María Dueñas: “Todavía nos falta que los hombres nos lean sin prejuicio”
Niebla y desvíos mediante, la novelista española llegó a Buenos Aires para presentar “Sira”, su última novela
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Como a muchas cosas que la pandemia puso en pausa, la visita de María Dueñas a la Argentina se concreta ahora. En marzo del 2020 había quedado con la valija lista para salir cuando se cerraron las fronteras. Dos años después, el sur la espera. Pero como en sus novelas, las cosas se complican: la gran niebla que cubre por estos días Buenos Aires obligó a que el avión tuviera que aterrizar en Montevideo. Después de horas de cruzar las grandes aguas, y luego más aguas -las rioplatenses-, finalmente sí: su acento español flota entre la bruma porteña.
Y llega con Sira, su último título publicado, que es la continuación de El tiempo entre costuras (2009), primera novela con la que se dio a conocer. Si bien llevaba años en el mundo académico -es doctora en filología inglesa-, un día publica y es un boom lector. Tanto, que El tiempo entre costuras se transformó en serie, donde queda corporizada la vida de Sira, la costurera española que por distintas circunstancias -cosas que se complican, y mucho- se convierte en espía durante la Revolución española, la Segunda Guerra. Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) no había nacido en esos días. Sobre las dinámicas de su narrativa, dice: “Me gusta siempre el movimiento. Muchas veces, en esas situaciones de presión, no sabemos cómo vamos a actuar, y ahí es donde se deja ver gran parte de cómo somos en el fondo, ahí sale nuestro verdadero yo. Y ahí me gusta poner a mis personajes”.
Publicó también Misión olvido (2012), La templanza (2015) y Las hijas del capitán (2018). Escribe un nuevo libro, pero no quiere contar de qué trata. Sira sigue la línea del policial y el misterio, como así también el entramado amoroso, político, social. Y todo ese espionaje en un marco de ropas de diseño de época, escenarios como Palestina, Marruecos, España. Sin olvidar el contexto: “El franquismo -dice Dueñas- etiquetaba a la mujer con el ideal del ángel de la casa con la maternidad por delante, el cuidado del esposo. Las mujeres no podían pedir un préstamo bancario ni conducir sin autorización del marido. Un prototipo de mujer que aspiraba a que fueran felices en esos mundos”. Y así como la historia se despliega a partir de una máquina de escribir -la protagonista va a comprarla con su novio a un negocio y ahí conoce a quien le cambiará la vida-, esa Olivetti refiere a la Argentina en la primera novela. En Sira, aparece la visita de Eva Duarte a la España de Franco. “Yo quería conocer al personaje, pero quería circunscribirme a las semanas que estuvo en España, movida por Franco, no sólo su régimen si no él. Quería saber qué había detrás de esa mujer. Qué había debajo de sus vestidos. Hacerlo en base a lecturas y analizar lo que otras fuentes habían trabajado”. En ese entramado de cómo contarla, fue clave el ida y vuelta con quien fuera su editor, Nacho Iraola, como así también la bibliografía con la que indagó en autores argentinos como Tomás Eloy Martínez, Abel Posse, Felipe Pigna, entre otros. Porque algo de este sur la llamaba. “Buenos Aires es una ciudad que me encantaba antes de pisarla por primera vez”.
-Sira viene a recomponer varias cosas planteadas en El tiempo entre costuras, ¿es así?
-Sí que tienes razón en que cierra algunas cuestiones del pasado, y los cierra a su favor y a veces en contra. Es una novela que es continuación lineal y abre caminos. No sé si va a haber una tercera. Yo creo que al final tiendo a escribir novelas de este tipo; abren unas puertas, cierran otras, tiendo a abrir unos senderos que se bifurcan. Me gusta más que escribir una novela lineal, como pequeñas novelas dentro de la novela.
-Y esa forma tuya con qué tendrá que ver, ¿tradición, historia familiar, con tu vida académica?
-Creo que un poco con todo eso. Con las lecturas que a mí me gustan y con la vida académica. Muchas veces pienso las novelas como los proyectos académicos, una planificación curricular con objetivos: adónde llevar a los estudiante; acá, a los lectores. También me planteo qué herramientas tengo, material históricos, personajes, que estrategias voy a seguir, qué tono. Eso lo decido con anticipación y después lo voy poniendo en práctica. Me siento segura de trabajar sobre una estructura.
-Cómo fue escribir sobre la figura de Eva, lo trabajaste muy de cerca con quien fue tu editor, no?
-Sí. Yo le planteé la idea a Nacho Iraola, a ver qué le parecía a él. Porque la mirada que tenemos en España no es la misma que la de la Argentina. Él me puso en manos de uno de sus colaboradores. Yo necesitaba tener una red para saltar, porque Eva es un personaje delicado. Quería ser rigurosa, pero respetuosa con lo que representa para muchas personas y eso tenía que pasar por Argentina. Tuve la suerte de trabajar con este tipo de editorial maravillosa y eso me hizo tener mucha seguridad.
-¿Cómo es tu relación con Buenos Aires?
-La primera vez que vine hará como 12 años, porque fue el primer país de América Latina donde se publicó El tiempo entre costuras. Siento la afinidad en todo sentido. Es como estar en un mundo en el que te sientes muy cómodo.
-¿Qué podés adelantar de tu nuevo libro?
-No puedo hablar todavía, está muy en embrión. Estoy en historias audiovisuales, trabajo la adaptación de Las hijas del capitán, mi novela anterior. Además, se nos están abriendo unas posibilidades estupendas para los escritores como generadores de contenidos para nuestras novelas. Me han invitado a la creación de una nueva plataforma en español que surge de la alianza entre Univisión y Televisa. Aparte de mis libros, digo, hay una serie que estamos haciendo y estoy participando de los guiones. Me satisface porque pone en valor nuestras capacidades y creatividades, más allá de los libros, que es mi tarea fundamental.
-Construiste un policial con una protagonista mujer. ¿Hay un boom de escritoras tomando el lugar, crees que hacía falta?
-Estoy encantada. Hacía muchísima falta. Las mujeres somos la gran masa lectora de ficción. La gran masa consumidora de productos culturales: vas a un concierto, a un teatro, a un cine y la mayoría somos mujeres. Leíamos y leíamos, pero no habíamos llegado a un número relativamente elevado de escritoras como tenemos en los últimos años. Las editoriales están encantadas por tener voces de mujeres, y porque aparezcan nuevas mujeres que cuenten historias de mujeres. Creo que lo que hace falta es una cosa que no está resuelta del todo. Y que es que los hombres nos lean sin prejuicio.
-¿A qué te referís con eso?
-A que hay muchos hombres que sí lo hacen, pero muchos que no. No nos dan esa oportunidad. No compran un libro nuestro, y más si saben que la protagonista es una mujer, y más si saben que la protagonista es una modista. Igual que las mujeres hemos consumido toda la vida obras escritas por hombres sin preguntarnos, a los hombres le falta todavía un pequeño paso.
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