María Dueñas: “Fui cautelosa con Evita, sé que todavía es un personaje sensible”
En la nueva novela de escritora bestseller Eva Perón viaja a España y se encuentra con Sira, costurera y espía, una mujer que poco tiene que ver con el prototipo del régimen franquista: quiere tener un rol en la sociedad
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MADRID.– Faltan minutos apenas para que se conozcan los resultados de una elección que mantiene en vilo a España. La dicotomía libertad o comunismo, el rol que ocupan las mujeres en la sociedad, el fascismo y el nacionalismo son algunos de los temas que se dirimen en las propuestas de los candidatos autonómicos. Estos temas también ofician como escenario de la última novela de María Dueñas, la autora de El tiempo entre costuras, quien regresa de modo triunfal con Sira (Planeta), la ansiada continuación de esta novela épica que pronto se convirtió en la ficción más vendida de la Argentina. Desde su casa en Madrid, Dueñas dialoga con LA NACION sobre el modo en el que tejió esta trama y los hilos narrativos de la aventura en la que la heroína, Sira Quiroga, de profesión costurera (y también espía), conoce a Eva Perón, se convierte en madre y viaja a Jerusalén en 1945. Y Dueñas lo hace fiel a su estilo: con serenidad y gratitud. “En mi casa me dicen que me porto mejor en la calle que en casa, pero con mis libros no puedo más que estar agradecida con lo fácil que me lo pone todo el mundo”.
-Hay debates candentes de esta elección en la Comunidad de Madrid que están presentes, en cierto modo, en Sira, sin ser, a su vez, una novela política. Pareciera que no hemos evolucionado como seres humanos.
-Hay ciertas cuestiones que son universales, que van adaptándose a los tiempos, pero que están en la condición humana, en lo más profundo de nosotros. Al final van tornándose con matices distintos según transcurren las generaciones.
-El tiempo entre costuras y Sira están ambientadas en un momento bisagra de España, que es la Guerra Civil y el comienzo de la posguerra. ¿Considera que hay aún heridas abiertas en la sociedad española?
-Yo quiero pensar que ya hemos pasado todo nuestro duelo. Es cierto que siempre puede quedar algún fleco personal a partir de vivencias dolorosas y algunas heridas por cicatrizar. Pero creo que como país lo hemos superado. Hay cosas que tienen su sentido, como la Ley de Memoria Histórica, y quien pelea a título individual u oficial por ella. Pero creo que es momento de mirar hacia adelante porque en este país aún hay muchas cosas por hacer.
-Carmen Martín Gaite escribe en Usos amorosos de la posguerra española que la mujer perdió derechos y libertades tras la Guerra Civil. Sira Quiroga, sin embargo, es un oasis en este contexto.
-Sira no tiene nada que ver con el prototipo de mujer que el régimen franquista quería crear a través de la Sección Femenina, que era su órgano oficial para teledirigir a las mujeres. La etiqueta o el ideal de mujer que se le imponía en aquella época era ser el ángel del hogar: contentar al marido, criar a los niños, tener la casa limpia. Sira no cumple para nada ese molde. En ese sentido, Sira es mucho más cercana a cómo somos las mujeres contemporáneas, quienes tenemos que estar todo el día en busca del equilibrio entre lo público y lo privado, la familia y el mundo profesional, y que tenemos nuestras aspiraciones, y nuestras legítimas ambiciones. Sira no quiere ser “la mujer de Marcus”. Quiere tener un rol en la sociedad.
-Usted es la dueña absoluta de Sira, pero, en el caso de Eva Perón, ¿cuán difícil fue construirla como personaje?
-Intenté ser muy cautelosa porque soy muy consciente de que el personaje todavía representa algo importante en Argentina. Mi editor, Nacho Iraola, fue cómplice de todo esto. Desde antes de escribir, yo le avisé que quería hacerlo sobre Eva Perón. Luego el libro pasó por las manos de una editora senior y después también por las manos de un historiador, investigador y corrector que dio una mirada de conjunto. Eva Perón es un personaje que todavía es material sensible. Lo sé. Pero a mí no me interesaba tanto su figura ni su proyección en Argentina, porque a se me escapan muchas cosas de la política argentina. A mí me interesaba la Evita que viaja a España y cómo respondió el régimen de Franco a su visita.
-¿Cuáles son las virtudes como narradora de sumergirse en el pasado?
-Voy a etapas y a coyunturas sobre las que quiero saber más, momentos que a mí me interesan y me generan curiosidad. Me pueden resultar relativamente cercanos los escenarios, como pasó con El tiempo entre costuras con Tánger o Tetuán [donde nació su madre]. Lo hago desde un punto de vista egoísta, pero también entiendo que esa curiosidad mía puede después ser compartida con los lectores. No tengo diseñado los proyectos que van a venir, cada libro es una toma nueva de decisiones. Y si bien me he centrado en el pasado, estaba escribiendo un libro antes de Sira, que lo he dejado empezado, y es mucho más contemporáneo. No estoy cerrada en absoluto a escribir sobre el presente.
-Como profesora universitaria [Doctora en Filología Inglesa] escribió y leyó innumerables artículos académicos. ¿Ha leído alguno sobre su obra que le llamara particularmente la atención?
-Sé que se han hecho estudios en los Estados Unidos y otros en España. En un momento tenía una base de datos de artículos académicos, pero ya no. Hubo uno que recuerdo particularmente porque realizó una crítica feminista un poco furibunda del tratamiento que yo daba las mujeres en El tiempo entre costuras. En fin, cada lector tiene todo el derecho del mundo interpretar la novela como quiera.
-Hay muchos intelectuales que están sometidos constantemente a una crítica o, peor, a ataques, como ocurrió con Javier Cercas recientemente aquí en España. ¿Cómo se lleva con las potenciales polémicas que puede generar su obra?
-A mí me parece muy valiente Javier Cercas. A diferencia de Cercas, quien tiene todo mi respeto porque lo admiro muchísimo y es un colega con quien tengo una relación muy cordial, intento otro modo de relacionarme con mis lectores. Cercas tiene una posición ideológica y política, y además quiere expresar públicamente sus ideas. Yo trato de mantenerme más al margen de dar opiniones públicas porque me siento más cómoda detrás de la novela. Eso no significa que no tenga mis posiciones.
-¿Le gustaría incursionar en otro género? Quizá escribir guiones: sus novelas son muy cinematográficas.
-Estamos en ello. Hay un proyecto creativo que se llevará a cabo después a televisión. Tengo también ya terminado una ficción audible, no sé bien qué etiqueta ponerle a este libro que se estrena este verano. Hoy hay muchos canales para diversificar la creatividad y la creación. Y bueno sí, me apetece tantearlos, pero sin dejar de lado que los libros son lo más importante para mí.
-Sus libros son esperados no solo en el ámbito editorial, sino también audiovisual. ¿Siente cierta presión editorial?
-Cero presión. Cuando dejé el libro que estaba escribiendo, y que habían leído, en parte, mis editoras, decidí empezar Sira. Pero no les dije nada cuando tomé la decisión. Ya estaba encarrilado. Hablé con mi editora y quedamos un día comer. Le di la noticia y ya está. No interviene para nada la editorial. Hay muchos profesionales que participan en el proceso. Mi función es escribir una buena historia, ver si puedo y si soy capaz, y todo lo demás, cuestiones de edición o promoción, las acompaño, y opino, si me dejan.
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