María Victoria Baratta: “El presidente y el gobernador de Buenos Aires actuaron como representantes de gremios”
Historiadora e investigadora del Conicet, la autora del libro “No esenciales. La infancia sacrificada” y cofundadora de Padres Organizados analiza el impacto del cierre de las escuelas
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“El presidente y el gobernador de la provincia de Buenos Aires actuaron como representantes de gremios. Ese no es su rol. Deben arbitrar, basar decisiones tan delicadas y costosas en evidencia científica y sobre todo pensar en los más vulnerables”, dijo este mediodía a LA NACION la historiadora, investigadora del Conicet y docente María Victoria Baratta (Buenos Aires, 1982), autora de libro No esenciales. La infancia sacrificada (Libros del Zorzal). Y se explayó: “Un 60% de los niños y adolescentes vive bajo la línea de pobreza. Las escuelas y jardines cerrados solo acentuarán la pobreza actual y futura y las desigualdades. El sujeto de la educación son los niños y los adolescentes”. En su flamante ensayo, la cofundadora de la agrupación Padres Organizados discute las razones por las que el Estado nacional mantuvo cerradas las escuelas durante casi todo el ciclo lectivo de 2020. Este jueves, el presidente Alberto Fernández decretó que las escuelas de la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires debían volver a cerrar sus puertas a partir del próximo lunes, por quince días. Para su gobierno, las escuelas abiertas son un factor de riesgo para la salud de la población.
No obstante, Baratta sostiene que es posible ir a la escuela en pandemia, con los recaudos necesarios. Su libro, que surgió por iniciativa del editor Leopoldo Kulesz, tiene un prólogo de la escritora Pola Oloixarac. “Los niños no tienen por qué pagar el pato de la pandemia -dice la autora de Mona a este diario-. La presencialidad es algo inherente al aprendizaje, sobre todo cuando los niños son pequeños. El Gobierno está haciendo algo cruel y desoye todos los criterios científicos; los niños tienen derecho a la educación”. Además de remarcar que las clases continuarían en modalidad virtual hasta el 30 de abril, el Presidente insinuó que los niños no se cuidaban adecuadamente en las escuelas. “Hay que ir a las escuelas y ver cómo los chicos juegan a cambiarse los barbijos”, declaró en una entrevista radial. Fernández fue diagnosticado de coronavirus semanas atrás. En enero, había apoyado el regreso a las clases presenciales.
La autora de No esenciales, igual que muchos otros padres de niños y adolescentes en edad escolar, recibió la noticia de la suspensión de clases presenciales como un baldazo de agua helada. “Un día antes la Ministra de Salud había declarado que ante el incremento de casos la gente debía salir solo para hacer lo indispensable y llevar a los chicos a la escuela -dice la investigadora en diálogo con este diario-. Unas horas antes del anuncio del presidente el Ministro de Educación había acordado con sus pares de todas las provincias en sostener la presencialidad. Los mismos datos oficiales daban cuenta de un bajísimo número de contagios en el aula y que, además, en su mayoría se habían producido fuera de la escuela. No queda claro para qué están las instituciones y los funcionarios si no respetan su trabajo. No queda claro si pasaron por arriba de sus opiniones o si todos lo sabían y jugaron a declarar algo diferente. Las decisiones que afectan derechos fundamentales de las personas, y en este caso el derecho humano de niños y adolescentes a la educación, deben estar basadas en evidencia”. Al inicio de la cuarentena, la autora (que es madre de una niña de cuatro años) abrió un canal de YouTube para dar clases gratuitas y abiertas para todo público sobre los temas en que se especializa. En 2019, publicó La guerra del Paraguay y la construcción de la identidad nacional (SB Editorial).
