María Fasce: "Me parece tonto despreciar libros que hacen leer a millones"
Editora de Alfaguara en Madrid y autora de la reciente novela La mujer de Isla Negra, la argentina mira la literatura con doble sentido: desde la industria y desde la creación
María Fasce pasó por la 41» Feria del Libro de Buenos Aires en su doble condición de escritora -para presentar La mujer de Isla Negra (Edhasa), su última novela- y editora literaria de Alfaguara en Madrid, cargo que ocupa desde hace ocho años. La dualidad en esta argentina de prosa sencilla, profunda, natural y delicada que lee 30 manuscritos por semana y es considerada una de las mejores cazadoras de best sellers del mundo despierta, cuanto menos, bastante curiosidad. ¿Se puede ser las dos cosas? "Contrato los libros de ficción extranjera a nivel internacional y desde hace unos meses a los autores en español que luego se publican en todo el planeta. Y casi nadie en el mundo editorial sabe que yo escribo. Pero todo está relacionado. A mí me encantan los libros: escribirlos, leerlos, corregirlos, pensar en cómo los voy a promover..."
-¿A un editor le incomoda que juzguen sus propias novelas?
-Al contrario, lo que no tolero es que piensen que porque soy editora no me tienen que editar. Puedo darles mis libros a amigos superestrictos y todo lo que me dicen tiene un fundamento, siempre tienen razón.
-¿Con los escritores sos más "benévola"?
-Empecé editando a autores del nivel de Héctor Tizón. Y lo que aprendí es que cuanto más talentoso y más genial es un autor, más humilde y mejor acepta cualquier sugerencia. No tiene nada que perder, su autoestima y su seguridad como escritor están totalmente a salvo.
La mujer de Isla Negra es una novela de ficción fundada sobre el febril triángulo amoroso entre Neruda, Delia del Carril y Matilde Urrutia, pero visto a través de los ojos de una niña que entra en la adolescencia. ¿Uno se anima así nomás a ficcionar a partir de hechos reales?
-Hay personajes históricos y cosas que pasaron realmente, y cosas que no. La literatura mezcla un poco todo. El objetivo es que no se note, que la historia que creaste tenga vida propia y que la gente piense que es verdad mientras la lee.
-Cuando se involucra a figuras como Rafael Alberti, Victoria Ocampo o García Lorca, o a la misma Delia del Carril con la vida intensa que llevó, ¿cómo saber si se les está respetando su esencia?
-Escribir ficción te cubre. Podés poner al personaje en cualquier situación creada por vos. Pero me documenté muchísimo, fui a Chile, viví en Isla Negra, conozco a los poetas que menciono. Lo que me importaba de la historia no eran los personajes reales, sino esa tensión, ese triángulo al que luego se suma una tercera mujer. Y desde el principio estuvo presente la niña narrando la historia desde su ingenuidad. Borges decía que hay que contar las historias como si uno mismo no las entendiera del todo. Cuando encontré ese personaje encontré el tono de toda la historia. Me entregué al desafío de la novela histórica y me gustó.
-Ganaste el Premio Iberoamericano de Relatos Cortes de Cádiz por Un hombre bueno. El premio incluyó la publicación. Suena ridículo..
-Fue muy emocionante, porque Un hombre bueno es un libro de cuentos. Uno de los lugares más comunes es que a los editores no nos gusta publicar libros de cuentos. Y como todos los lugares comunes, tiene mucho de verdad. Me había olvidado que lo había mandado y de pronto me llaman y me avisan que lo había ganado. Me puse feliz. No sabían que yo era la directora literaria de Alfaguara.
-Recibís cientos de manuscritos al mes, ¿cómo elegís?
-Cargo todo en el iPad y a la noche voy leyendo y pasando de uno a otro. A veces leo una página y ya sé que no. Aplico el método de Ford Madox Ford y no me falla. Él recomendaba leer siempre la página 99: si el escritor es bueno va a mantener la altura hasta ahí. Obviamente después leo la novela completa. Los comienzos también son muy importantes. Cuando es muy malo es para no elegirlo. Pero hay otros elementos. Yo contrato libros que se van a publicar dentro de un año. Entonces tengo que pensar: ¿dentro de un año voy a seguir tan entusiasmada? ¿Cómo lo voy a contar? ¿Qué tiene este libro que no tengan otros?
-¿Qué diagnóstico le das a la literatura argentina en el mapa internacional?
-Querer llegar a niveles como los que hubo con Borges, Cortázar o Bioy Casares significa un lastre. Pero sigue habiendo escritores muy importantes, como César Aira, o algunos jóvenes, como Samanta Schweblin o Selva Almada. Tienen mucho peso, están bien traducidos y lo que escriben se respeta tanto en España como en Europa en general.
-¿La crisis española favoreció a la literatura latinoamericana?
-Se edita muchísimo en España, cerca de 90.000 libros por año, y es un problema porque el mercado de ventas decreció 42% en cuatro años. Pero pasa algo bastante injusto con los latinoamericanos: son autores reconocidos y leídos, pero por un número de lectores muy pequeño. Se da algo muy paradójico: uno cree que el idioma debería ayudar, pero en realidad les es más fácil leer una literatura de otros países bien traducida que meterse en un español que no es el de ellos. Por algún motivo bastante extraño, no viajan bien nuestros autores.
-¿Con los best sellers cómo te llevás?
-Les tengo un respeto enorme. Me parece muy tonto despreciar libros que hacen leer a millones de personas. Si fuera tan fácil escribirlos, habría muchísimos más.
-¿La edición literaria es como la moda? ¿Hay tendencias?
-Hay dos posturas: los editores que a partir de Cincuenta sombras de Grey dicen: "Bueno, ahora novela erótica, vamos a contratar". Y los que decimos: "Ahora novela erótica, veamos qué podría venir después". Las tendencias se crean a partir de un libro importante.
-Después de Cincuenta sombras de Grey, ¿qué?
-Para evadirse, novela policial. Y para disfrutar, novelas contemporáneas con las que te puedas identificar.