María Kodama, el nombre de un nuevo museo para entender la discapacidad que creó un joven con autismo
Nika Pedro dirige este proyecto itinerante que inaugura mañana una muestra en la Universidad de Belgrano y tiene por madrina a la viuda de Borges; luego estará en la Facultad de Medicina de la UBA y, más tarde, viajará a Ginebra
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Cómo vive, siente, piensa una persona con autismo, sordera, parálisis, ceguera... es difícil explicarlo con palabras. Por eso, Nika Pedro creó el Museo Internacional de la Discapacidad María Kodama: un conjunto de obras de artistas plásticos que comunican lo que no se puede explicar, pero sí sentir. Se trata de un espacio de donde se sale con la empatía multiplicada.
El conjunto tiene 200 obras y hasta el 10 de agosto se puede ver en el subsuelo de la Universidad de Belgrano. A principios de octubre, estará en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y luego en un centro de neurorehabilitación. En 2024 la muestra viajará a Ginebra, Suiza, y entre otros países de América Latina hará pie en Guatemala. “Es un solo museo, pero con muchas salas. Para pasar de una sala a la otra hay que viajar en colectivo, que es el mismo esfuerzo que le representa a una persona con autismo pasar de una habitación a otra”, explica. Todas las obras se pueden ver también en el Instagram del museo
Nika tiene autismo y se dedica a ayudar a los demás desde el Foro Internacional de la Discapacidad, que preside. Soñó este museo junto con su “madrina”, María Kodama, hace doce años. “Ella me ayudó. Sabía que le iba a poner su nombre al museo y estaba contenta”, cuenta Nika. Por eso, su imagen y la de su ilustre cónyuge, el escritor Jorge Luis Borges, se repiten en la galería. “Son obras que explican en primera persona cómo se siente el placer, qué es una crisis, cómo es estar en contacto con otros cuerpos... qué pasa por dentro cuando un autista se tapa los oídos, se tira al piso, llora y grita”, señala. De una cabeza sale el rugido de un tigre, globos, la cola de una ballena, se posa una mariposa: se trata de un meltdown o el colapso que sigue a la sobreestimulación sensorial abrumadora, representado por la pintora Rosalía Alvarez Gardiol. Comunica algo que se siente en la piel y resuena en el alma. “Para aprender primero hay que sentir”, apunta.
Las obras homenajean a las personas con discapacidad y con problemas funcionales: hay abrazos a chicos con autismo, las manos de la artista Gim Soria con fibromialgia, los asombrosos trabajos de Maru Samuilov que padece esclerosis múltiple y logra maravillas con trazos de birome; rayando supera el deterioro de su motricidad. Es autora de un retrato doble, Lugar Seguro: Nika y Sofi son autistas y la imagen capta el momento en que ambos “se ausentan” para protegerse de los estímulos que los rodean. Hay también una fotografía con foco alterado de Jorge da Fonseca, para mirar con otros ojos. Agustina Palacios Machado pinta una escena oscura, un padre y su hijo jugando al ajedrez... cuando el chico solo quisiera encerrarse. La angustia crece por la tela. Lo mismo ocurre en las abstracciones de Renatta: una mancha dorada parece ir cercándose por la oscuridad que la circunda.
Eugenio Cuttica aporta una obra emblemática, Luna sobre la silla, una muchacha luminosa. Un paisaje urbano de la pintora Luisa González, abrumador, grafica cómo puede vivirse la ciudad desde una óptica diferente. Fabián Stetie pinta a un niño de diez años con parálisis cerebral entre flores y colibríes, bailando feliz con sus pies desparejos.
Hay esculturas que se pueden tocar con una asistencia. Alma, por ejemplo, una gran pieza de acero de Satori Sol Morales, hace eco en el interior si se le grita cerca. Otra de sus grandes esculturas es un cuerpo que se deshoja y desaparece. Otra obra emblemática es Brandon y Nika, una pintura de Fabián Stetie que retrata el momento en que Nika le decía que si estaba cansado de estar en su cuerpo, maltrecho, él lo aceptaba. En su mirada está todo. Es el adiós a su mejor amigo, que pronto partió.
El símbolo del museo es el unicornio, y la imagen se repite en muchas obras: “Tenemos 80 amigos del foro que fallecieron. María Kodama fue la 79. Nosotros decimos que no mueren, sino que se convierten en unicornios y nos cuidan de otra manera. Cada artista representa el alma de las personas que se encuentran en el cielo”. También los representa un ciervo: “Un animal fuerte, que va para adelante, atento al peligro. La mente es como la del autista, con ideas que se ramifican. Si nadie entorpece ese pensamiento se puede lograr algo grande, como un corazón. Así está armado el museo”. Los amigos son quienes se acercan a buscar contención e integración en el Foro Internacional Suizo-Argentino de la Discapacidad, que dirige Nika, y que incluye desde yoga hasta equinoterapia, un centro de recreación y una escuela de modelaje.
“El museo también busca salvar a las personas que fueron marginadas injustamente por siglos, sin haber hecho daño a nadie”, dice. En este trabajo tuvo aliados, como a la esposa del anterior embajador de Suiza en la Argentina, Grisel Schellenberg, y a María Povarché, directora del Museo Xul Solar y la galería Rubbers. Más de doce representaciones diplomáticas en Argentina apoyan el proyecto. Los sobrinos de Kodama, sus herederos universales, también. Hay toda una colección de retratos de la escritora y compañera del escritor más importante de la Argentina. “Ella se vestía siempre de blanco para que Borges la distinguiera entre la multitud. Fue mi gran mentora e inspiración”, reconoce Nika.
Para esta iniciativa, los artistas donaron sus obras y cada uno tuvo largas charlas con Nika. Su sabiduría es inspiradora: “La discapacidad y la cultura son parte de mis intereses restringidos. También los mitos. Pienso que las personas con discapacidad podemos volar más allá de toda limitación. La idea no es aprender a vivir con el dolor, porque el dolor no es nuestro. Tenemos discapacidad, pero somos felices. Lo que importa es lo que hacemos con nuestra vida. Salir de casa y disfrutar de cada respiración, cada color, cada árbol”.
La exposición puede visitarse en Zabala 1837, de lunes a viernes, de 12 a 18, con entrada gratuita.
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