Según informa la investigadora, la evidencia oficial sobre contagios dentro del aula señala, paradójicamente, que es “uno de los lugares más seguros”. Respecto de la circulación y transporte, Baratta indica que un 50% de los chicos va caminando a las escuelas, un 20% en auto y un 30% en transporte público. “Es ese 30% el que hay que organizar, por ejemplo con agregado de micros escolares para el traslado de esos chicos y docentes -señala-. Hay muchas soluciones antes que cerrar escuelas. El presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, Jorge Cabana, declaró en ese sentido que el aula es bastante segura, el problema es la circulación. Los chicos deberían entonces estar más y no menos tiempo dentro del aula”.
Hoy nos vemos de nuevo en Olivos porque #NoCierrenLasEscuelas y #LaEducacionEsEsencial pic.twitter.com/iGXzywgvZ4
— PadresOrganizados (@PadresOrg) April 15, 2021
Según datos del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) elaborados con base en el propio Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que Baratta consigna, en la Argentina el 63% de los hogares con niños posee computadora. “Pero la desigualdad en el acceso según la clase social es enorme: en el 40% de los hogares más pobres, solo el 49% tiene computadora, mientras que en el 40% de los hogares de mayores ingresos la cifra asciende al 94% -detalla-. La brecha digital es abismal. Para más de la mitad de los estudiantes del país (un 56%), el celular es la única herramienta con la que sostiene conexión con la escuela. El 75% de los chicos estudian con dispositivos tecnológicos de uso común en el núcleo familiar”.
-¿Cómo surgió y creció Padres Organizados? ¿Qué acciones harán a partir de este anuncio?
-Surgió en Twitter a mediados del año pasado por un grupo de madres y padres que veíamos que la educación no era prioridad. Hicimos una carta pública, llevamos el tema a los medios. Se fueron armando agrupaciones en todo el país. Anoche estuvimos protestando en la Quinta de Olivos, de manera pacífica, con distanciamiento social y barbijo. Hoy está convocado por varias agrupaciones un bocinazo para las 18 en el mismo lugar y el viernes una convocatoria de varias agrupaciones, respetando el distanciamiento, a las 17 en el Palacio Pizzurno. No se trata de ser negacionistas de la pandemia, la segunda ola es una situación delicada. Pero tampoco se puede estar de brazos cruzados o solo protestando en redes. Además personalmente apelo a que otros sectores de la sociedad puedan actuar por canales institucionales, como la justicia.
-¿Cómo evalúan el desempeño del ministro Nicolás Trotta y del Consejo Federal de Educación?
-El ministro Trotta reconoció recién hace unas semanas lo que ya se sabía en el mundo desde mediados del año pasado sobre que las escuelas no son un lugar que impulse la transmisión comunitaria. Enhorabuena por ese reconocimiento, pero se perdió mucho tiempo valioso. Ahora bien, en qué queda todo eso si el presidente por un decreto decide pasar por encima del Consejo Federal de Educación y de la postura de la propia ministra de Salud. ¿Cuál es el valor de las instituciones?
-¿Los funcionarios leyeron tu trabajo o te consultaron alguna vez?
-No, no me consultaron. Me contactó un funcionario del ministerio de Educación de Chile por la investigación y algunas ONG de México, pero de la Argentina no. El libro está pensado como una guía de información y acción para madres, padres y docentes que creo que es lo que faltó y falta desde el Estado, con información sobre el Covid y los niños, las experiencias de escuelas abiertas en el mundo y los grandes costos de tener las escuelas y jardines cerrados por tiempo prolongado.
-¿En pandemia se puede ir a la escuela?
-Se puede, se va a la escuela ya en muchos países del mundo, en algunos ni siquiera se cerraron. El Covid provoca neumonías bilaterales, no cierra escuelas; eso es una decisión política que debe basarse en costos y beneficios. Además, a diferencia de otras pandemias de la historia, cuenta con la “ventaja” de no ser especialmente letal con los niños. Con los protocolos adecuados no solo se puede sino que se debe ir a la escuela todo el tiempo posible. es la prioridad. No es un invento mío. Lo dice la Organización Mundial de la Salud, Unicef, el Banco Interamericano de Desarrollo y las agencias internacionales de salud. Aunque se detecten en la escuela, la mayoría de los contagios no se produce en la escuela. Hay que maximizar los cuidados para docentes y estudiantes con las escuelas abiertas.
