Se interesa mucho. Nos pide todo el tiempo que le enviemos cosas, nos sigue por el sitio internet y nos hace comentarios en forma permanente”, explicó en febrero de 2022 Hélène Carrère d’Encausse, poniendo también el acento en “la apasionada francofilia” del entonces futuro miembro. Esa pasión por la lengua de Molière es bien conocida y apreciada en Francia. “Siempre creí que toda persona que alimentara una vocación literaria, artística o intelectual debía trata de vivir la experiencia francesa en carne propia para estar a la vanguardia del conocimiento y la creatividad. Por eso aprendí el francés. Por eso los escritores franceses clásicos y modernos impregnaron mi juventud”, confiaba el escritor en 2016, año en que hizo su entrada a la Pléiade, uno de los raros autores que entraron en vida a la prestigiosa colección, junto a Gide, Malraux o Kundera.
Una declaración de amor que no alcanzó, sin embargo, para convencer a sus muchos críticos, que pusieron el grito en el cielo desde que se conoció la noticia. En un artículo titulado “Mario Vargas Llosa, el Nobel de la indecencia”, la Reviste du Crieur, en la pluma de Ludovic Lamant, se refiere a su elección: “18 votos a favor y tres abstenciones, sobre un total de 40 sillones –entre ellos seis vacantes en ese momento– y varios inmortales enfermos o que decidieron mantenerse lejos de la elección. Para un escritor multipremiado, publicado en la Pléiade, se trata de una auténtica humillación”, anotó. Pero fue en el terreno político donde las críticas fueron más violentas. En octubre pasado en el periódico francés Libération, un colectivo de universitarios acusó a la Academia Francesa de haber cometido “un error” e “incluso una falta”, pocos días después de que el escritor aportara su apoyo a José Antonio Kast, candidato conservador a la elección presidencial de Chile. “Esta elección plantea graves problemas éticos. Sus sucesivos apoyos al presidente colombiano Iván Duque, a la sulfurosa candidata presidencial peruana Keiko Fujimori, complaciente con el régimen de Pinochet y cercano a los círculos franquistas españoles, el escritor peruano representa un extraño inmortal”, señalan los firmantes. Para ellos, su ingreso bajo la Cúpula “daña la imagen de Francia en América Latina”.
Un juicio severo y probablemente injusto. Mario Vargas Llosa, que se define como un liberal, siempre se orgulleció de “no separar jamás la política de la moral”.
“Creo que esa es la misión del escritor. Es importante recordarlo actualmente, cuando asistimos al aumento en todas partes no solo de los populismos y nacionalismos locales, esas nuevas formas de egoísmo, sino de extremismos en todas sus formas, que suelen avanzar enmascarados”, había declarado en 2019.
Como también lo estipula la tradición, fue tarea de otro académico recibir al recién llegado a la institución. Esa intervención estuvo a cargo de Daniel Rondeau, escritor, editor, periodista y diplomático francés, conocedor riguroso de la vasta obra de Vargas Llosa quien, repasando en detalle y con generosidad la vida del escritor peruano, destacó su apego a la literatura francesa, a la democracia y sus combates contra toda forma de totalitarismo. “Usted, mi querido Mario Vargas Llosa, nunca cesó de alabar, de ponderar a Francia en todos los escenarios y momentos de su vida”, subrayó, repitiendo las razones de su presencia en esa augusta casa.
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