Mario Bellatin: "Me sorprende que los escritores quieran opinar de todo"
Luego de un "voto de inmovilidad" de dos años, Mario Bellatin (Ciudad de México, 1960) viajó desde México hasta la Argentina para visitar las ciudades de Rosario, La Plata y Buenos Aires. Al encuentro de lectores y especialistas en su obra, los "bellatinólogos", el escritor participará del coloquio Literatura y Margen, impulsado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), en el que Daniel Link, Jorge Panesi, Laura Isola y Paola Cortés-Rocca, entre otros, expondrán sobre sus misteriosas ficciones. Hoy a la tarde conversará con el investigador Leo Cherri y, mañana, la actriz y directora Analía Couceyro presentará La Bellatiada, una lectura de fragmentos de su obra, en el Centro Cultural Borges. El viernes, en el marco de Volumen. Escena Editada, en el Teatro Cervantes Bellatin presentará Paisaje después de la batalla: Los cien mil libros de Bellatin, una crónica del proyecto sobre el libro híbrido que expuso en la feria Documenta de Kassel en 2012.
Otro motivo de su presencia es la publicación en el país de Carta sobre los ciegos para uso de los que ven (Alfaguara), su nuevo libro, producto del entrecruzamiento de dos experiencias, en que un "escritor fracasado" brinda un taller de escritura creativa a los internos de una colonia psiquiátrica que no pueden ver ni oír ni hablar, pero sí escribir. Narrada por una ciega, la historia crea sus propias leyes y destila una verdad oscura sobre los poderes de conmoción que la literatura todavía reserva. Además, Bellatin llega con otra novedad: Bola negra, una novela gráfica hecha en colaboración con Liniers para la editorial mexicana Sexto Piso. Cuando pase el temblor de la crisis argentina y se aquieten los costos de producción de libros, La Editorial Común lanzará la versión argentina de esa historia protagonizada por un entomólogo.
–¿Cómo te sentís con las jornadas que te dedican en la Untref?
–No es la primera, pero esta es muy importante para mí porque el punto de vista de los argentinos me interesa mucho; siempre que leo las críticas desde la Argentina, siento que me alimentan y que hay un feedback, que es lo que me interesa de cualquier acción que haga. Basta ya de los shows, también quiero sacar algo de todo esto. Las presentaciones y ferias y los festivales son un poco infértiles y reafirman ciertas ideas preconcebidas sobre los escritores. Se dice que no hay dinero para la cultura, pero sí hay dinero para el show cultural. No hay dinero para el creador, pero sí hay dinero para que cumpla con ciertos programas. Las ferias del libro son casi siempre una especie de circo.
–¿Te parece que no alientan la lectura y el debate cultural tanto como la venta de libros?
–Sirven, pero por acumulación. Una servirá aunque no sé si tantas. Al estar tan saturadas y con tiempos fijos, no hay espacio para el debate real. Son presentaciones para ver qué cara tiene el autor, para sacarse una selficon él. Al principio el Hay Festival era así, había más espacio para conocerse e intercambiar ideas.
–¿Viajás mucho a festivales, ferias y coloquios?
–Hice un voto de inmovilidad de dos años que acaba de terminar. No se conoce tanto ese voto, que se hizo por motivos no muy sacros. Como los monjes mendicantes solo buscaban los monasterios más ricos para visitar, lo prohibieron con ese voto. Me quedé en México por dos años y le dije que no a todo lo que fuera viajar en avión. Si era en mi auto, sí. Viajar te quiebra la rutina y el trabajo. En cierta gente todavía tiene peso ese imaginario del viaje, así como también hubo un imaginario del auto, pero viajar ya es algo decadente. Este año rompí ese voto y hace tres meses estoy viajando de un lado a otro, volviendo siempre a México. No quiero hacer viajes encabalgados. En Rosario estuve en un mercado alternativo adonde llegaron las ediciones de Eloísa Cartonera de Salón de belleza y La jornada de la mona y el paciente. Fue un gesto y me dio mucho gusto que algo que se hizo hace tantos años aún tenga vigencia.
–¿En qué consiste el proyecto de transparentar la escritura de tus libros?
–Lo voy a hacer con una editora en vivo, que es una correctora de estilo muy culta que trabajó mucho tiempo en revistas frívolas o de moda y tuvo que usar siempre un lenguaje neutro. Esas revistas me hacen acordar a mis inicios como lector. Con ella hicimos una especie de pacto: va cuatro veces por semana a mi casa y rehacemos toda mi obra, para publicar en dos o tres tomos en el mismo formato. Todos iguales, de cien páginas aproximadamente, con la misma estructura y puntuación. Quedarán treinta textos estandarizados, como si desde el principio hubiera habido un proyecto de hacer libros iguales. La intención es que quede una escritura y no una anécdota. A mí me importa escribir, no decir algo. No tengo nada que contar de manera privilegiada. Se piensa que el escritor tiene que contar y que tiene un aval y una oficialidad en su voz. No me sorprende que les pregunten cosas a los escritores y les pidan opiniones, lo que me sorprende es que contesten y que se animen a opinar de todo. ¿Qué piensan del calentamiento global, la política, las migraciones? Y salen las respuestas. No tengo ganas de contar nada, pero sí de escribir.
–¿La tuya sería una narrativa de la suspensión o del vacío?