-¿Se hizo un balance de lo que se perdió en términos educativos en 2020?
-No tengo datos oficiales del déficit de aprendizaje en la Argentina. La evidencia empírica sugiere que las pérdidas de aprendizaje, una vez acumuladas, son difíciles de compensar completamente más adelante. Se trata de pérdidas que existen en países del primer mundo con una mejor conectividad que la Argentina. No solo se deja de aprender, sino que también se pierden habilidades ya aprendidas. Esto es válido en diferentes niveles para países como Bélgica, Estados Unidos, Países Bajos, Chile o Pakistán, por citar algunos de los ejemplos en los que se han medido estas pérdidas que se estiman desde un tercio de ciclo lectivo hasta un ciclo lectivo y medio, o se miden en habilidades perdidas en lectura y matemática. Cuánto se perdió en la Argentina, a pesar del enorme esfuerzo docente, todavía no lo sabemos, pero no hay razón para pensar que seamos excepcionales. Sobre el efecto específico de esta pandemia de Covid-19, el Ministerio de Educación de Chile estimó que luego de diez meses de suspensión de clases la caída de los aprendizajes esperados en un año para estudiantes del quintil más pobre fue del 95%, mientras que entre los más ricos fue del 64%.
-¿Hay algo para rescatar de la experiencia de 2020 respecto de la educación?
-Muy poco. Seguramente se habrán ganado recursos para trabajar también en el aula y fuera de ella. Pero la presencialidad no se puede sustituir. Y menos en los niños y mucho menos en los más pequeños.
-¿Qué se pierde con la no presencialidad en las escuelas?
-La virtualidad no garantiza el derecho humano a la educación de niños, niñas y adolescentes y menos en un país con los problemas de conectividad, acceso a la tecnología y pobreza infantil como Argentina. Los padres y las madres de más altos ingresos están en mejores condiciones para cumplir con las demandas adicionales que plantea la virtualidad; tienen mayores posibilidades de trabajar desde sus casas o de tener esquemas laborales flexibles. También son quienes pueden tener mejor acceso a la tecnología y otros materiales necesarios para la educación virtual. El cierre de jardines y escuelas exacerba las desigualdades socioeconómicas y educativas. El cierre de escuelas afecta a todos, pero los niños que provienen de hogares más pobres son los que reciben un mayor impacto. La virtualidad no sirve para el nivel inicial, que es el nivel fundamental para el desarrollo emocional y cognitivo de los niños, y también para el futuro económico del país. La no presencialidad afecta el desarrollo de los chicos con discapacidades, provoca regresiones en sus tratamientos. La no presencialidad anula los efectos de pares, los beneficios emocionales y cognitivos de compartir con otros compañeros el aprendizaje; impacta en la salud mental y física de los niños y adolescentes, desde depresiones, autolesiones, obesidad infantil, malnutrición, problemas de miopía por la exposición a las pantallas. La escuela además es el lugar en donde más se suelen detectar los abusos a niños y adolescentes, si están cerradas muchos niños y adolescentes sufren esos abusos en silencio, sin poder denunciarlos. Se pierde independencia laboral porque somos las madres las que más oficiamos de maestras en casa. Hay cerca de 13 millones de niños menores de 18 años en la Argentina. De estos, y según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, casi uno de cada tres vive en hogares monoparentales. El 25% de todos los niños vive solo con su madre, comparado al 4% que vive solo con su padre. Por lo tanto, el peso de esta crisis caerá muy desproporcionadamente sobre las madres. La escuela es el mejor antídoto contra las desigualdades sociales y de género, es realmente desolador que se vayan a cerrar nuevamente, cuando ya estuvieron cerradas un año entero y todavía quedan muchas por abrir.
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