–Sería genial escribir libros en blanco. Lo más parecido que tengo es Shiki Nagaoka: una nariz de ficción, donde un escritor japonés escribe una obra intraducible. Por eso vine a ver a los "bellatinólogos" de la Universidad Nacional de La Plata, para que me cuenten qué han descubierto y qué significa mi obra. Saben más que yo sobre ella.
–En tu nuevo libro, el personaje del escritor desempeña un papel paradójico, al intentar enseñar a escribir a quien no puede e incluso no debe escribir.
–Hay un error en el título que me hizo ver Lucrecia Martel , y es que está ausente el oír. Tendemos a privilegiar el sentido de la vista y a obviar la escucha. Aunque proviene de una cita de Denis Diderot, a mi título le falta eso. En verdad, el título original era "Etchepare", el nombre del asilo psiquiátrico, que está tomado de un lugar real que existe en Montevideo, donde los perros salvajes atacan a los internados. Todo eso existe. Eso no es importante, pero ya que estamos en el espacio de la no ficción, te cuento que lo que hice fue cruzar dos experiencias. Los perros se comen a los pacientes en ese lugar. Es un problema sin solución porque no hay asociaciones prolocos pero sí asociaciones properros. Cuando quieren sacar a los perros, aparecen los defensores de los animales, pero si los perros matan a un loco no aparece nadie. La otra experiencia es un taller de escritura para ciegos que di en Guadalajara; allí conocí a los dos hermanos.
–¿Cuál es tu método de creación?
–Una de las formas que tengo es observar la realidad y mostrar dónde están los quiebres, lo que también va en contra de la imaginación desbordada que se les atribuye a los escritores. Lo que hago es mirar las cosas sin prejuicios. La colonia Etchepare existe, igual que el hecho de que los perros se comen a los internos, así que los que quieran tomar mi nuevo libro como un libro de denuncia también podrán hacerlo.
–¿Por qué motivo los protagonistas de muchos de tus libros son mutantes o criaturas biónicas o tienen cuerpos disidentes?
–Yo soy de un brazo y ahí debe haber una respuesta. Hago la salvedad de que soy de un brazo y no de que perdí un brazo. He escrito sobre la relación con las prótesis: no las necesitaba, pero la gente creía que sí. Las prótesis son para las personas que tuvieron accidentes, pero yo soy sin un brazo de nacimiento. Cuando lo hago de manera consciente, esos personajes sirven como un elemento de seducción para el lector, para que crean que escribo algo autobiográfico. Lo hago adrede. El sufismo y la literatura japonesa también son máscaras que uso, falsos Japones y falsos orientalismos para mantener un mismo no tiempo y no espacio para el otro. Yo estoy situado en un tiempo y en un espacio, pero no creo que sea necesario transmitir eso al lector. No quiero limitar la ficción a un acontecimiento concreto. Estoy harto de los autores llenos de verdades, que iluminan sus textos con sus opiniones. En el nuevo libro, los protagonistas están basados en dos personas que nacieron ciegas y a los diez años, como Dios es tan bueno, una de ellas además se quedó sorda. Ella escribe para que su hermano no esté fuera del tiempo y del espacio.
–Leí que escribirías una última novela y abandonarías la carrera de escritor. ¿Es así?
–Dije que si salía bien sería la última, pero no creo que sea así. Nunca va a salir bien. Quiero salir de los circuitos tradicionales y los monopolios. La industria editorial es como el Titanic; mientras se hunde, la orquesta sigue tocando y se siguen publicando libros. No hay un debate serio para volver a replantearse el asunto de las editoriales. Las discusiones sobre el libro electrónico y el libro físico fueron muy primitivas. Unos defendían el olor del papel o el hecho de poder tocar los libros y otros, la posibilidad de llevar cincuenta libros en un dispositivo a una isla desierta. Hay un problema con las editoriales, aunque mucha gente cree que no. Otros aprovechan la crisis y te dan gato por liebre. No creo que las editoriales independientes sean la salida. Cada año se crean nuevos gustos masivos, como Haruki Murakami. No tengo la respuesta a casi nada y menos a este problema, pero sé que antes la industria editorial tenía una función pedagógica, que ya se perdió, y que ahora se apuesta a una producción en masa, para desechar. Antes había un espacio para esos libros desechables, pero ahora todo apunta a eso. Incluso lo veo en las listas que se hacen: los 39 mejores autores jóvenes, los diez más importantes, el autor estrella que dura un año y medio. Es un riesgo porque los escritores entran en esa lógica. Por mi parte, opto por el repliegue y la austeridad absoluta. Obviamente, voy a seguir escribiendo porque es una pulsión que me acompaña desde hace más de cuarenta años.
Para agendar
- Hoy de 19:30 a 20:30. Entrevista pública a Mario Bellatin, con Leo Cherri, en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín, auditorio del tercer piso)
- Miércoles 22/9, de 19:30 a 20:30. Analía Couceyro presenta La Bellatíada, una lectura dramática de textos de Mario Bellatin (Viamonte y San Martín, auditorio del tercer piso)
- Viernes 24/9, a las 18.Paisaje después de la Batalla: Los cien mil libros de Bellatin. En el marco de Volumen. Escena Editada, el escritor mexicano desarrolla una crónica de su participación en la Documenta de Kassel 2012 (Sala Luisa Vehil del Teatro Cervantes, Libertad 815)
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